Por Oscar Garza Bello – CDMX
Existe la falsa creencia de que los empresarios adoran el libre mercado, pero esto es una falacia. Como compradores les encanta comprar en mercados competitivos para obtener la mejor calidad, precio y servicio en los insumos que adquieren. Pero cuando venden, quieren ser monopolios para embolsarse grandes ganancias.
Por lo anterior, las megacorporaciones multinacionales gastan cientos de millones de dólares en cabilderos profesionales y en impulsar a políticos que promoverán leyes, contratos y subsidios que beneficiarán a estas grandes empresas.
El monopolista quiere un gobierno fuerte, pero a su servicio que lo proteja de la competencia. Por eso vemos la tendencia de que megacorporaciones multinacionales apoyan a políticos socialistas que harán crecer el tamaño de sus respectivos gobiernos. Estos políticos le pagarán el financiamiento de sus campañas a estas corporaciones generando regulaciones que las protejan de la competencia, les otorgarán contratos, y les proveerán de subsidios o exenciones fiscales.
Hoy lo vemos muy claramente en las compañías de BIG TECH como Google, Amazon y Facebook que son grandes contratistas del gobierno de E.U.A., promotoras de propaganda y de censura de adversarios, y que han sido protegidas de demandas antimonopolio por lo menos en E.U.A. Sin embargo, algunas de estas empresas ya han sido acusadas y encontradas culpables de prácticas monopólicas en algunos países europeos.
¿Por qué creen ustedes que las compañías farmacéuticas y las aseguradoras que tienen planes de salud apoyaron a Obama? Porque este les dio el llamado Obamacare, plan de seguro médico gubernamental que reduce la competencia en el sector salud y que, a mediano y largo plazo, resulta más caro para sus “beneficiarios”. Hablando de beneficiarios, los miembros del Congreso y Senado de E.U.A. no están obligados a estar afiliados a Obamacare, ¿por qué será? Piensa mal y acertarás, dirán los romanos.
En otras palabras, no son los activistas “progres” los que están fomentando este socialismo, ellos son solo los “tontos útiles” de los grandes capitalistas que compran políticos para hacer crecer al gobierno para tener un arma que los defienda de la competencia y los haga más ricos.
Tomemos otro ejemplo: el feminismo. Los progres creen que es un “triunfo” de la izquierda, cuando fueron hombres blancos anglos y capitalistas los que lo promovieron, la Fundación Rockefeller y la Fundación Ford.
¿Por qué esos hombres blancos capitalistas hicieron eso? Al “liberar” a la mujer de ser esposa y ama de casa, esta pasa a formar parte de la fuerza laboral. Al aumentar la oferta de candidatos a ocupar empleos, bajan los sueldos y salarios. También aumenta el número de consumidores y el número de contribuyentes. Al principio por la baja de sueldos y salarios baja el consumo de los hombres, pero a mediano y largo plazo “el pastel” crece tanto en número de consumidores y potenciales trabajadores.
Ahora que la mujer está “liberada”, aunque algunas de ellas quieran quedarse en casa para atender a sus hijos pequeños no pueden hacerlo porque solo el sueldo del esposo no alcanza. Además, las mismas megacorporaciones nos convencen con su publicidad de que para ser felices necesitamos consumir más, más y más. Por otro lado, dos padres trabajando implican que los niños deben pasar más tiempo bajo el cuidado de las escuelas, en donde se les “enseñará” lo que el gobierno quiere que aprendan.
Eso de que sea el gobierno el que provea bienes y servicios es un modelo socialista “obsoleto”. El “nuevo” modelo es el socialismo de Suecia, donde los izquierdistas se dieron cuenta de que es mejor dejar a los capitalistas manejar las empresas porque los gobiernos son incompetentes para eso y solo hacen que el pastel sea más pequeño para todos. Pero con una fuerte carga impositiva lo demás lo hará el gobierno, claro, con contratos, subsidios y exenciones fiscales para las empresas que financian las carreras de los políticos.
Este engendro de capitalismo socialista no es de libre mercado, es un capitalismo que en E.U.A. se le llama “cronism”, que podría traducirse al español como “capitalismo clientelar” en el que los clientes (o más bien dueños) de los políticos son las megacorporaciones, o como lo llamo yo, es un capitalismo de cómplices: tú empresario me apoyas en mi carrera política y yo gobernante o legislador te protejo de la competencia, te paso contratos del gobierno, te subvenciono, y te doy trato impositivo preferencial.
En Corea del Sur, uno de los llamados Tigres de Asia, se impulsó un modelo algo parecido. Es similar en el sentido de que el gobierno coreano seleccionó ganadores y perdedores, es decir, seleccionó a qué sectores industriales “apoyar” con dinero público y créditos blandos, y a cuáles no. ¿Quiere esto decir que un gobierno puede hacer triunfar a cualquier industria? No, en lo absoluto, tuvieron fracasos colosales, pero algunas de las industrias que apoyaron lograron ser muy exitosas, como las de innovación electrónica (teléfonos celulares, televisiones, electrodomésticos) y la de automóviles.
Lo que Corea del Sur hizo distinto fue no proteger a esas industrias de la competencia extranjera sino impulsar a esas empresas a que invirtieran en conquistar segmentos del mercado internacional, es decir, los impulsó a crecer “hacia afuera” como decimos los economistas. ¿Algún efecto negativo? Por supuesto, revisen las noticias de negocios de Corea del Sur y verán que están llenas de escándalos de corrupción entre empresarios y políticos. Grandes conglomerados Daewoo se derrumbaron, altos ejecutivos de Samsung fueron a dar a prisión.
Otra idea socialista muy peligrosa que se está importando de Suecia la revela el documental “La teoría sueca del amor” por el realizador italiano Erik Gandini. Aquí hablamos del “amor del estado”, del estado socialista de “bienestar”, en el que los padres son vistos básicamente como una influencia nociva sobre el “individuo”, al cual consideran que es mejor que sea educado por el estado que por su propios padre y madre. Por eso la importancia de mantener a los dos padres ocupados mientras los infantes están a merced de las ideologías que les meten a fuerza de autoridad y presión social en las escuelas.
Esta teoría sueca del amor del estado ha alcanzado niveles de terror en Noruega, en donde los padres no temen que sus hijos sean secuestrados por “el viejo del costal” o “el coco”, sino por el Barnevernet, el servicio de protección infantil noruego. Este organismo, SIN QUE EXISTA UN JUICIO EN UNA CORTE DE DERECHO, simplemente puede sin siquiera avisar a los padres llevarse a sus hijos directo de la escuela, o llegar con un grupo de policías a arrancárselos de sus brazos por «falta de destrezas parentales». El Barnevernet es acusador, fiscal, juez y jurado sin que los padres siquiera estén notificados de que están siendo investigados o tengan un abogado que los represente.
Aberraciones terroríficas y distópicas como el Barnevernet son las que sufriremos en el futuro cercano si no frenamos a las megacorporaciones con agendas socialistas, sus fachadas de ONGs ocupadas por tontos útiles progres, y sus políticos títeres. El problema de darle tanto poder al gobierno en la formación de los hijos, es que hasta los niños de los megacapitalistas serán “educados” (adoctrinados) con esas ideologías y terminarán creyendo la propaganda que sus propios padres crearon para manipular a otros.
Toda esta promoción del feminismo, y las políticas identitarias de los ofendidos profesionales por raza, religión, o la agenda LGTBIQ+ (más lo que se acumule esta semana), son parte de una estrategia de divide y conquista para mantener a las personas en subgrupos antagónicos, peleando entre sí para ver quién es más oprimido, distrayéndonos, mientras las megacorporaciones hacen negocios al amparo de sus políticos títeres en los gobiernos socialistas que protegen sus monopolios.
Por otro lado, estas élites parecen compartir una visión similar respecto al futuro del planeta: hay que frenar el daño ambiental para la sobrevivencia de la raza humana y de sus negocios. Les preocupa el calentamiento global, la contaminación del planeta, y el consumo de materias primas que en un futuro serán necesarias en los países “desarrollados”.
Dos componentes asociados al calentamiento global son: el crecimiento de humanos y por ridículo que les suene, las flatulencias de vacas que usamos como ganado (“contribuyen” con un 14.5% de los gases que generan calentamiento global). Más humanos significa también más contaminación de la atmósfera y cuerpos acuíferos, y más consumo de recursos naturales.
Por lo anterior, en un esfuerzo maltusiano de reducir la población, estos megacapitalistas y sus políticos de izquierda fomentan las uniones estériles de NO heterosexuales, es decir, se fomenta la agenda LGBTIQ+, el feminismo, y el aborto. Y para que no haya tantas vacas soltando flatulencias fomentan el vegetarianismo y, sobre todo, el veganismo, porque los veganos no consumen lácteos, o sea, no requieren vacas flatulentas para producir leche, mantequilla, quesos ni yogurt.
¿Qué hay de las energías limpias? Seguimos siendo altamente dependientes del petróleo. Se han hecho algunos avances en energía solar y eólica, pero ¿conocen ustedes a un país que solo use energía solar o eólica? ¿Qué tal una gran metrópolis que solo use energías limpias? Algunas multinacionales solo por postureo políticamente correcto inauguran sedes corporativas abastecidas solo con energías limpias, aunque les cueste más caro, pero eso solo es un acto de relaciones públicas. Otras invierten en grandes proyectos de desarrollo tecnológico en este tipo de energía, pero el negocio NO está en el proyecto en sí, sino en los subsidios y obsequios que los gobiernos les otorgan para que luego empresarios y políticos se tomen una hermosa fotografía en la inauguración de la nueva planta de energía limpia.
Y es así, mis queridos lectores, por qué y cómo las grandes multinacionales han logrado hacer negocio hasta con el socialismo, y por qué están tan empeñados en lavarnos la cabeza con “ideologías progres”. No están pensando en el progreso más que de sus propias ganancias.
Respetuoso y cordial saludo de su amigo
OSCAR GARZA BELLO
SOBRE EL AUTOR: Oscar Garza Bello es economista, consultor de negocios, financiero y fiscalista. Graduado Licenciado en Economía por el ITESM, Master en Administración Pública por la Universidad de Harvard, y Master en Administración de Negocios por la Escuela Kellogg de la Universidad Northwestern. Se ha desempeñado profesionalmente en los sectores privado, no lucrativo, la academia, y los 3 niveles de gobierno.
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