Por: Saúl Hernández Bolívar
Casi todo se ha dicho ya sobre la decisión de la corrupta Corte Suprema de Justicia de dictarle prisión preventiva al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Una barbaridad que no debe respetarse por el atropello que entraña; otra cosa es que se deba acatar por el poder de coercibilidad del Estado, una de cuyas instituciones principales es aquella corte. Pero es imposible ‘respetar’ una arbitrariedad o a quienes cometen estas faltas ya de manera consuetudinaria, pasándose por la faja el ordenamiento legal: el respeto no se exige, se gana.
Por eso, quisiera más bien poner de presente dos columnas que escribí en el año 2018, en las que señalé hacia donde iba este inicuo proceso y que ahora cobran plena actualidad. La primera, de febrero 27 de 2018, se titula ‘Vuelve la persecución a Uribe’ [1], y fue escrita cuando la CSJ archivó el proceso de investigación a Iván Cepeda y lo volteó en contra del expresidente Uribe. Transcribo los apartes de mayor interés:
«Cuando Álvaro Uribe lanzó su candidatura al Senado muchos manifestaron que el expresidente perdería la inmunidad que lo cobija en sus actuaciones como Jefe de Estado, quedando a merced de la Corte Suprema de Justicia sin que los cargos en su contra pasaran por el cedazo de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes.
»Obviamente, eso no era cierto, pero sí que podía quedar expuesto a que le revivieran temas de su época de gobernador de Antioquia, o le fraguaran asuntos posteriores a su presidencia, para golpear su poder político, como acaba de ocurrir.
»Esa misma corte (la CSJ), como ha venido a destaparse, es un antro de corrupción que vende sentencias a costos multimillonarios. Y así como vende absoluciones, también vende condenas, sobre todo si estas van en la misma línea de las creencias políticas de quienes investigan y dictan el veredicto.
»(…) Era de esperarse que la acusación a Cepeda no prosperara como no lo hace ninguna acusación ni sanción contra los siempre indemnes cabecillas de la extrema izquierda, pero esta vez la corte fue más allá al encontrar la oportunidad de encausar a un enemigo común como es el expresidente Álvaro Uribe.
»Para el castrochavismo, que avanza a zancadas en Colombia, meter preso a Uribe es un objetivo primordial. No lo quieren matar porque lo convertirían en mártir; lo quieren destruir moralmente para que con él se derrumben los valores democráticos que representa y que han contenido al comunismo en este país y en la región.
»Sin prueba alguna, pasó de acusador a acusado; ahora es Uribe el de los testigos falsos. Pero esa es una nimiedad. Lo que le pretenden achacar es la creación del Bloque Metro de las Autodefensas para encarcelarlo de por vida con ese cuento. ¿Acaso no ven que están jugando con candela?».
La segunda columna es del 30 de julio de 2018, pero parece escrita ayer. Bajo el título ‘El comunismo no perdona’ [2] se esboza el panorama de lo que traería la detención de Uribe, que finalmente se cumplió dos años después. La siguiente es una versión condensada de ese escrito.
«La Corte Suprema de Justicia había dado las primeras puntadas del proceso con el que pretende meter preso a Álvaro Uribe desde febrero pasado (2018). En vez de cerrar sin mayores aspavientos, como suelen hacer a favor de la gente de izquierda, la investigación contra Iván Cepeda, acusado por Uribe de andar buscando testigos falsos en su contra, la Corte volteó la denuncia y señaló al expresidente de ser el que andaba buscando bandidos que acusaran al ‘honorable’ senador Cepeda.
»Sin embargo, no deja de ser curioso que esa alta Corte acuda a una acusación tan nimia como los presuntos delitos de “soborno y fraude procesal” para encausar a alguien a quien tratan de hacer ver como un criminal de la peor calaña, atribuyéndole, incluso, la conformación del Bloque Metro de las autodefensas, una de las estructuras paramilitares más violentas del país.
»Es como si la CSJ hubiera concluido que, por lo temeraria, esa acusación cae en el terreno de la fábula, y que el testigo que hace la imputación no es digno de crédito: el señor Juan Guillermo Monsalve, un confeso paramilitar y asesino (…) que ha recibido en la cárcel más de 20 visitas de Iván Cepeda Castro, archienemigo de Uribe y hombre cercano a las Farc, que bautizó uno de sus frentes más sanguinarios con el nombre de su padre: Manuel Cepeda Vargas.
»Hace unas semanas, la senadora Paloma Valencia advirtió que la Suprema se disponía a emitir orden de captura contra el expresidente Uribe y la tildaron de loca. Luego trascendió que varios juristas le recomendaron al expresidente optar a la presidencia del Senado por considerar que la CSJ no sería igual de dura con el presidente del órgano legislativo que con un senador común. Uribe descartó esa dignidad, y no pasó ni una semana de la instalación del nuevo Congreso cuando la nefasta Corte anunció el llamado a indagatoria de Uribe, un llamado que no viene solo porque lo que se traen entre manos es una medida de aseguramiento contra el expresidente.
»(…) Para su detención van a argumentar que estando en libertad podría influir en los testigos —lo cual es, de hecho, el meollo del montaje— o que podría eludir la acción judicial (…). Basta recordar que a Luis Alfredo Ramos lo tuvieron más de dos años en ‘detención preventiva’ por un caso similar de falsos testigos del que aún no hay fallo definitivo.
»La muerte política de Álvaro Uribe tiene muchos interesados y variados propósitos. Para empezar, el Cartel de la Toga le muestra los dientes al presidente Duque para que se olvide de su propuesta de unificación de las cortes, al tiempo que Santos y las Farc le envían un mensaje para que desista de modificar los acuerdos de La Habana. Adicionalmente, Santos llama a Duque (…) a no informar sobre el real estado en que encuentra el país. Como si fuera poco, se logra debilitar al uribismo y al nuevo gobierno, que corre el riesgo de ver agotarse el cuatrienio en una escandalera agobiante que provoque un clima de polarización verdaderamente invivible que favorezca los deseos de poder de la extrema izquierda.
»Pero, más que nada, el propósito es la venganza. El comunismo no perdona, y Uribe ha sido su mayor tropiezo en la región en las últimas décadas. En La Habana se convino una especie de defenestración moral del expresidente, llevándolo a los estrados judiciales y alejándolo de la política. Uribe preso y las Farc en el Congreso sería un retrato dantesco para cerrar un año que creíamos sería de restauración. Muchos creen que la Corte no llegará tan lejos, Dios los oiga, porque están jugando con candela».
Finalmente, ¿para dónde va todo esto? Sería bueno equivocarse sobre las siguientes apreciaciones, pero hay cosas fáciles de colegir: a Uribe lo quieren sacar por completo de la política y quitarle toda autoridad moral para que no le estorbe más al comunismo. Su muerte política es la muerte del uribismo. Y todo depende de las elecciones de 2022, en las que no lo dejarán participar de manera alguna. Para ello podrían tenerlo por años sub júdice, sin fallo definitivo, como a Luis Alfredo Ramos, dejando acéfalo al Centro Democrático. Seguramente, hasta le prohibirán el Twitter.
La otra alternativa sería acelerar su proceso de defenestración moral, condenándolo por este embuchado a ocho años de cárcel. Aunque también es posible que le imputen una causa más grande, como la supuesta conformación del Bloque Metro de las autodefensas y, ahí sí, apague y vámonos. El caso Fujimori es una clara muestra de que la venganza de la izquierda es insaciable. Que lo suelten, lo declaren inocente o le archiven el caso, es lo más improbable; a nadie le dictan prisión preventiva con un mamotreto de 1.554 páginas que justifican lo que sea por agotamiento, para después abrir las fauces y dejarlo ir sin más.
Ahora, ¿qué nos va a pasar como país? Hay mucho optimista diciendo que la CSJ está despertando un gigante dormido. Ojalá así fuera, pero este es un país malagradecido y desmemoriado del que hasta Bolívar tuvo que buscar la salida cargando el desprecio de todos. Si no fuera por Uribe, media Colombia estaría buscando comida en la caneca, y la otra media regada en una diáspora por el mundo. Y ser malagradecidos nos va a costar caro. Las encuestas favorecen al criminal Petro para el 2022. Cualquier triunfo de la izquierda nos convertirá en otra Venezuela; habrá una salida masiva de capitales e inversionistas y una crisis económica sin precedentes que generalizará la pobreza y nos llevará a un rápido colapso. Es que lo que está en juego no es la libertad de un hombre, sino el futuro de Colombia.
Solo un colmo de optimismo nos haría vislumbrar que esta tragedia griega se resuelva por sí sola y que se les caiga toda la estantería de este montaje criminal. Un Deus ex machina sería, literalmente, un milagro. Por cierto, ¿qué será lo que el expresidente de la CSJ, Francisco Ricaurte, le quiere contar a Álvaro Uribe sobre el Cartel de la Toga? Ese bandido se conoce todos los secretos de ese antro y puede tener la clave para amainar esta cacería. Pero, repito, eso sería un milagro.
@SaulHernandezB