Por: Paloma Valencia
Hemos conocido el expediente del proceso contra el Presidente Uribe y vaya si hemos encontrado sorpresas. Además, las entrevistas que se han suscitado han develado asuntos que llaman la atención.
Empecemos por Monsalve, el delincuente común que quiere hacerse pasar por paramilitar. Dijo saber que Álvaro Uribe había organizado grupos paramilitares en Antioquia. Preguntado sobre si conocía a Uribe, dijo que no lo había visto nunca. Pero con ese testimonio, que obtuvo el Senador Cepeda después de varias visitas en la cárcel, se cotizó.
Si tomamos los elementos de la entrevista de Pardo Hache tenemos una versión. Dice este otro preso, compañero de celda de Monsalve, que a Monsalve le dieron hasta una finca; que vive con privilegios que ningún preso tiene, conseguidos presuntamente por Don Iván. Sin embargo, sostiene, Monsalve estaba preocupado porque ya su testimonio había perdido importancia. Que estaba desesperado por nuevas y mejores prebendas, que quería salir libre. Por eso, decía que quería tener contacto con Uribe, y por eso Pardo Hache envía razones para que vengan a buscarlo.
Lo visitó Cadena el abogado de Uribe. En su versión Monsalve sostiene que trataron de hacerle cambiar el testimonio, ofreciéndole hacerle una solicitud ante la JEP. Dice que ese mismo día, estaba el otro abogado de Uribe: Lombana. No con él, pero ahí cerca con Pardo y que también le habían ofrecido hablar con él. No se acordaba del nombre, pero en medio de la declaración buenamente alguien se lo sopla. Lo dice como para reforzar la presión que tenía. Sostiene que “Caliche”, un amigo, fue enviado por Uribe para que cambiara su testimonio. Dice que lo van a cambiar de cárcel, pero que él ya habló con Don Iván.
Caliche, por su parte, reconoce que le dijo eso, pero como una exageración. Que nunca estuvo con Uribe ni habló con él.
¿Qué pudo pasar? Pareciera que los beneficios no eran suficientes o peligraban. Interpreto yo, de las grabaciones de Monsalve, que le apuntó a ser incluido en la JEP como mecanismo para recobrar su libertad. Y vio dos caminos para que lo aceptaran en la justicia transicional: A través de Uribe o a través de Cepeda. Cada camino exigía una versión distinta. ¿Cómo decidió la versión? ¿Lo inspiró un profundo respeto por la verdad? Sus conversaciones lo delatan: buscaba la mejor propuesta. Dijo que Uribe quería obligarlo a cambiar su testimonio original.
Cadena –abogado de Uribe- que supuestamente le ofreció un recurso para que se presentara a la JEP; no se lo hizo. En cambio, abogados vinculados a la izquierda, sí le hicieron la solicitud ante la JEP. ¿Dónde consiguió esos abogados?¿Cómo los paga? Llama la atención que Monsalve haya compartido abogado con Santrich. Tanto abogado ha tenido que ni el nombre se sabe.
Lo más temible de todo lo que hemos visto, es que hoy el nombre y la libertad del Presidente Uribe esté pendiendo de los testimonios de delincuentes como estos. ¿Por qué nuestro sistema judicial acepta poner en entredicho la honorabilidad de ciudadanos con importante trayectoria, por los testimonios de criminales para quienes mentir es una insignificante conducta, pues han traspasado límites no solo morales, sino legales perpetrando los más terribles crímenes?
Este país hace congresistas a narcos y terroristas, y apóstoles de la verdad a los criminales que se benefician destruyendo lo que es grande. Algo está fundamentalmente mal. Urge enmendarlo.