Por: Abelardo De La Espriella
Cesó la horrible noche: el presidente Álvaro Uribe Vélez recuperó la libertad -que nunca debió perder- después de 67 días de un secuestro abominable, ordenado por el tartufo Santos y la izquierda radical, e implementado por el “Cartel de la Toga II”, versión recargada. La infamia orquestada con la precisión de un relojero suizo y la saña propia de la mafia estaba dirigida a sacar del camino al Gran Colombiano como fuere, pues, entre los protervos intereses de los enemigos de la República y la Casa de Nariño, es precisamente Uribe el muro de contención que separa a esos psicópatas del poder.
La izquierda sabe que, mientras Uribe esté en el ruedo, siempre habrá esperanzas de que Colombia pueda salvarse; no en vano los ataques, montajes, las amenazas de muerte y falsas noticias son el pan de cada día para un patriota inmejorable, que lo único que ha hecho es amar como nadie esta tierra que nos vio nacer. Históricamente, los grandes hombres que han transformado naciones y sociedades atraviesan, en el devenir de su existencia, predicamentos y vicisitudes colosales y extraordinarias, y Uribe no es la excepción: la devoción por la Patria suele tener un costo muy alto.
Al final de nada sirvieron las artimañas de la Sala de instrucción de la Corte Suprema y la violación de toda suerte de garantías procesales, ni tampoco la fabricación de testigos y demás pruebas falsas dirigidas por Iván Cepeda, y mucho menos la opereta de cuarta categoría protagonizada por “Batman” Montealegre y “Robin” Perdomo, así como la presión de seudoperiodistas obsesionados, politiqueros y sesgados, porque, entre sumas y restas, la justicia triunfó. La “mamertera” ha quedado con los crespos hechos: hay Álvaro Uribe para rato. Y sí, fueron días duros y muy difíciles, pero han servido para forjar aún más el espíritu de aquellos que creemos en el invaluable legado del presidente Uribe. El uribismo ha reverdecido por cuenta de la injusticia y se hará más grande con la intención de sacar al país adelante.
El proceso -ahora sí judicial- que reinicia con plenas garantías en la Fiscalía General, está llamado a ser archivado, por una elemental y potísima razón: el presidente Uribe no cometió delito alguno; ni siquiera traspasó con su actuar las barreras de lo éticamente incorrecto, como quedó evidenciado en las más de 22.000 interceptaciones ilegales ordenadas por la Sala de Instrucción y en una serie de pruebas legalmente obtenidas por la defensa, que, en esta oportunidad, sí serán evaluadas con ponderación y objetividad. No me puedo olvidar de Diego Cadena, de quien debo decir, hacía su trabajo, sin que pueda en estricto derecho predicarse en cabeza de ese abogado algún reproche penal. Que la luz de la justicia brille para él también, ahora que el velo del complot se ha corrido.
Con el presidente Uribe en libertad y la justicia volviendo a sus fueros, tenemos que concentrarnos en lo fundamental: la fumigación de los cultivos de coca, el retorno de los bombardeos aéreos, la clausura de la JEP, la recuperación de la seguridad, la salvación de la economía y el respeto por la institucionalidad, a través del ejercicio adecuado de la autoridad. Las luces del Gran Colombiano son determinantes y necesarias en momentos de tanta oscuridad y zozobra. Hoy más que nunca necesitamos a Uribe.
“El Tigre del Ubérrimo” está suelto. ¡Pobres de aquellos que quisieron acabarlo porque, en realidad, lo que han hecho es agigantarlo! “El Tigre del Ubérrimo” ha regresado a poner el pecho por todos nosotros y a dar la batalla, como lo hacen los colosos. “El Tigre del Ubérrimo” volvió para quedarse y enfrentar con todas sus fuerzas a los apátridas que tanto daño nos hacen.
La ñapa I: El “cuentazo” de las Farc para exculpar a Samper en la investigación por la muerte del doctor Álvaro Gómez Hurtado es una trapisonda que les saldrá muy cara a esos bandidos. Semejante despropósito es inaceptable. Nada bueno puede esperarse de esa alianza criminal.
La ñapa II: Apoyo irrestricto a un ciudadano y funcionario ejemplar: Carlos Holmes Trujillo.
La ñapa III: El Gobierno nacional debería solicitarle oficialmente al gobierno americano, la suspensión de las visas de todos los funcionarios colombianos que han intervenido, de una manera u otra, en el bloqueo “institucional” de las fumigaciones aéreas. Ese sería sin duda un buen comienzo.
La ñapa IV: Montería está en buenas manos: Carlos Ordosgoitia viene realizando una gran labor. ¡Felicitaciones Alcalde!