Por: Juan Pablo Bieri
En días pasados, y en medio de todo lo que se ha dicho y escrito de mí, me detuve en una columna publicada el 21 de enero por el diario EL TIEMPO titulada ‘Sobre RTVC y su gerente’ escrita por Marcela Benavides. Me permitiré, por ser un texto que reúne varios elementos clave, hacer un comentario respetuoso de cada uno de sus aspectos, como una manera de replicar y aclarar lo que en verdad ocurre.
El primer día de mi llegada a RTVC comenzó con un anónimo en mi escritorio. Un documento que detallaba posibles irregularidades en los procesos de contratación de los canales públicos de TV y que, en mi calidad de gerente, de inmediato ordené investigar, consolidar y trasladar, como lo ordena la Ley, a las entidades de control. ¿Qué movió a la o las personas que elaboraron ese anónimo? Imagino que denunciar irregularidades, aprovechando el cambio de Gobierno. ¿Qué se halló? Ya veremos cuando comiencen a salir los resultados de las investigaciones de quien corresponde adelantarlas.
La columna en mención arranca señalando que como Gerente no tengo injerencia en las decisiones de programación y parrillas de Señal Colombia. Esta afirmación es errada. Tanto en el Manual de Funciones de RTVC como en las Resoluciones 054 de 2006 y 1154 de 2008, se establece que el Comité de Programación de Señal Colombia debe ser presidido por el Gerente de la entidad o su delegado, que en todos los casos debe ser la Subgerente de Televisión. Era, por tal, mi deber como Gerente opinar sobre las parrillas de contenido, aportar, sugerir, ordenar, todo con el fin de asegurar la calidad de los productos emitidos por los canales de la Entidad. De acuerdo con mi experiencia, en el caso de ‘Los Puros Criollos’, la mejor decisión era dejar descansar la audiencia y generar expectativa frente a los nuevos contenidos que ya estaban producidos y que se iban a estrenar en el mes de enero, tal y como lo hacen Netflix o HBO entre las temporadas de sus series más exitosas.
Es importante tener en cuenta que, a mi llegada, encontré que lo que se estaba emitiendo en Señal Colombia de dicha serie era la repetición de capítulos antiguos del programa, de su cuarta temporada, producidos en el año 2016 y en repetición durante los últimos 2 años. Por ello también le pedí a la directora del canal en octubre del año pasado que le diéramos la oportunidad a otras series y contenidos, también ganadores de premios, de estar en el horario estelar de Señal Colombia.
De otro lado, indica la columna que desconozco los procedimientos de programación del canal, porque sugiere que debo tener en cuenta un Manual de Producción existente en la Entidad. Nuevamente se trata de una afirmación falsa. La administración pública se rige por actos administrativos y dicho Manual no reposa en ningún acto administrativo, por lo tanto, no tiene carácter vinculante. Con todo respeto, y sin haber incurrido en este aspecto en fallo alguno, le recomiendo a la columnista leer con detenimiento las resoluciones antes señaladas.
También es pertinente señalar que si bien RTVC es una Empresa Industrial y Comercial del Estado y su régimen de contratación misional se rige por el Manual de Contratación interno, esto no significa que se puedan desconocer los principios de la Contratación pública, porque el recurso es de origen público. Eso significa, por ejemplo, que los contratistas no pueden negociar a nombre de la Entidad y menos hacer compromisos de contratación con externos, en nombre de dineros públicos.
En la columna también se me acusa de haber desmontado el mercado de coproducción 2018 de Señal Colombia. Esta afirmación carece de total veracidad. A mi llegada al cargo encontré que la directora de Señal Colombia ya tenía negociadas las coproducciones con base en el Manual de Producción que, como expliqué anteriormente, no tiene poder vinculante desde el punto de vista legal. Es decir, que si se atenta con alguna norma de Contratación Pública, en sentido estricto está mal hecho el procedimiento, como se encontró en este caso.
La Oficina Jurídica de la entidad, que estuvo hasta mi llegada convenientemente acéfala por más de 18 meses, me informa que los procesos de negociación se habían llevado de forma irregular, porque no cumplían con los requisitos establecidos en las resoluciones que rigen este tipo de contratación. Por esta razón, se decidió dar cumplimiento a las normas vigentes e informar a los entes de control sobre las irregularidades halladas,debido a que comprometían recursos públicos.
Aun no comprendo el interés que tenía la entonces directora de Señal Colombia en que yo firmara los contratos que ella había negociado, máxime cuando la Subgerencia de Televisión es competente para firmarlos. De hecho así lo venían haciendo e hicieron por años, sin participación de la Gerencia de RTVC. Me quedan grandes preguntas: si estaban tan seguras de cumplir con todos los requisitos de ley, ¿por qué no firmaron los contratos directamente como se les sugirió? ¿Por qué había una insistencia clara en escalar el tema a la Gerencia para que los firmara? En mi calidad de Gerente no podía firmar un contrato sin contar con el visto bueno de la Oficina Jurídica de la Entidad, quien ya me había informado de las irregularidades cometidas durante el proceso de contratación.
A pesar de todo lo anterior, y ante un intento (uno más de tantos ataques) de endilgarle a mi gerencia “de querer destruir el mercado de coproducción”, me reuní con las casas productoras el pasado 16 de enero, en presencia de la ANTV, y encontramos, de manera consensuada y transparente, una salida legal, apegada a las normas para rescatar la coproducción del 2018 y hacer más participativo y transparente el proceso de coproducción para el año 2019.
En la columna se menciona la teoría de la economía naranja y sí, efectivamente, tiene toda la razón. Precisamente por ello, me comprometí en reforzar el proceso de
convocatoria y selección de contenidos en el mercado de coproducción, pues es importante darle las mismas oportunidades y condiciones a muchas más empresas productoras, en el marco del concepto de la economía naranja.
Es hora de que no siempre las mismas productoras, sino muchas más que están en capacidad de ofrecer contenidos de altísima calidad, tengan oportunidad de trabajar con la entidad en el mercado de coproducción. Por eso, para el mercado de 2019, ordené integrar a la academia, expertos y entes de control, para tener un proceso sólido,transparente y democrático.
En este punto es importante dejar claro que las decisiones de contratación de las casas productoras hasta hoy han venido siendo realizadas exclusivamente por la Subgerente de Televisión, quien es competente para realizar contrataciones directas.
Ante las denuncias, hallazgos y procesos nuevos de transparencia y legalidad implementados en mi gestión, el interés oscuro por mi renuncia se hizo aún más intenso.
Qué curiosa coincidencia que una de las personas investigada por estos supuestos actos de corrupción, descritos en el anónimo, sea la misma que grabó una conversación privada sin consentimiento de los participantes y que la entregó para ser divulgada ante los medios con el único fin de lograr mi separación del cargo. No me corresponde adelantarme a las decisiones que deban tener las autoridades, pero sin duda, cuando ello suceda, se esclarecerán los verdaderos intereses que han movido este escándalo.
Seguiré firme en mis convicciones. Seguiré fiel a mi idea de legalidad. Pequé, sí por impetuoso, pero jamás por dubitativo o acomodado. Hoy más que nunca estoy convencido que los medios públicos de nuestro país cuentan con el capital humano y técnico preciso para dar el gran salto a la modernidad, a la transformación digital, como garantes de nuestra cultura, diversos, incluyentes, pero sobre todo legales. ¡Seguimos!
JPB