Por: David Meza Pretelt
Algo es casi seguro para el votante colombiano y es que habrá al menos un ingeniero en segunda vuelta, lugar que según la mayoría de encuestas tiene prácticamente asegurado Federico Gutiérrez, quien últimamente se ha visto en aprietos por la remontada del candidato Rodolfo Hernández.
El ex Alcalde de Bucaramanga con su estilo particular y para algunos populista de hacer política, es un verdadero outsider y anti político, en una campaña en la que todos le apuntan a mostrarse independientes y portadores del tan mencionado “cambio”.
El colombiano de a pie, que se levanta a diario a trabajar para poner el pan sobre la mesa y ve como día a día su ingreso pierde poder adquisitivo, siente que la política tradicional ya no tiene las herramientas para gestar un verdadero cambio. Mientras tanto algunos políticos tanto de derecha como de izquierda, amasan grandes fortunas a costa del erario público, se enredan en peleas intestinas entre ellos criminalizando al opositor y profundizan en un discurso de odio que tiene hastiado al votante.
En la opinión pública coge fuerza la idea de que el Ingeniero Hernández podría ser el único con una opción real de atraer el anti-petrismo y el anti-uribismo, bajo la consigna de romper el establecimiento para acabar con los corruptos y sus prácticas de hacer campaña a través de maquinarias gigantes, aceitadas con sumas astronómicas de dinero, para llegar a pagar favores en lugar de gobernar; repartiendo el Estado como mermelada sobre una tostada.
Petro y Gutiérrez cargan con el peso de tener en sus filas representantes de la política tradicional tan repudiada por el votante, que tras el Covid y el escenario de crisis económica mundial está dispuesto a arriesgar más para obtener mayores resultados. Sumado a esto la ciudadanía está agotada de los escándalos de la política tradicional. Mientras desde las campañas de Petro y Gutiérrez disputan el apoyo de todo aquel que les ofrezca votos, así los tengan que ir a buscar hasta la cárcel.
Ese “todo vale” que rechaza el votante, es lo que dice combatir la campaña de Hernández. Incluso su movimiento político se llama Liga contra la corrupción y el ingeniero sin necesidad de ostentar mamotretos llenos de propuestas programáticas que históricamente se han quedado en el papel, hoy en día tiene un 20% de posibilidades de pasar la 1ª vuelta y es el único que según encuestas le ganaría a Gustavo Petro en 2ª vuelta.
“Parranda de sinvergüenzas, es una guarida de atracadores, ladrones” es como Hernandez define a los políticos tradicionales, cantándoles la tabla en un discurso fácil de asimilar por el votante descontento, que cala en lo más profundo del sentir ciudadano.
Al acercarse la jornada electoral la gran mayoría de ciudadanos definen realmente su voto, en una decisión más emocional que racional. El rechazo a la política tradicional de clanes y compra de votos es una realidad, pero el pavor de dar un salto al vacío del autoritarismo socialista le agrega aún más tensión al escenario del 29 de mayo.
No es cierto que Colombia esté bajo el yugo de “los mismos por 200 años” como quieren hacer ver desde una orilla. Ha habido alternancia en el poder con visiones muy distintas, pero la corrupción que ha permeado el ejercicio de la política, no permite al ciudadano sentir confianza en la institucionalidad. Esa misma corrupción es el enemigo que a capa y espada Rodolfo propone combatir, manteniéndose en una línea clara a lo largo de toda la contienda electoral como estrategia.
La falta de eficacia para gestar cambios en el pasado hoy está instalada en las dos campañas que aparentemente lideran la intención de voto, si por un lado cuentan con el apoyo de Pastrana, por el otro están con Samper, poniendo al votante a elegir entre visiones de país que ya han sido probadas y que han causado bastantes desilusiones.
En ese escenario a Petro, que viene haciendo campaña presidencial hace 12 años, se le dañó la presidencia en primera vuelta que tanto ansiaba y que entre sus huestes algunos ya celebraban con comentarios triunfalistas, como el de Armando Benedetti sintiéndose a “media uña” de ganar. Pero en las toldas de Fico la preocupación es aún mayor porque esa estrategia de recoger maquinarias y carecer de un mensaje de cambio contundente, ya la tuvo Vargas Lleras hace 4 años y no le salió nada bien.
Rodolfo Hernández podría lograr un hecho sin precedentes en la historia de Colombia: llegar a la presidencia sin congresistas, jefes políticos o maquinarias. ¿Cómo piensa gobernar? Es la incógnita que solo la práctica resolverá si llega a ganar.
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