Por Marco Fidel Ramirez
Con entonado acento de ´´camarada´´ petrochavista el recién estrenado ministro del interior, doctor Alfonso Prada, advirtió que como sea, es decir a la brava, a las buenas o a las malas, y con la movilización de las hordas petristas y presionando al Congreso si fuere necesario, la reforma tributaria debe ser aprobada porque lo que el gobierno necesita es mucha, pero mucha plata.
La amenazante advertencia de Prada nos recordó a los colombianos el talante chafarote de Nicolás Maduro y el estilo dictatorial de su segundón en Venezuela, Diosdado Cabello, en sus kilométricas intervenciones televisivas plagadas de populismo amenazante y promeserismo irresponsable. Señor ministro ´´Diosdado Prada´´ ya entendimos que la izquierda se trepó al poder en Colombia y que por lo tanto la institucionalidad y la normatividad constitucional serán reemplazadas por el capricho presidencial y las improvisaciones de los mediocres y arrogantes ministros que conforman ese circo que ustedes llaman gabinete.
Ya entendimos que el criterio del amiguismo, el compadrazgo y la manguala rara, será la cantera que proveerá los más altos cargos del estado y las más altas dignidades del gobierno nacional en los próximos 4 años, sin importar cuantos manuales de funciones haya que reformar para acomodar a toda la clientela mamerta que ha madrugado a cobrar.
Ya entendimos que para el régimen de Gustavo Petro el fin justifica los medios y que no importa cuantos generales haya que tirar a la calle con tal de conseguir una cúpula militar mansa, obediente, temerosa y contemporizadora con la guerrilla y benevolente con los vándalos de la ´´primera línea´´.
Ya entendimos que la prioridad del nuevo gobierno no es el bienestar general de los colombianos, sino la paz total para los hampones, los terroristas, los clanes del narcotráfico y todos los grupos al margen de la ley, que apadrinados por sus representantes en el Congreso, ya tienen su futuro asegurado y plenamente garantizado con nuestros impuestos. Ya entendimos que la idea es avasallar los derechos fundamentales de la vida, la familia, la propiedad privada y la libertad religiosa, con la disculpa de un cambio que alineará nuestro país con el Foro de Sao Paulo y la siniestra agenda 2030 del pacto globalista. Ya entendimos que su discurso de odio disfrazado de ¨política del amor¨ servirá para desmantelar las fuerzas militares, neutralizar a la Colombia creyente, desactivar el aparato productivo, ´´democratizar´´ la tierra con abrumadores impuestos a sus propietarios, arruinar a los ganaderos, doblegar a las iglesias con cargas adicionales, amenazar a la prensa independiente, acosar judicialmente a los opositores y hacer decrecer la economía para igualarnos a todos con el rasero de la miseria y la ruina.
Ya entendimos que los postulados de la Constitución en este gobierno serán lo de menos y que las doctrinas de la ideología de género, del M-19 y de la brujería y el chamanismo ancestrales marcarán el rumbo de la reforma política, la reforma laboral, la reforma electoral, el futuro pensional, la política educativa, las elecciones venideras y todo el aparato estatal. Ya entendimos que para ser parte del actual gobierno nacional no se requerirá honradez, integridad, experiencia laboral y una brillante hoja de vida, sino que será suficiente acreditar filiación izquierdista, certificación de militancia en grupos subversivos, un amplio prontuario o una total disposición servilista para respaldar el proyecto político presidencial del tal Pacto Histórico con el cual destruirán sin rubor el destino de esta gran nación.
Pierda cuidado señor ministro del interior, doctor Alfonso Prada, pues ya entendimos que hoy la izquierda, para nuestra desgracia, nos gobierna. Pero sepa ahora usted que también los colombianos sabemos a ciencia cierta que cuando la izquierda gobierna el desastre está asegurado y la ruina está garantizada. Claro que entendimos su mensaje doctor Prada ¿acaso cree que somos imbéciles?. Pero por favor no nos amenace, que somos colombianos y muchos valientes cristianos. Eso significa que somos hombres libres y que nada ni nadie puede amedrentarnos; y que solo ante el Señor Jesucristo nos arrodillamos. ¡Y el que entendió, entendió!.