Por: T. Coronel Gustavo Roa C.
Ante todo, debemos aprender como norma fundamental de convivencia, a decir las cosas como son, sin negar lo que ya existe; no se puede pretender hacer ver ante los interesados, la existencia de una norma vigente, como una novedosa causa propia e iniciativa gubernamental.
En reciente aparición pública del presidente, este manifestó como iniciativa propia, una reforma para que en el futuro los soldados y policías pudiesen alcanzar con el tiempo, el grado de generales de la Republica.
En temas de infraestructura Militar y policial y sus procedimientos vigentes de méritos para ascensos institucionales, la ignorancia o desconocimiento del presidente y sus asesores, parece ser evidente. Adicionalmente a este extraño desconocimiento o deseo de no aceptar las verdades y realidades existentes, podría entonces considerarse que, con este tipo de omisiones, se pretende crear expectativas, ante una norma ya vigente desde hace muchos años.
Con este tipo de manifestaciones públicas, se desdibujan injustamente la equidad y los méritos promocionales y crea confusiones en los soldados y policías, con la duda de la existencia de protocolos vigentes, los cuales no solo ya han sido una realidad, sino que vienen siendo aplicados exitosamente desde hace muchos años y están contenidas en las normas reglamentarias de las fuerzas militares y de policía.
A través del ya conocido y fingido guion, que practican y calcan a la perfección, mandatarios de izquierda, lo han utilizado con éxito y esto les ha permitido convencer, a través de pronunciamientos singulares y actitudes grandilocuentes a ensimismados auditorios, víctimas de las verdades a medias, donde se desconocen realidades vigentes, para adjudicarse la autoría, de iniciativas ajenas.
No obstante, algunos especialistas en la conducta humana, dicen que las personas que mienten tienen entre algunas de sus características físicas, las pupilas ligeramente dilatadas, la anterior característica es un claro indicativo de tensión y concentración.
Quienes hablan con personas que mienten, dicen que éstos parecen más nerviosos que los que dicen la verdad, tal vez porque sus voces tienen un tono más alto y la pronunciación deletreada de algunas palabras para hacerlas más impactantes y darles mayor sonoridad, es evidente en algunas intervenciones presidenciales.
No es comprensible que el presidente y su ministro de defensa no quieran aceptar, cómo funciona desde hace muchos años, el sistema de promociones, estímulos y ascensos en las Fuerzas Militares y la Policía, donde por años miles de soldados, cabos o sargentos han llegado a las escuelas de formación y algunos por sus méritos han alcanzado el grado de General entre los oficiales o el de sargento mayor de comando, entre los suboficiales.
El más reciente caso ocurrió con el último general comandante del Ejército, el general Eduardo Zapateiro Altamirano, el cual fue soldado y luego ingresó en forma directa y por sus méritos y distinciones a la Escuela Militar de Cadetes, para continuar su carrera.
Casos similares al del General Zapateiro los tenemos en muchos militares, entre ellos el padre del General Mejía Ferrero ex comandante de las Fuerzas Militares, el también General Nelson Mejía Henao, General Rocha Ayala, General Díaz Sanmiguel y otros que llegaron a las más altas jerarquías Militares, desde soldados y posteriormente han ocupado altos grados y cargos en la carrera militar, ya sea cómo oficiales o como suboficiales.
¿Será qué el presidente, su ministro de defensa o sus asesores no saben o no conocen o lo omiten a propósito y con clara intención divisionista, qué desde hace muchos años, las escuelas de formación en las fuerzas militares y en la policía, crean estímulos especiales para todos aquellos soldados y policías qué se distingan en la ejecución de sus labores y obligaciones del servicio militar, para ser promovidos con costos mínimos a las escuelas de oficiales y de suboficiales para que allí puedan adelantar su carrera militar?
Esos estímulos, son el fruto de esfuerzos de preparación, capacitación y trabajo de los mejores hombres que le sirven al país, como colombianos prestadores del servicio militar o como soldados voluntarios y profesionales y no el fruto de un capricho populista y politiquero, para quedar bien ante las personas que son neófitas en estos temas.
Los expertos populistas son alumno del histrionismo de izquierda, contaminan con su aparente ignorancia y su diatriba egocentrista, a los que lo escuchan y son aún más profanos que ellos, logrando de esta forma crear un ambiente malsano al interior de las instituciones Militares y de Policía y una falsa intención de equidad e igualdad, en un aspecto que es un hecho ya vigente.
Me resisto a creer que sea una intención perversa, pues la forma y la dialéctica utilizada para promover mayores oportunidades en todos los miembros de las instituciones, no es adecuada, ni franca, ni transparente, más aún en un mandatario que promulga una “paz total”.
Esta paz total, no debe promoverse solo con los delincuentes y antisociales, sino también creando un clima de convivencia dentro de las entidades del Estado y la sociedad en general, sin demeritar y pisotear lo que está establecido, las mejoras son oportunas, pero no desconociendo logros y decisiones anteriores, que inciden negativamente en la unidad nacional. Nadie puede pretender ser la verdad revelada, principio y fin de todas las ideas.
Vemos en los auditorios y plazas públicas, colombianos llenos de necesidades, pero también de esperanzas, que solo asientan la cabeza de adelante hacia atrás, esperando la cristalización de tanta promesa.
Mi deseo como colombiano es que todos los ilusionistas de la izquierda, que vemos y escuchamos a diario y los medios de comunicación los elevan y ensalzan con enfermiza certeza, les cumplan a esos fanáticos electores, que hoy mantienen su fe, para que por lo menos el 10%, de sus populistas promesas, sean realidad.
Si las cosas no toman su cause normal, será incierto el futuro inmediato de Colombia, el mandatario de los colombianos en vez de ser un experto burócrata populista, con un equipo de gobierno que no asesora, ni habla, ni recomienda, ni conoce aspectos técnicos de sus carteras, excepto uno de ellos, el resto solo cumplen al pie de la letra las instrucciones y órdenes emitidas con convincente capacidad oratoria, por parte de su jefe, actitud que aplauden, los embelesados auditorios y fanáticos del “cambio”, sin entender aún, si el tan promocionado cambio, es solo otra utopía distractora.
Debería más bien el equipo de gobierno, asesorarse antes de pretender promocionar públicamente iniciativas que ya son hechos cumplidos y logros institucionales alcanzados desde hace mucho tiempo.