Por: Sergio Alzate
Un referendo es una expresión legítima de la democracia directa, una forma de maduración del sistema democrático que hace más transparente el gobierno, las instituciones y construye una mayor cohesión social alrededor de temas de país, de soluciones colectivas que cuentan con la conciencia de la más amplia participación de la sociedad.
Nuestra democracia no sólo es imperfecta, sino que está maltrecha por la burla del gobierno anterior respecto a los resultados del plebiscito que no fueron respetados, y por la ausencia de compromiso del nuevo gobierno para enmendar dicho desconocimiento, el cual ha mostrado gran frivolidad y apatía a la plataforma que trazó y lo llevó al triunfo a pesar de su total ausencia de trayectoria o experiencia. Algo que el país percibe como un gran gesto de ingratitud, un desprecio por las personas que creyeron en su voluntad y en su coherencia.
Como promotor y representante del referendo Colombia 2020 libertad y orden, que impulsamos junto con el doctor Herbin Hoyos, con quien obtuvimos más de 1.200.000 firmas válidas de casi 4 millones de firmas recogidas con un amplio voluntariado nacional, nos quedaron unos aprendizajes fruto de los cuales expongo algunas reflexiones.
En primer lugar, un nuevo referendo debe ser menos político y tener un mayor énfasis en lo económico, en la austeridad gubernamental y en la transparencia política. Hoy estamos en un contexto muy diferente, estamos ante un gobierno que equivocadamente ha legitimado a la JEP y los acuerdos de la Habana, dejando de ser una preocupación de interés nacional. Hay indignación colectiva por reiteradas manifestaciones de impunidad que nos estremecen cada semana, sin legitimidad alguna de las cortes, del congreso, ni las instituciones en general, no se percibe una solución real en el corto plazo.
El país vive una nueva realizad marcada por un momento de conmoción económica fruto de la emergencia del Covid-19, de las inundaciones, de los huracanes, los altos precios del dólar, y por un gradual y sostenido congelamiento de la economía, en especial de la industria y el agro, decaimiento que venía desde el gobierno anterior y han tenido continuidad en el actual gobierno hasta convertirse en un estado crítico.
El mercado laboral de abril de 2019 registró seis (6) millones de desempleados, y se pasó de tener en marzo de 2019, 20.5 millones de ocupados a tener 19 millones de ocupados, es decir que se perdieron 1,5 millones de empleos en un solo mes y se calcula que a la fecha se han perdido 5 millones de empleos, y se reportan 14,7 millones de inactivos. La tasa de desempleo de abril llegó a 24 %, superando las cifras de la Gran Encuesta Integrada de Hogares de enero de 2002 que fue de 17,9 %.
Los sentimientos y preocupaciones del país han cambiado radicalmente desde aquella gesta democrática, así lo revela la última encuesta realizada por Cifras y Conceptos para la Universidad del Rosario y el periódico El Tiempo, sobre las preocupaciones de los jóvenes, en la cual evidencian que la situación de la economía y la falta de empleo, son las dos mayores preocupaciones que tiene este segmento poblacional, temas que junto a la corrupción y la injusticia les causa a los jóvenes “menos alegría, un poco más de miedo, más tristeza y más ira”.
Es nuestra responsabilidad convocar al país para ser parte de la solución efectiva alrededor de una causa que reactive la economía, promueva el empleo, que enfrente la corrupción, la impunidad y la injusticia, de otro modo no habrá posibilidad de éxito.
Debemos convocar al país para implementar medidas severas de austeridad, que impliquen un recorte en los gastos de nómina y de funcionamiento y una reducción absoluta del Estado de al menos un 30%, y que dichos recursos se destinen a un fondo de reactivación de la economía, el empleo y la realización de obras públicas y proyectos productivos intensivos en mano de obra que a su vez sean estratégicos para el desarrollo del país, con especial énfasis en movilidad, soluciones logísticas, transporte multimodal, energías alternativas, vivienda e infraestructura social.
Se necesitan implementar medidas de carácter solidario que ayuden a los más vulnerables a oxigenar su economía familiar de manera transitoria en materia de pensión solidaria, aportes solidarios para familias con menores de 5 años, acceso gratuito a la educación superior y otros incentivos para estimular las mypimes. Así mismo revivir la intención de sancionar con cadena perpetua para funcionarios corruptos responsables de la ordenación del gasto público.
Para un referendo exitoso no bastará con enarbolar las banderas de lucha contra la JEP, ni la impunidad a las FARC, y ni el temor al castrochavismo, el país ya cambió y la mala imagen del actual gobierno por la incoherencia frente a la plataforma y la insuficiencia de sus acciones, exige tomar alternativas reales que permitan posibilidad real de triunfo en un nuevo referendo que sirva de impulso para recuperar la posibilidad de ganar en 2022.