Por: Jaime Arturo Restrepo Restrepo. El Patriota.
Actualmente en el Congreso de la República se tramita el proyecto de ley para la implementación del sistema de registro y conteo electrónico del voto, que ostenta el espíritu de reforzar y blindar de garantías el ejercicio del derecho fundamental al sufragio, con la expectativa de superar la crisis del vínculo político entre gobernantes y gobernados, que actualmente se traduce en Colombia con una abstención que fluctúa entre el 47% y el 50% de los ciudadanos inscritos en el censo electoral.
Es evidente la actual y creciente erosión del capital de confianza de los ciudadanos para con los partidos políticos y la clase política colombiana, por su falta de ética y corrupción manifiesta. Pérdida de confianza que se traduce en la crisis de participación, que se advierte de manera contundente en los comportamientos electorales, como una consecuencia del desafecto de la ciudadanía para con la hegemonía política enquistada, por el reiterativo incumplimiento de promesas electorales y sus consuetudinarias prácticas para satisfacer su codicia económica y de poder.
Así las cosas, ha hecho carrera en el mundo occidental, la necesidad de implementar y estandarizar el sistema de registro y conteo electrónico del voto, como un mecanismo que garantizaría la eficacia y la transparencia en el proceso electoral; proyecto de implementación que en Colombia se ha venido construyendo desde la Ley 892 del 2004 y desde el artículo 39 de la Ley 1475 del 2011.
En teoría la intención para materializar el sistema de registro y conteo electrónico del voto, como un mecanismo para palear el abstencionismo, el desinterés por la vida pública, la desilusión y desconfianza de los electores para con los políticos, los partidos y el sistema electoral, se lee y se escucha como una panacea filantrópica, que nos salvará de la crisis que afronta la vituperada democracia en Latinoamérica.
Nada más lejano a esta intención, cuando enfrentamos la realidad de un sistema vulnerable, que en otros países ha sido manipulado e intervenido mediante el hackeado del software y la programación direccionada para determinados efectos electorales, en las máquinas para el control del padrón electoral; verbo y gracia, como sucedió en el fraude de los resultados en la Asamblea Nacional Constituyente del año 2017 en Venezuela.
La implementación de esta tecnología en Colombia, requerirá para adquirir las máquinas que se necesitarían en las cien mil mesas de votación, un compromiso presupuestal de dos mil quinientos billones de pesos, gasto que no consolida la seguridad informática, ni el blindaje del sistema electoral frente al fraude, tampoco blinda contra la filtración del voto secreto y la manipulación de bases de datos con información personal para fines diferentes.
El negocio que se esconde detrás de la implementación del sistema de registro y conteo electrónico del voto, es controlado por la empresa Smarmatic, cuyo presidente Lord Mark Malloch- Brown hace parte de la junta directiva del Consejo Mundial de la Open Society Fundation, ONG internacional propiedad del magnate George Soros, que propende por implantar el proyecto globalista de un mundo sin fronteras, sin Estado Nación, sin sentido de pertenencia, sin soberanía; para la infiltración, penetración, cooptación, manipulación y apropiación de los mercados internacionales y muy especialmente de los recursos naturales.
Brota con vigor entonces la implementación del sistema de registro y conteo electrónico del voto, como el mecanismo idóneo para poner y quitar las fichas políticas necesarias para el proyecto globalista.
Enfrentamos en Colombia la encrucijada de un sistema electoral corrupto que no respeta la voluntad del Constituyente Primario, tal como consta en el flagrante robo del resultado del plebiscito de octubre del 2016, el peligro de profesores adoctrinados políticamente por la izquierda, como amos y señores en las mesas de votación, fungiendo como jurados; la falta de transparencia de la Registraduría Nacional del Estado Civil y del Consejo Nacional Electoral; y la expectativa de un sistema de registro y conteo electrónico de votos, que nos trasladará, de la corrupción criolla para la salvaguarda de los intereses de políticos y partidos, a la macro corrupción internacional para la salvaguarda de los intereses expansionistas del globalismo y sus multinacionales.