¿QUIÉN PAGARÁ LA CUENTA?

Por : Álvaro Ramirez Gonzàlez

El gran problema de Juan Manuel Santos es que le dejó a Colombia una cuenta impagable.

Suena apocalíptico, pero la realidad dos años y medio después de su salida, ha sido imposible totalizar esa cuenta que día a día crece más y su pago se aleja más de las posibiiidades de los colombianos.

Y pagarla no le toca a Duque; nos toca a los colombianos que pagamos los impuestos y ponemos las víctimas de un país política y socialmente envenenado y desbaratado.

Cómo se paga esa cuenta?
Cuanto se tomará pagarla?
Por qué hay que pagarla?

Empecemos por la última; hay que pagarla para que el carro del país salga de la trocha y regrese al pavimento.
Hay que pagarla para que el Gobierno recupere su capacidad de invertir, para resolver las necesidades y mejorar las condiciones de vida de todos.

Sin pagarla es imposible.

Pagar esa desproporcionada cuenta supone grandes sacrificios fiscales, tributarios y administrativos.

Eliminar la mermelada para los Congresistas que instauró Santos supone un ahorro fiscal de $ 12 billones en los cuatro ańos de Duque.

Eliminar la compra de medios que invento Santos, supone también un ahorro cercano a los $ 2 billones en el cuatrienio.

La otra forma inevitable de pagar esa deuda es renegociando la deuda pública del país
No solo mejorando las tasas de interés, sino alargando los plazos de pago.

Y finalmente, aumentando en el corto plazo, la deuda externa que para la pandemia significó US 20.000 millones adicionales a la deuda que ya teniamos.

Y naturalmente aplazando gastos e inversiones y proyectos de infraestructura que se iban a abordar y no son de carácter urgente.

Todo un tratado de método y disciplina financiera que fue justamente lo contrario de lo que Santos hizo.

El guayabo de esa larga fiesta de derroche obliga un larguisimo periodo de abstinencia sin fiestear.

Las secuelas del gobierno Santos no paran.
La guerra contra la delincuencia y el narcotrafico financiado por 200.000 hectáreas de coca es demasiado costosa pero inaplazable.

Y todavía hay secuelas de fiesta.

El Senador Iván Marulanda y algunos congresistas amigos quieren hacer fiesta con el presupuesto nacional proponiendo una renta básica para 9 millones de colombianos, en un intento equivocado de que el Gobierno resuelva de tajo la pobreza en Colombia con el exiguo presupuesto nacional.

Suena a fomentar la vagancia y no el trabajo.
Una chifladura!

Predecir el tiempo que se tomará pagar, la deuda de esa fiesta de derroche y compromisos que dejó Santos no es muy previsible para el país y menos enfrentando una pandemia que cayó de improviso.

Iván Duque ha trabajado con juicio, con austeridad, ha priorizado las inversiones y no ha usado mucho el espejo retrovisor.

Por qué no son lamentos lo que necesita el país.Son soluciones.

Cada Presidente hace unas obras, una tarea de gobierno, gasta e invierte el presupuesto a su manera y deja una huella.

La huella que dejó Santos es muy mala.
Malísima

La situación fiscal y de orden público ha mejorado poco a poco.

Pero hay que decirlo, Santos le dejó a Duque un país en muy malas condiciones.

Sin un centavo, con la mitad de sus programas desfinanciados, endeudado hasta el cuello y con compromisos firmados impagables.

Y además con un crecimiento económico nulo.
Y como si le faltara algo a ese venenoso cóctel, los empresarios ahogados pagando el 71% de sus ingresos de impuestos después de tres reformas tributarias.
Y cierra el nebuloso panorama, el pueblo estrenando un IVA del 19%, con el que Santos logró terminar su mandato con el agua al cuello.

Unos signos vitales malísimos.

Huella de una gerencia pública irresponsable, tramposa y derrochona al extremo.

Duque deberá como pueda conducir un carro sin combustible, sin batería, y sin frenos.

Eso recibió Duque de Santos.
La historia ya está escrita.

Y nos toca pagar esa cuenta!

alragonz@yahoo.es

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