Por: Juan Daniel Giraldo
Macondo definitivamente nunca dejará ser objeto de pasiones, sentimientos y añoranzas de muchas personas. Es un realismo mágico que llega al alma y a la razón de la conciencia de ellos.
En especial por la relación antagónica y simbiótica de los Aurelianos y los José Arcadios. José Arcadio y Aureliano muestran relaciones simbióticas y antagónicas: la construcción y la deconstrucción, el vivir en el pragmatismo y en el idealismo, el uno crea, con tesón y energía; el otro, gracias a sus luchas internas e idealismos, cree liberar pero finalmente destruye… y termina perdiendo más de 30 guerras, y aún así, sigue aferrado a sus añoranzas y sus desgracias, recordando que nunca tuvo la culpa de sus desafueros.
Hago este pequeño comentario a la gran obra de García Márquez para hacer colación a lo que estamos viviendo ahora. ¡Nos hemos llenado de Aurelianos y los José Arcadios se amarraron en los árboles de Castaño!
Estamos viviendo claramente una época con Aureliano destructor, que vive en una guerra interna personal y hacia afuera, que ha buscado niños para que gobiernen a su lado, con el pretexto de que su energía mejorará su pueblo pero realmente solo termina generando sosobra y destrucción, pero siempre echándole la culpa a la política y a la religión, que históricamente han sido las fuerzas impulsoras de las sociedades.
Ahora, nuestros Aurelianos comienzan a ver con desesperanza y resentimiento como sus epopeyas solamente quedarán en el vago recuerdo de unos cuantos con franca melancolía por lo que pudo ser y no fue, y así como habrá otros cuantos coroneles Aurelianos sentados esperando que llegue la carta con su pensión y buscando quien les escriba.
También, vemos como esos niños que llamaron a cogobernar actúan tal cual ratones abandonando los barcos en pleno naufragio, ¡Qué la historia de los recuerde!
Todo ese simbolismo no es más que el reflejo de lo que hemos vivido en estas semanas: un gobierno que ha perdido el rumbo (tal cual Aureliano peleando 30 guerras que ya no existen), personas que disfrutaron por 3 años de las mieles del mismo, pero que apenas vieron el comienzo de naufragio abandonaron el barco para buscar otro con mejores horizontes, y mientras tanto un presidente que comienza a vivir la debacle de un Aureliano que pasará a la historia como el bucólico y melancólico productor de pescaditos de oro.
A escasos 18 meses de finalizar este gobierno, es el momento que el cambio comience a reflejarse, ya no solo en dialécticas sino en acciones.
Que Aureliano se convierta en un José Acardio, que tumbe montes, escape a las alusinaciones que el agreste campo genera, que construya pueblos de la nada y arme sociedades que estén libres de prejuicios y apegos, en pocas palabras: ¡QUE GOBIERNEN!Ojalá y no terminemos en el 2026 como dijo Gabriel García Márquez al finalizar 100 años de Soledad: “Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.”
Y el gobierno del cambio no termine castigado sin una segunda oportunidad.