Por: David Meza Pretelt
La derecha conservadora, corrupta, mercantilista, subsidiaria, extractora y que no combate la lógica marxista, ha demostrado que no funciona para ponerle freno a la izquierda en Colombia y como ideología y partido está obligada a renovarse, centrándose en la defensa de la libertad.
Mientras se estructura el gabinete del régimen progresista que se enquistará en la Presidencia desde el 7 de agosto, el país es testigo de una escena degradante donde queda en evidencia que gran parte de los actores políticos y partidos, no siguen ninguna clase de principios ideológicos porque se han convertido en simples fortines burocráticos.
La clase política de la derecha en Latinoamérica ha sido mediocre en la defensa de sus ideales y abandonó el debate cultural, cediendo espacios a la izquierda que se rebautizó como progresismo con el objetivo de someter el continente estratégicamente, teniendo en Colombia la cereza del pastel.
Un ejemplo claro de esa derecha mandada a recoger que vendió sus principios por dinero, es el Partido Conservador colombiano. Colectividad que irónicamente obtuvo un pírrico triunfo electoral en las elecciones a congreso 2022, pero no representa más que una alianza entre politiqueros para mantener sus feudos, desconociendo las bases ideológicas con las que lo fundaron hace 173 años Mariano Ospina Rodríguez y Jose Eusebio Caro.
El triunfo conservador es discutible, mientras al Senado sacaron 2’213.000 votos, su candidato a la presidencia en las consultas David Barguil obtuvo apenas 627.000, por ende dos de cada siete votos fueron endosables, dejando claro que el voto de opinión de la derecha abandonó el conservatismo.
Se demuestra una vez más lo que decía Álvaro Gómez: “Hay una gran cantidad de conservatismo en Colombia que no ha tenido vocero, casi todas las gentes son conservadoras, están anhelando que en el manejo del Estado y la política hubiera la tendencia conservadora, el talante conservador a favor del orden, de la disciplina, de acabar con la impunidad y desterrar la violencia”.
Son mayorías que llevan años en una larga marcha por el desierto como el pueblo de Israel, pero sin un Moisés que los guíe. Aún así no dejan de manifestarse en las urnas con hechos históricos como la victoria del No a la impunidad, en el plebiscito que perdieron Juan Manuel Santos y las FARC o los más de 10 millones de votos que sacó Rodolfo Hernández, por quien hoy en día nadie da un peso y simplemente se vio beneficiado por el rechazo de estas mayorías conservadoras contra el petrismo.
El Gobierno de Iván Duque le dio una posición privilegiada a este partido en su Gobierno e incluso contaron con representación en la Vice Presidencia a través de Marta Lucía Ramírez, pero nada de esto fue suficiente para que los miembros de este partido se pusieran la camiseta para defender al gobierno y sobre todo a las ideas y visión conservadoras. De hecho sucedió lo opuesto y terminaron envueltos en escándalos de corrupción como el caso Ocad-Paz.
Hacerle frente al socialismo se hace aún mas dificil cuando los votos de los sectores anti-comunistas y de derecha se están yendo equivocadamente a partidos como el Conservador; que ya anunció su voluntad de doblegarse al régimen progresista en su afán de representación burocrática y sed de dinero.
De esta manera el Partido Conservador pierde la oportunidad de recuperar su respetabilidad como colectividad histórica y pelearse cerca de 28 millones de votos de los colombianos que no votaron por Petro.
La falta de identidad política en la derecha colombiana ha llevado a que un político de pasado conservador que después se entregó al marxismo fariano como Álvaro Leyva, termine siendo designado Canciller por Petro para intentar confundir las mayorías de derecha y hacerles creer que están siendo incluidas en el tal acuerdo nacional, que no es más que un plagio mal hecho de la propuesta de Álvaro Gómez acerca del acuerdo sobre lo fundamental.
De aquel conservatismo basado en principios quedan pocos defensores. Uno de estos es Omar Yepes Alzate, quien afirmó que la izquierda avanza en Colombia debido a la apatía de las fuerzas de la derecha que se sienten con temor de que les califique como tales y en un acto de dignidad dio un paso al costado como director del partido, cuando las bancadas decidieron postrarse ante Petro impulsadas por su voracidad politiquera.
La manipulación lingüística de los progresistas, ha llegado al nivel de convertir la derecha en una idea negativa o incluso peyorativa. Es clave comprender que esto se debe a una combinación de estrategias de manipulación cultural y no caer en su juego.
El colombiano conservador, de derecha o simplemente anti-comunista debe poder sentirse orgulloso de serlo y salir a la calle a manifestarlo libremente si así lo desea, como un hecho legítimo dentro del debate político que requiere una oposición fuerte para poder seguir llamando democracia a Colombia.
Solo queda recordar las míticas convenciones del partido conservador que captaban la atención de todo el país, como aquellas en que se designó a Misael Pastrana o al mismo Andrés Pastrana, quien hoy no cuenta con el apoyo que merece a pesar que fue un gran ejecutor e impulsor de la paz.
Un lugar especial en la memoria tiene aquel discurso de Ignacio Valencia, padre de la actual senadora por el Centro Democrático Paloma Valencia, quien a través de una emocionante intervención eclipsó el escenario que no paraba de aplaudir cuando postuló a Gómez Hurtado.
Historias que parece no se repetirán viendo a lo que quedó reducido el partido en el presente.
En días aciagos para el partido que históricamente ha enarbolado las banderas de la derecha en Colombia es clave recordar esta frase de Mariano Ospina Perez, a quienes hoy integran la bancada conservadora en el Congreso: “Electoralmente se puede sufrir una derrota, pero uno jamás pierde defendiendo sus principios”.
P. D. Con la embaucada que le pegó Rodolfo Hernández al anti-petrismo colombiano queda clara una cosa: ni un voto para aquellos que no enarbolen y defiendan las banderas de la derecha con honor.
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