Por: Andrés Villota
Latam Logistic Properties (LLP) desistió de su intento por realizar una oferta pública inicial (IPO por su sigla en inglés) en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC). Se trataba de una de las pocas operaciones de ese tipo realizadas durante la gestión de Juan Pablo Córdoba Garcés que en el pasado mes de marzo completó 16 años a la cabeza de una plaza bursátil que, un observador desprevenido, podría asumir que está en un proceso de desmonte y liquidación más que en un proceso de expansión y desarrollo.
A pesar de la economía colombiana estar mostrando signos de recuperación, después de la lógica contracción que tuvo por cuenta de las cuarentenas obligatorias y del bloqueo a la producción orquestado por Gustavo Petro y ejecutado por los militantes más jóvenes de la Colombia Humana, el volumen de operaciones en la BVC se ha mantenido muy bajo. Los clientes de la bolsa colombiana no superan el 1% del total de la población, se ha presentado un éxodo de emisores y ha desaparecido un gran número de firmas comisionistas de bolsa, ese es el panorama actual del mercado público de valores colombiano.
Colegas que se mantienen activos en el mercado bursátil, al hablar sobre la coyuntura actual, me dan como referencia lo ocurrido en la Bolsa de Bogotá durante el gobierno de Ernesto Samper Pizano, cuando las expectativas no eran las mejores, no solo por la ausencia total de gobernabilidad de un presidente seriamente cuestionado por su relación financiera con las mafias del narcotráfico, sino por el entorno violento, incierto y peligroso creado por los terroristas de las FARC y el ELN, que provocó la salida masiva de capitales ante la incertidumbre creada por un gobierno sin capacidad de maniobra y por la amenaza terrorista permanente.
La minoría de colombianos con la que cuenta Gustavo Petro para poder montar y financiar toda su estructura socioeconómica, cuando sea presidente, está emigrando con su fortuna. También, los jóvenes más inteligentes, trabajadores y útiles para la economía colombiana, desafortunadamente, lo están haciendo. No quieren ser decapitados por los miembros de la Primera Línea cuando regresen a su casa después de una dura jornada laboral. Los resultados de las encuestas que lo muestran como el futuro presidente de Colombia, se convirtieron en catalizadores de la diáspora. Las expectativas generadas por la posible llegada de Petro al poder en compañía de su séquito, no son las más propicias para crear las condiciones de entorno mínimas para fomentar y proteger la inversión.
Tras su recuperación del COVID19 que contrajo en Italia durante la visita a una de sus hijas, Gustavo Petro ha radicalizado su discurso y ha destapado sus verdaderas intenciones de llevar a Colombia a un régimen comunista en el que las libertades económicas van a desaparecer. Libertades básicas para el desarrollo del aparato productivo y para permitir las funciones del libre mercado de asignar los recursos y fomentar la libre competencia, determinantes para el funcionamiento óptimo de una economía eficiente.
El éxodo de la inversión, es también, el resultado del lógico temor que genera entre los inversionistas las expropiaciones, la violación a las libertades y a los derechos humanos, y a la emisión desbordada de moneda para sostener su plan de gobierno. El modelo político, social y económico que Gustavo Petro quiere imponer, es la réplica de los modelos adoptados por Cuba, Venezuela, Argentina y Estados Unidos que llevaron a las economías de esos países al colapso. Joe Biden aumentó la emisión de moneda, restringe las libertades individuales, persigue a los empresarios que sean afines a la ideología del presidente Donald Trump y prohibió la construcción del oleoducto Keystone, por ejemplo, lo que disparó el precio de la gasolina al igual que hizo aumentar el desempleo en la industria de oil & gas, industria a la que Gustavo Petro quiere desaparecer en Colombia.
Del casi medio centenar de pre candidatos que existe en Colombia de cara a las elecciones presidenciales del año 2022, el único empresario es Oscar Iván Zuluaga. Empresario que ha conocido de primera mano la dinámica del sector real de la economía colombiana que, como Ministro de Hacienda logró que el producto interno bruto tuviera el crecimiento más alto en casi medio siglo. Como no es burócrata de profesión, recortar el macro tamaño del Estado colombiano va a ser una prioridad al igual que la disminución de la pesada carga tributaria que afecta de manera negativa la productividad de la economía. Ha propuesto eliminar el recaudo del gravamen a los movimientos financieros (GMF), más conocido como “el cuatro por mil” que alejó la inversión y el ahorro del sistema financiero y ha sido un obstáculo para financiar las empresas en la bolsa de valores. Oscar Iván, también llevó al país a puerto seguro, siendo Ministro de Hacienda, durante la crisis financiera global del año 2008. Colombia fue uno de los pocos países que creció después de la crisis.
En el mundo, después de la tragedia causada por la pandemia, la retórica de la centro-izquierda, de la igualdad, del cambio climático, de prohibir comer carne o de prohibir tomar Coca-Cola, de cambiar el himno nacional por la banda sonora original de Star Wars, o de legalizar el consumo de la cocaína y el aborto, evidentemente, no es una prioridad. Lo importante hoy, es salir de la pobreza, reactivar la economía, un entorno seguro, poder comer y tener un trabajo digno. Todas esas prioridades de la sociedad post pandemia, son imposibles de atender por un burócrata profesional por su incapacidad e incompetencia para poder gobernar en medio de un entorno crítico.
Miren la tragedia económica, política y social que está ocurriendo en los Estados Unidos de la mano de un burócrata profesional como Joe Biden, con más de 40 años de experiencia siendo político. Por el contrario, miren lo que pasó en Estados Unidos cuando el presidente Donald Trump manejaba la economía más grande del mundo con todo el conocimiento y experiencia como empresario. Hoy, hasta los Demócratas más fanáticos, en silencio, añoran que Trump vuelva pronto a la Casa Blanca porque extrañan el bienestar y las condiciones de vida digna que tenían durante su primer mandato.
Colombia, en la coyuntura actual, depende de la inversión extranjera porque todo el Mercado de Capitales local está dedicado a financiar el funcionamiento de un Estado gigante, y se está creando un hueco que crece con el paso de los días porque la experiencia venezolana enseñó que hay que vender e irse antes que los precios de los activos caigan de manera irreversible. Miren la fuga de capitales ocurrida en Perú desde antes de la llegada de Pedro Castillo. La izquierda con su voracidad insaciable aleja a la inversión porque para nadie es un secreto que llegan al poder para saquear el erario público y luego, cuando ya no queda nada, siguen con las empresas privadas.
El modelo anterior de gobierno, era desde los políticos hacia la gente, imponiendo su agenda (la de los políticos) por encima de los intereses de la sociedad en su conjunto. Ese modelo hizo crisis porque se invirtió. Ahora es la gente la que propone y siente afinidad con los trabajadores y empresarios con los que se identifica. El liderazgo lo ejerce en la sociedad, los empresarios. Gracias al liderazgo de un empresario, por ejemplo, la alcaldesa de Bogotá tuvo que ordenar tapar los huecos de las vías.
Por el contrario, frente a ese modelo político anacrónico, surgen los fenómenos de Javier Milei en Argentina y de José Antonio Kast en Chile que, su propuesta es un modelo basado en el emprendimiento, la libertad, la seguridad y el orden. Igual al modelo que propone Zuluaga para Colombia. Solo una persona con las calidades profesionales y humanas de Oscar Iván Zuluaga, puede cambiar la percepción que se tenga sobre el futuro del país que pueda detener la fuga de capitales en Colombia.