Al rescate del Pueblito Paisa antioqueño

Por: Juan José Gómez

Nos hemos dado cuenta de que en los últimos días el periódico El Colombiano y el sistema noticioso de Caracol, se han estado ocupando insistentemente del Pueblito Paisa, que estando considerado con las pinturas y esculturas del maestro Fernando Botero como los dos principales atractivos turísticos de la capital antioqueña, presenta en los días que corren serios problemas de conservación, dotación de sus instalaciones representativas y un notable deterioro en sus zona de alimentos que han mermado su calidad, su presentación y servicio a los turistas, el contenido mismo de las comidas que por cierto se ofrecen en sitios inapropiados en forma ambulante y lo más grave de todo, el ambiente grato y amable que tenía en sus inicios, cuando fue inaugurado y puesto al servicio del público visitante, como un bello recuerdo de lo que fue la hazaña de la colonización antioqueña de los actuales departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío y regiones montañosas del Tolima y del Valle del Cauca.

Dos grandes mujeres fueron las verdaderas fundadoras del pueblito. Doña Helena Baraya de Ospina, (q.e.p.d.) bogotana sí, pero antioqueña de espíritu y corazón y doña Marylú Nichols Sánchez-Carnerera, una antioqueña recientemente fallecida, que dedicó su talento y energía a promover el turismo local y regional y a posicionar a Medellín como un destino turístico de primer nivel. Doña Helena, inicialmente como presidente de la Sociedad Colombiana de Orquideología en compañía de doña Silvia Echavarría de Saldarriaga construyeron en instalaciones de la Fábrica de Licores de Antioquia, con ocasión de un evento importante, una bella escenificación de la plaza de un pueblo antioqueño adornado con una gran cantidad de flores, que denominaron Pueblito en Flor y que causó gran admiración y reconocimiento en Medellín y en el departamento pues fue profusamente fotografiado y publicado por los periódicos de la ciudad de amplia circulación en el territorio antioqueño. Años más tarde, siendo doña Helena gerente de Turantioquia, le presentó a su junta directiva un proyecto de construcción de un típico pueblo antioqueño de montaña, como homenaje permanente a los titanes que realizaron la colonización antioqueña y para que las generaciones posteriores conocieran como era la estructura de los pueblos antioqueños de los siglos XIX y primera mitad del XX.

Desde luego el proyecto fue aceptado y se convino con el municipio de Medellín que se construyera en la cima del cerro Nutibara y que el municipio sería el propietario de la edificación comprometiéndose al mantenimiento. En esos días, Jaime Eugenio García, que era director de Turismo y Fomento, propuso que la construcción fuera en la base del cerro, lo cual fue respondido por el suscrito, que por entonces era Secretario General de Turantioquia, dando las razones históricas y técnicas por las cuales debía ser en la cima y en uno de los párrafos de la carta de repuesta anotó algo así como que la edificación sería un “pueblito paisa en el que los antioqueños nacidos en municipios antioqueños de montaña siempre recordarían su lugar de origen”, y a partir de esa carta, que fue publicada la gente comenzó a llamar Pueblito Paisa a la obra en construcción y así se quedó pues el nombre pegó.

El arquitecto Julián Sierra Mejía fue contratado para elaborar los planos y la obra comenzó bajo la dirección del arquitecto Rafel Vásquez, quien era empleado de Turantioquia. Cuando estuvo terminada la llamada obra negra, es decir fundaciones, muros, techos y tejados, el dinero de que disponía se acabó y doña Helena se retiró porque debía viajar a Alemania con su esposo, el doctor Mariano Ospina Hernández, que había sido nombrado por el presidente Turbay Ayala como embajador colombiano en dicho país.

Fue en un estado de abandono que quedó el futuro pueblito durante varios meses, hasta que llegó la administración de Sofía Medina de López, la primera y única mujer que ha sido alcaldesa de Medellín, quien nombró a Marylú como directora de Turismo y Fomento, y ella desde el día de su posesión se trazó como meta la terminación del pueblito, para lo cual comenzó a tocar puertas de las grandes empresas y de entidades del Estado logrando aceptables resultados.

Cuando Sofía renunció, fue nombrado alcalde el ingeniero Guillermo Hincapié Orozco quien ratificó a Marylú y fue así como ella logró no solo terminar la edificación con la llamada obra blanca, sino que con la colaboración del arquitecto Sierra Mejía y de la famosa anticuaria Marta Merizalde quien tenía un bien surtido almacén de antigüedades en el primer piso del edificio Echavarría Misas del parque de Bolívar, se dedicaron a viajar los fines de semana por la poblaciones antioqueñas del oriente y el suroeste y algunas caldenses, adquiriendo el mobiliario para la dotación de las instalaciones del pueblito, especialmente el templo, la casa cural, la escuelita, la barbería y la fonda.

La mayoría de las puertas, chambranas, ventanas y balcones se consiguieron de las que estaban instaladas en el viejo Peñol que fue inundado para construir la represa que hoy existe y el altar del templo, con sus bancas y santos, lo mismo que paramentos y artículos religiosos de la sacristía fueron donadas por doña Marylú Sánchez-Carnerera de Nicholls, la madre de la directora de Turismo y Fomento.

Un gran colaborador fue el abogado Pedro Javier Soto Sierra quien arbitró recursos del Instituto de Crédito Territorial del cual era gerente, lo mismo que del Banco Central Hipotecario y el Sena de cuyas juntas directivas era miembro. También colaboraron varias empresas antioqueñas tales como Coltejer, Compañía Colombiana de Tabaco, Compañía Nacional de Chocolates, Noel, Suramericana y Pintuco, que donó toda la pintura del pueblito.

El 3 de marzo de 1978 fue inaugurada la obra y entregada a la comunidad por el alcalde Hincapié Orozco y la directora Marylú Nicholls. Anotamos al comienzo de este artículo que es lamentable el estado actual del pueblito, pero es de justicia reconocer que no ha sido culpa de la actual administración de Federico “Fico” Gutiérrez y de su secretario de Turismo José Alejandro González, ya que el deterioro viene de anteriores administraciones, especialmente de la que presidió Daniel Quintero, que por cierto nunca se preocupó del mejoramiento de este importante atractivo turístico. De hecho, la vez en que se vio un real interés del municipio de Medellín por el progreso del que era en su época su más importante recurso turístico, fue en la administración del alcalde José Jaime Nicholls, cuando nombró como “alcaldesa” del Pueblito Paisa a Giselle Arboleda.

Lo recuerdo bien porque quien esto escribe era miembro de la junta de Turismo. Dicen que en una administración anterior gastaron una importante cantidad de dinero, miles de millones en realidad, en mejorar las instalaciones del pueblito, pero lo cierto es que dizque para poder proceder a las reparaciones locativas se llevaron toda la dotación de la casa cural, de la alcaldía y de otros espacios y resulta que todos esos muebles y enseres, cuadros, tapices, adornos, etc, nunca volvieron a su lugar de origen y desaparecieron sin que se tenga la menor información de su paradero, lo mismo que otros elementos que por total deterioro natural causado por el tiempo fueron dados de baja, de lo cual existen constancias en actas suscritas por antiguos funcionarios de la administración y de la Contraloría.

Como parte de esa famosa inversión que antes mencionamos, se construyeron edificaciones comerciales que no armonizan con las originales del pueblito y las dedicaron a zonas de comidas y a ventas de cachivaches. Lamentablemente muchas de esas ventas de alimentos son mal presentadas, lucen sucias y desordenadas y las personas que las atienden no pueden estar peor vestidas. En cuanto a las ventas de misceláneas al parecer son de origen chino y si se encuentra por casualidad algo que parezca ser una artesanía nacional, resulta que quien la vende es un comerciante y no el artesano o artesana que la elaboró. En cuanto a algunas instalaciones del pueblito original actualmente están destinadas a usos distintos del asignado originalmente, como sucede con un tal Museo de Ciudad donde hay que pagar la entrada para ver fotografías antiguas que solo las puede reconocer un experto, porque no hay identificación ni un guía que explique.

Todo lo anterior exige una rápida solución por parte del Municipio de Medellín, para lo cual Fico y José Alejandro tienen que “ponerse las pilas” y crear una Gerencia del Pueblito Paisa parecida a la del centro de la ciudad, disponiendo que los recursos que genere el pueblito por arrendamientos y otros conceptos, se destinen a su mantenimiento y reposición de la dotación. En caso de que por cualquier razón no sea posible adoptar esta medida, pueden conseguir que el Pueblito Paisa sea adscrito a una entidad descentralizada de orden municipal. Lo importante es dotarlo de presupuesto y asignarle todos los recursos que genere, cambiando su actual destino que corresponde a fondos comunes municipales.

Además, es necesario que lleguen verdaderos artesanos nacionales (antioqueños, boyacenses, quindianos, pastusos, costeños de ambos litorales, vallunos, etc) a vender sus legítimos productos porque si las cosas siguen como van, el pueblito terminará convertido en un nuevo “hueco” como el de la zona de Guayaquil y el turismo receptivo sufrirá un grave perjuicio.

En la Fundación Amor por Medellín-Turismo, se ha venido estudiando soluciones para la problemática del pueblito. Marylú Nichols, antes de su enfermedad y sensible fallecimiento organizó visitas al Pueblito Paisa de los miembros del grupo turístico conformado por dirigentes del sector, tanto antiguos como actuales, y como resultado se elaboró una matriz DOFA que anexamos a continuación, documento que le fue entregado oportunamente al secretario de Turismo de Medellín.

Además, otra prueba del interés de los miembros de la Fundación Amor por Medellín-Turismo en la solución de la problemática de este valioso recurso turístico, fue que se elaboró un plan de mejoramiento que incluye participación de artesanos que pueden ser ubicados en la vía que sube hasta la cima del cerro Nutibara en puestos que de ninguna manera atenten contra el medio ambiente, pues debe saberse que el Área Metropolitana del valle de Aburrá a quien corresponde la vigilancia ecológica de la zona es bastante rigurosa sobre ese particular, lo cual está muy bien porque que se disponga de aire limpio y se evite la contaminación es de fundamental importancia para los habitantes de Medellín y de los nueve municipios de la región.

Pero eso no obsta para que se pueda combinar en forma armónica y equilibrada el cuidado del medio ambiente con la promoción del desarrollo turístico de la ciudad y de su área metropolitana. Ahí le queda entonces al dinámico alcalde Fico y al profesional José Alejandro, un hombre sacado de la entraña del turismo antioqueño, este reto para que en paralelo con las severas medidas que se han adoptado para la seguridad de los turistas nacionales y extranjeros, se ocupe también la administración municipal del mejoramiento de lo que con tanta urgencia necesita el Pueblito Paisa para seguir ostentando la condición de ser, con las obras del maestro Botero, el más importante atractivo turístico de la Villa de la Candelaria de Medellín.

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