Por: Julián Quintana
No se puede olvidar que el plebiscito por la paz derrotó el proceso con las FARC, lo que significaba que el acuerdo, y por ende, cualquier institución derivada de este, no podía materializarse. A pesar de ello, el deseo de la mayoría de colombianos fue desconocido, y el expresidente Juan Manuel Santos nos sometió a este esperpento jurídico, con ayuda de las maquinarias políticas del momento y la infalible mermelada, en lo que fue una decisión abiertamente antidemocrática.
Ello ha traído nefastas consecuencias, el ilegítimo acuerdo nos sumergió en una etapa crítica, donde la Ley es para todos menos para los delincuentes, premiándose a estos terroristas sin que hasta la fecha hayan entregado sus bienes ilícitos, las rutas del narcotráfico o delatado los políticos que los apoyaron.
Y mientras tanto, los ciudadanos y empresarios que hemos sido respetuosos de la Ley, nos ha tocado pagar con nuestro trabajo honrado, los escoltas, camionetas blindadas y altos sueldos de estos “ex bandidos”, quienes anclados desde la impunidad que les ha otorgado la JEP, ahora nos pretenden dar cátedra de derechos humanos, peor no podemos estar.
No en vano recientes encuestas revelaron el rechazo, la falta de credibilidad y la poca aceptación de la mayoría de colombianos frente a las instituciones creadas por el fracasado proceso de paz, dentro de ellas se encuentra La Comisión de la Verdad. Es importante destacar el impacto de aprobar estas instituciones en relación con la perdida de credibilidad de la totalidad de instituciones del Estado, recalcar que el hecho de haberlas aprobado contra la voluntad del constituyente primario, terminó por minar la confianza ciudadana, eso explicaría la caída de la totalidad de instituciones en las últimas encuestas de opinión
Sin duda alguna, la afinidad de los integrantes de esta comisión con la ideología de las FARC (como públicamente lo han reconocido) le dará la posibilidad a los victimarios de construir su propia historia, sin mayor contraste fáctico o probatorio, con respecto a sus graves crímenes.
Por ello creo que se debe valorar la decisión de los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, quienes en mi concepto dan sus versiones ante esta comisión, no porque la consideren legítima, sino porque que se debe dejar claro, que los únicos criminales son los de las FARC, algo que no va a reconocer La Comisión de la Verdad, la cual estoy seguro maquillara la historia, presentando a estos terroristas, como románticos protectores de la sociedad e impolutos rebeldes.
Veo muy mal las cosas, ahora los victimarios son las víctimas, ni a la comisión, ni a la JEP les interesa la verdad, sino garantizarle la impunidad a las FARC. Por qué la JEP no quiso escuchar el testimonio del Jefe Paramilitar Mancuso que desmiente que Álvaro Gómez Hurtado fue asesinado por la guerrilla. La respuesta es muy sencilla, quieren que la verdad sea la que narra las FARC y no la que predica la verdadera historia. El nivel de descaro de la JEP es tan alto, que permitió que se escapara el narcotraficante Santrich y hasta la fecha no han sido capaces de asumir su responsabilidad por estos hechos, en mi opinión son unos victimarios con toga.
Es muy difícil comprender cómo el padre Francisco de Roux Presidente de la comisión, quien se ve muy cómodo en fotos con asesinos y narcotraficantes de las FARC, y quien además fue uno no las artífices del fracasado proceso de paz, pueda garantizar la imparcialidad que se requiere para reconstruir la verdadera historia del conflicto. Y qué decir de la comisionada Lucia González quien públicamente reseñó en redes sociales “Yo hoy estoy de fiesta porque las FARC constituyeron su partido político. No solo respeto, comparto sus principios. Buen camino”. Leyendo esto uno se pregunta si comparte el asesinato, violación de niños y narcotráfico como forma de lucha.
Esto es tan grave como si un Juez se tomará una foto con la persona que procesa y le ayudara a armar su estrategia de defensa. Es inconcebible que quienes están encargados de construir la historia comulguen y justifiquen a estos bandidos, deberían por vergüenza o incluso por salvar la credibilidad de la comisión renunciar, y más bien irse a militar al partido de las FARC.