Por: José Félix Lafaurie Rivera
En febrero de 2013 titulé así una columna, cuando las negociaciones con las Farc sufrían su primer tropiezo por las declaraciones de Iván Márquez reclamando el derecho a capturar ¡prisioneros de guerra!
En 2015, para presionar al Gobierno asesinaron a 11 soldados y cometieron ¡64 atentados terroristas! en tres meses. Márquez afirmó entonces que “la guerrilla no ha sido derrotada y por eso los ataques persistirán hasta que firmemos la paz…”.
Hoy, en medio de las negociaciones, el ELN torpedea la Mesa y traiciona la esperanza de los colombianos volviendo a la “lógica del terror” como estrategia de negociación, que ya utilizó en el pasado. En 2018, concluido un cese de hostilidades, cometió 33 actos terroristas en tres meses, en los que murieron siete soldados y seis policías, y al año siguiente 23 jóvenes murieron en la Escuela General Santander.
Mientras el ELN persiste en sus ataques a la Fuerza Pública, la infraestructura petrolera y las comunidades afectadas por sus guerras de control territorial, no es diferente la respuesta de Antonio García, su comandante: “Aún no existe acuerdo sobre cese el fuego (…) Por tanto, el ELN puede realizar acciones militares, así como las hacen la Policía y las Fuerzas Armadas gubernamentales”.
No. La Fuerza Pública es legítima y ellos ilegales; la Fuerza Pública defiende a la sociedad de sus atropellos y ellos atropellan a la sociedad que dicen defender. La Fuerza Pública no siembra explosivos en caminos y oleoductos, no declara paros armados ni hostiga a la población. Hace unos días el país conoció espantado el asesinato de nueve jóvenes militares, que García califica de “acción militar”.
Así no es, porque la paz no es solo el silencio de las armas, pero el cese de la violencia es condición “sine qua non” para la construcción colectiva de la verdadera paz, la del bienestar para todos.
Así no avanzará una negociación que tiene condiciones de tiempo y de modo: si el ELN no negocia con sensatez y voluntad de paz con un gobierno de izquierda, con ninguno lo hará.
Esperaremos los derroteros del presidente Petro para la ronda de Cuba, pero adelanto mi opinión; primero: se impone abordar el cese al fuego unilateral, si las negociaciones quieren tener credibilidad ante la sociedad.
Segundo: el apoyo de la sociedad está supeditado a que no solo cesen los enfrentamientos armados, sino los hostigamientos a la población: secuestros, extorsión, paros armados, etc.
Tercero: el cese al fuego y de hostilidades, cuando proceda, debe regionalizarse, para que sea controlable y genere confianza para avanzar en las transformaciones en los territorios.
Y cuarto: esas transformaciones para cambiarle la vida a “la gente”, que es el objetivo de las negociaciones y de la paz, serán imposibles si el ELN persiste en la lógica del terror. Entonces… ¿a qué jugamos?