Oropel disruptivo

Por: Andrés Villota

Los venerables Bancos Centrales de Suecia y de Suiza, acaban de anunciar las pérdidas más altas en toda su larga existencia. Sucede, justo, cuando el precio del oro físico alcanza su mayor valor en los últimos meses.

No solo los Bancos Centrales de Suecia y de Suiza van a presentar pérdidas, se cree que todos los Bancos Centrales que tengan grandes posiciones en monedas nacionales fiduciarias y en bonos de deuda pública, van a presentar pérdidas enormes porque esos activos financieros pierden valor todos los días. Son lo más parecido a los llamados Bonos Basura del siglo pasado.

Los bonos de deuda pública valen muy poco porque hay muchos. Todos los países, empezando por Estados Unidos, se endeudaron emitiendo bonos de deuda pública que, por lo visto, se lo compraban los otros Bancos Centrales, como si se tratara de alguna logia secreta como Skull and Bones o Black Boule, esas sectas tenebrosas en las que sus miembros se ayudan mutuamente cuando tienen problemas y se tapan sus pecados.

Ryan McMaken del prestigioso Mises Institute, afirma que la Reserva Federal de los Estados Unidos está quebrada por tener, también, un inmenso portafolio de bonos de deuda pública de un montón de países que no tienen cómo pagar esa enorme deuda que contrajeron para regalar el dinero entre los miembros del gobierno de turno. Gasto inútil y por ende improductivo, que jamás tendrán cómo pagarlo.

Mientras la emisión de moneda fiduciaria crece a niveles del 25% y el endeudamiento de las naciones aumenta por encima del 10%, el Producto Interno Bruto (PIB), crece solo el 2%, aumentando la inflación de manera exponencial por culpa de ese descalce enorme entre el nivel de endeudamiento (la moneda que se emite sin respaldo en oro, es deuda), y el nivel de la producción económica real que debe soportar y respaldar ese endeudamiento.

Los bancos centrales encendieron las máquinas para imprimir billetes y poder pagarle el sueldo a todos los burócratas que, el Estado, debe mantener porque son entes desahuciados del mercado laboral por tratarse de ignorantes, ineptos, incompetentes, inexpertos para trabajar y producir en la economía real.

La justicia climática, la paz total, la justicia menstrual, la castración química de los niños, los diccionarios de Español-Lenguaje Incluyente, los deportes olímpicos, las afiliaciones a oenegés oscuras como la ONU, y un largo etcétera, son otras de las razones absurdas por las que se emite dinero de manera desbordada e incontenible. Esos billetes los usan, también, para poder pagar el servicio de la deuda de los bonos que emitieron sin contemplación, más gasto inútil e improductivo.

Una enorme contradicción porque tenían convencida a la humanidad que los Bancos Centrales guardaban sus reservas en oro. Solo los Bancos Centrales que durante muchos años han aumentado sus reservas de oro físico, van a poder sobrevivir a este gran sacudón del mercado financiero mundial. Colombia, lamentablemente, casi no tiene oro físico.

Juan José Echavarría, siendo director del Banco Central de Colombia (Banco de la República) y otros banqueros centrales, en un acto irracional, creyéndose muy astutos, cambiaron el oro de las reservas de sus naciones, por monedas fiduciarias o por bonos de deuda pública externa emitidos por países que se percibían, en el mercado mundial de deuda, con la capacidad de responder a sus obligaciones en ese momento.

Los Sumerios cambiaban tablillas hechas de arcilla, por oro. Juan José Echavarría y su patrón que le daba las órdenes desde las tinieblas, hubieran sido los clientes “Vaca Lechera” de los Sumerios.

Con la entrada en vigor de BASILEA IV, todos los bancos, los centrales y los comerciales, tienen que decir la verdad sobre el valor real de sus activos que va a mostrar el real nivel de exposición al riesgo que tienen, provocando que sus niveles de solvencia caigan dramáticamente.

La solvencia era mal calculada porque se habían inventado que los bonos de deuda pública ponderaban al cero, por nivel de riesgo. Los conceptos del “Riesgo Soberano” y de la “Tasa Libre de Riesgo” son utilizados para justificar que el ahorro privado termine en manos de los que manejan el Estado y que desaparezca la fuente de financiación para las empresas del Sector Real de la economía, a los que califican de “alto riesgo”.

El pueblo colombiano es uno de los más ignorantes del mundo en temas económicos y financieros, por eso a casi nadie le parece raro que, en los mercados mundiales de deuda, la calificación de los bonos colombianos sea tan baja, mientras que a nivel interno, las calificadoras de riesgo, sospechosamente, le asignan a los mismos bonos, la calificación más alta posible.

La Tasa Libre de Riesgo, partía del supuesto que un Estado no se quiebra, porque nunca deja de atender sus obligaciones. Las máquinas para imprimir billetes sin respaldo, trabajando sin parar, podían pagar todo.

Sí se disparaba la inflación, le echaban la culpa a Putin, al Crack del Veintinueve, a la derretida de los polos, y subían la tasa de interés para lograr, supuestamente, el equilibrio de la economía (Tasa de Taylor).

Es evidente que no se puede considerar como un activo financiero “sin riesgo” a un bono de deuda pública emitido por Colombia. Las graves acusaciones por corrupción en contra del Ministro de Defensa, la extradición del hermano de la senadora más importante de la bancada de gobierno y el derroche de viajes y lujos de la Primera Dama (La María Antonieta de Sincelejo), genera señales de alerta sobre la destinación real de los recursos públicos, en manos de semejante pléyade de facinerosos que se autodenomina el Pacto Histórico.

Colombia empieza a ser percibida en el mundo como una cleptocracia que jamás va a tener los recursos necesarios para atender el servicio de su deuda porque el erario público está siendo saqueado. Además, las generaciones encargadas de pagar la deuda dentro de 10, 20 o 30 años, tienen un pésimo nivel educativo, su conocimiento no es pertinente con el mercado laboral colombiano y, muchos, tienen deficiencias neuronales por no consumir proteína animal porque son veganos.

El colapso del valor de las monedas fiduciarias y del valor de los bonos de deuda pública, generaliza la pobreza y aumenta la miseria de los países que tuvieron la desgracia de caer en las garras de banqueros centrales ignorantes, pusilánimes e irresponsables, y que fueron subyugados por regímenes comunistas.

David Serrano Ordozgoiti, describe la situación que encontró Constantino, el Emperador que logró reunificar el Imperio Romano, al llegar al poder:

“Los excesos públicos en los presupuestos civil y militar, los incesantes sobornos y regalos, las repetidas subidas de impuestos, el crecimiento de la burocracia estatal y las continuas requisas de bienes y metales preciosos habían agotado la economía romana hasta niveles increíbles. Para colmo de esta desastrosa realidad, la inflación había pasado del 0,7% anual, en los Siglos I y II, al 35,0% anual a finales del Siglo III y principios del Siglo IV, empobreciendo a pasos agigantados a todos los estratos sociales del imperio”

La solución que le dio Constantino a esa situación calamitosa fue crear el Solidus constantiniano, hecho en oro al 99% de pureza. Esta moneda se convirtió en la pieza central del sistema monetario del Imperio Romano, sustituyendo a las devaluadas monedas del pasado que no valían nada. Así como hoy, no valen nada las monedas fiduciarias, ni los bonos de deuda pública.

Lo que está pasando en el mundo, es necesario para mostrar que la riqueza de algunas naciones es una gran farsa porque, en la realidad, acumularon un montón de activos financieros que hoy no valen nada. Solo se puede recuperar la confianza en el sistema, en las economías, en los mercados, haciendo lo mismo que hizo el Emperador Constantino.

Todos están metidos en esa “vuelta”, los gobiernos centrales, los legisladores, los reguladores, los burócratas, los banqueros centrales, los periodistas tradicionales, porque todos se atragantan del mismo humo y alardean de su supuesta riqueza.

Todos eran necesarios para mantener esa estafa a gran escala con el mismo concepto de las tablillas de arcilla de los Sumerios.

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