Una la extensa investigación presentada en 6 capítulos publicados por la organización Insight Crime revela la identidad del narcotraficante colombiano conocido con el alias de Memo Fantasma. Relata la investigación que Guillermo León Acevedo Giraldo ‘Memo Fantasma’ comenzó su carrera criminal de la mano de Pablo Escobar y fue el poder detrás de Carlos Mario Jiménez alias ‘Macaco’ en el Bloque Central Bolívar de las AUC hasta que éste último fue extraditado a los Estados Unidos y Memo Fantasma comenzó a limpiar su nombre y a cortar de raíz con las pistas que pudieran vincularlo con el narcotráfico en Colombia. Logró camuflarse como un hombre de negocios de contrucción y ganado y se metió al corazón de la elite bogotana.
En el capítulo 5 de esa investigación titulado ‘’Tras Memo Fantasma: los rastros de su dinero’’ y que firma el socio cofundador de Insight Crime Jeremy McDermott se mencionan negocios entre la exministra de defensa Marta Lucia Ramírez (hoy vicepresidenta de la república) y su esposo Álvaro Rincón propietario de la empresa Hitos Urbanos Limitada (con número de identificación o NIT: 83012661-5) que terminó construyendo un ambicioso proyecto inmobiliario en la zona más exclusiva de Bogotá en un lote comprado por la familia del presunto narcotraficante alias Memo Fantasma. También relata la investigación que fue la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez quién lo recomendó para que recibieran a sus hijos en el colegio Nueva Granada de Bogotá. Reproducimos ese capítulo:
Tras Memo Fantasma: los rastros de su dinero
“Memo Fantasma” huyó de Medellín después de asegurarse de no dejar ningún cabo suelto sobre su vida en el mundo criminal. Quizá, incluso, suspendió sus actividades de narcotráfico. Desapareció con millones de dólares. Pero esa cantidad de dinero es difícil de ocultar.
Averiguamos quién era Memo Fantasma gracias a un documento de registro de una empresa. Decía que su nombre real era Guillermo León Acevedo Giraldo, y la empresa era Inversiones ACEM S.A., dedicada al desarrollo inmobiliario. La historia se nos hizo familiar: la construcción ha sido durante mucho tiempo una de las herramientas preferidas para el lavado de dinero.
*Los narcotraficantes de hoy en día se han dado cuenta de que su mejor protección no es un ejército privado, sino más bien el anonimato total. A estos barones de la droga los hemos llamado “Los Invisibles”. Este es el quinto artículo de una serie de seis partes sobre uno de esos traficantes, alias “Memo Fantasma”. Lea la investigación completa aquí.
Y Memo había ganado millones de dólares como narcotraficante paramilitar en Colombia; tenía que haber ocultado ese dinero en alguna parte. Para encontrar al Fantasma, decidimos tratar de seguir el rastro de ese dinero. Comenzamos con ese documento de identidad.
A lo largo del tiempo ha existido un camino bien establecido para los narcotraficantes y su dinero. Al principio, simplemente lo gastaban, pero eso comenzó a llamar la atención. Entonces, los criminales comenzaron a lavarlo, moviendo el dinero a través de empresas que creaban con ese fin, para luego gastarlo de nuevo.
Generalmente, las empresas para lavar dinero eran puestas a nombre de familiares o amigos cercanos, hasta que ya no había más terceras personas de confianza. Luego, los narcos se hicieron más sofisticados: se llevaron su dinero para el extranjero y crearon laberintos de empresas diferentes, que abrían y cerraban en diferentes jurisdicciones financieras y legales. Estas tácticas hicieron que el dinero fuera casi imposible de rastrear, excepto para personas con habilidades contables forenses especializadas.
Cuanto más tiempo esté un narcotraficante en el negocio, más dinero ganará y más sofisticadas serán sus operaciones de lavado. Pero siempre quedan rastros, incluso de las mejores operaciones. En 2008, cuando apenas tenía 37 años, Memo ya había estado en el negocio de las drogas durante casi dos décadas y había visto pasar cientos de millones de dólares por sus manos y las de sus socios paramilitares. Seguramente, también había dejado un rastro en alguna parte.
Las inversiones de Memo en Colombia
La primera compañía que pudimos encontrar relacionada a Memo fue creada el 1 de febrero de 1994. Fue justo después de la muerte de Pablo Escobar y luego de que Memo robó la carga de cocaína que dio inicio a su carrera criminal. La empresa aparecía registrada bajo su nombre verdadero, el que habíamos encontrado en ese documento de identidad, Guillermo León Acevedo Giraldo, y estaba registrada con domicilio en Envigado, sede del Cartel de Medellín. Memo tenía apenas 22 años. La compañía permaneció en operación hasta 2004, momento en el que Memo movía toneladas de cocaína como parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
“Zara”, la amante despreciada, nos dio el nombre de un hombre que ella insistía era el principal contador de Memo, Gabriel Tapias Restrepo. Encontramos su nombre vinculado a varias empresas del departamento de Córdoba, donde se sabía que Memo tenía propiedades, la mayoría relacionadas con actividades ganaderas, y una empresa de producción de arroz. Varias fuentes habían dicho que Memo tenía enormes fincas ganaderas en los alrededores del municipio de Buenavista, en Córdoba.
“Una vez fuimos a su finca en Buenavista, fuimos por el aeropuerto de Caucasia, porque él tenía un avión”, dijo José Germán Sena Pico, alias “Nico”, quien había trabajado con Memo en el Bloque Central Bolívar (BCB), una facción de las AUC.
Buscamos entre los socios y trabajadores vinculados con la empresa ACEM. Muchos eran miembros de la familia extendida de Memo. Entre ellos se encontraban su hija, su madre, su abuela, su suegra y varios primos. Al buscar estos nombres en las bases de datos de la compañía en diferentes Cámaras de Comercio, encontramos 12 empresas más en Colombia vinculadas con estos u otros parientes, con activos que llegaban a decenas de millones de dólares. Al parecer habíamos encontrado una red de parientes en diferentes negocios que podrían estar actuando como testaferros.
También en Medellín encontramos el nombre de Guillermo Acevedo en una empresa llamada Palome S.A.S., registrada junto con una mujer de nombre Leydi Daihana Villa.
Alias “Ernesto”, un narcotraficante de Medellín, rival de Memo y a quien al parecer odiaba, declaró que muchas de las propiedades y empresas de Memo estaban a nombre de exesposas y novias, quienes manejaban gran parte de sus actividades de lavado de dinero. Según Zara, Memo tuvo al menos cinco hijos con diferentes parejas, dos de ellos con su esposa actual. Sin embargo, si habíamos encontrado más de una docena de empresas a nombre de familiares, las cuales valían millones de dólares, ¿cuántas más existirían a nombre de sus antiguas amantes y de sus hijos?
Estaba claro que Memo no solo usaba terrenos y ganado para blanquear su dinero, sino que además trataba de reinventarse como ganadero y terrateniente. Se alejaba, así, de sus primeros años de vida en la pobreza en Medellín. Esto también coincidía con la elección de su última pareja, su actual esposa, Catalina Mejía, proveniente de una familia de clase alta de Medellín.
Había algunas empresas que no eran usadas principalmente para el lavado de dinero, sino que estaban más bien relacionadas directamente con su negocio de tráfico de drogas. Varias fuentes se habían referido a la compañía de aviación de Memo en el aeropuerto local de Medellín, el Olaya Herrera. De hecho, fue mencionada explícitamente durante el testimonio dado por Nico durante sus declaraciones ante la Sala de Justicia y Paz en Colombia, que fue conformada para supervisar los aspectos jurídicos de la desmovilización de los paramilitares
“Las cosas que [Memo Fantasma] manejaba eran muy grandes. Él tenía un hangar en el aeropuerto Olaya Herrera”, testificó Nico.
Un par de fuentes mencionan los nombres “Aviel” y “SASA”. Hallamos que una empresa, Aviones Ejecutivos Ltda Aviel, se había creado en 1999, justo cuando la carrera criminal de Memo empezaba a despegar, y que había además otra empresa, Sociedad Aeronáutica de Santander S.A. El nombre Guillermo Acevedo no apareció en ninguno de los documentos de esas compañías, pero el del aliado criminal de Memo, Francisco “Pacho” Cifuentes, sí.
Pacho fue catalogado como uno de los socios de Aviel. Esto confirma aún más que había una asociación entre los dos hombres y la existencia de una ruta de narcotráfico que partía del aeropuerto de Medellín, con destino a México.
La empresa principal de Memo, ACEM, se había establecido en 2007 en Bogotá. Este parecía el mejor lugar para empezar a rastrear el paradero del Fantasma. “Olga”, miembro del círculo social de la familia política de Memo con quien habíamos hablado antes, nos dio otra razón para empezar a buscar El Fantasma en la capital de Colombia.
“Se mudaron a Bogotá. Nos dimos cuenta de eso cuando alguien de la familia alardeaba de que Memo y Catalina habían matriculado a sus dos hijas en el colegio Nueva Granada, gracias a una recomendación de Marta Lucía Ramírez”.
Esta última fue una revelación impresionante. Pregunté si Marta Lucía Ramírez era la exministra de Defensa, la excandidata presidencial del Partido Conservador y la actual vicepresidenta de Colombia.
“Sí, esa misma”, dijo Olga mientras asentía con firmeza.
Aquí debo hacer una aclaración. Conozco a Marta Lucía Ramírez desde hace muchos años, y en un par de ocasiones he sido invitado por ella al Club El Nogal, lugar de reunión de la élite de Bogotá. Siempre he admirado el papel que desempeña en los niveles más altos de la política en un país donde todavía no ha habido una mujer presidenta.
El colegio Nueva Granada es una de las instituciones educativas más exclusivas de Bogotá. Siempre hay una larga fila de padres en espera de que sus hijos sean aceptados. Memo Fantasma, un narcotraficante de Medellín, había logrado que sus hijas ingresaran a la escuela y para ello buscó cierta influencia, una “palanca”, como se le llama en Colombia. Marta Lucía Ramírez tiene ese tipo de influencia. Aunque el colegio no da información sobre los estudiantes o sus padres, sí publica la lista de donantes.
Un paso más cerca del Fantasma
Una vez en Bogotá, resultaba lógico iniciar por la oficina donde según el registro se encuentra ACEM, en la Carrera 14 N° 85-68. Al llegar al edificio y mencionar el nombre real de Memo, Guillermo Acevedo, me sorprendió que la seguridad me dejara pasar de la entrada. Mientras me dirigía en el ascensor hacia el cuarto piso, pensaba con pánico cómo sería mi encuentro con el Fantasma.
Me abrió la puerta una secretaria que se presentó como Jimena. Fingí que tenía una cita con el señor Acevedo y me mostré sorprendido cuando la secretaria me dijo que él no estaba en la oficina, la cual era muy pequeña, con un par de puestos de trabajo en la parte trasera, un gran escritorio y una zona de reuniones.
—¿Dónde está el señor Acevedo?
—No sé.
—¿Cuándo cree que regresará a la oficina?
—No sé.
—¿Me puede dar un número donde pueda contactarlo?
—No, pero si me da su nombre y un número, yo le puedo dar sus datos a él.
—No lo creo.
Jimena no se inmutó cuando yo me negué a darle mis datos y asintió con la cabeza. Era obvio que esta no era una oficina normal, no era un negocio normal, con una forma normal de interactuar. Parecía que Guillermo Acevedo era casi invisible incluso para su propia secretaria, o que esta tenía órdenes de no dar nunca sus datos de contacto o el lugar donde se encontraba. Al parecer se trataba de nuestro Fantasma.
En esta dirección también estaba registrada otra empresa, Inversiones El Ciprés S.A. Tres de las personas relacionadas con ACEM aparecían en Inversiones El Ciprés, aunque en diferentes roles. Guillermo Acevedo no tenía ningún vínculo directo con esta empresa, pero era otra compañía de desarrollo inmobiliario, con ambiciosos proyectos en la capital colombiana. Encontramos las huellas de Memo, pero no vínculos directos, con dos proyectos de desarrollo masivo en Bogotá, ambos en las mejores zonas de la ciudad: uno cerca del Parque de la 93, la zona de restaurantes más exclusiva de la capital, y otro en la Calle 100 con la arteria principal, la Avenida Séptima. Ambos proyectos con la capacidad de lavar decenas de millones de dólares.
Rastreando los nombres de la familia extendida de Memo, llegamos a una serie de propiedades en uno de los barrios más caros de Bogotá. Usando los nombres de su madre y abuela, Margoth de Jesús Giraldo Ramírez y María Enriqueta Ramírez, Memo había adquirido una serie de lotes en una manzana, la de la Calle 85 con Carrera 14. Memo tenía poder legal otorgado por ambas mujeres, lo que le permitía actuar libremente a nombre de ellas. Hoy en día, en esta cuadra se encuentra en desarrollo un ambicioso proyecto conocido como Torre 85, con algunas de las oficinas más lujosas de la ciudad. Un proyecto de esta envergadura habría costado decenas de millones de dólares para su construcción y producido otras decenas de millones de ganancias.
¿Cómo había logrado Memo convertir los lotes que compró en un enorme edificio como este? Nuevas indagaciones nos llevaron a la empresa que había gestionado el desarrollo y la construcción de Torre 85: Hitos Urbanos Limitada (con número de identificación o NIT: 83012661-5). Los accionistas de Hitos Urbanos eran Marta Lucía Ramírez (la actual vicepresidenta), su esposo Álvaro Rincón y su hija.
Rincón todavía dirige Hitos Urbanos y respondió a mis preguntas amablemente. Admitió haber colaborado con Guillermo Acevedo en el desarrollo del proyecto Torre 85. “Acabo de trabajar con él en este proyecto. Vino a nuestras oficinas y se presentó como un ganadero que quería incursionar en el sector inmobiliario”, dijo Rincón. “No era socio; él puso las propiedades y a cambio recibió algo de dinero y algunas de las oficinas cuando se terminó el proyecto”.
Las propiedades, una serie de pequeñas casas, fueron adquiridas por Memo en la misma cuadra a nombre de diferentes personas. Más tarde fueron agrupadas como parte del acuerdo de desarrollo que se convirtió en Torre 85. Encontramos todos los documentos relacionados con el acuerdo, algunos de los cuales fueron enviados por Rincón. Había uno que ponía todos los lotes en un fondo común, un paso normal antes de que comience el desarrollo. En este documento aparecen juntos Memo, su madre, su abuela, la empresa El Ciprés e Hitos Urbanos.
A cambio de entregar las propiedades, Memo obtuvo finalmente al menos cinco oficinas en el edificio, junto con 45 aparcamientos. Las propiedades fueron entregadas en parte a Inversiones El Ciprés S.A., lo que demuestra que Memo también tiene vínculos con esta empresa, aunque su nombre no aparece en ninguna parte en los documentos oficiales. Estas oficinas y sus respectivos aparcamientos, una vez terminadas, valían decenas de millones de dólares. Estos no eran dólares “limpios” y fueron ganados con una empresa vinculada a una de las mujeres más poderosas de Colombia.
Una vez más, Memo había demostrado su inteligencia al limpiar su dinero ingresando en el negocio inmobiliario en alianza con la élite de Bogotá, a la vez que matriculaba a sus hijas en el colegio más exclusivo de la capital. En cuestión de pocos años, Memo había pasado de ser “Sebastián Colmenares”, un narcotraficante paramilitar, a convertirse en un respetado promotor inmobiliario, que se codeaba con la élite de la capital colombiana.
Además de seguirle el rastro a las propiedades, intentamos descubrir la huella digital de Memo. Le pedimos a un amigo, dueño de una empresa especializada en el seguimiento de la presencia en línea, que investigara a Guillermo Acevedo y a su familia. Buscó los nombres en la web. Encontró un par de registros de empresas legales que nosotros ya habíamos encontrado, pero sobre Memo y su esposa Catalina no había nada. Absolutamente nada. De una de sus hijas encontró una página de Instagram, solo con la silueta en la parte de la foto, y apenas otras dos menciones, pues ha participado en competencias de salto de caballo y tuvo que registrarse con su nombre verdadero. “En el mundo actual no hay manera de no tener huellas en los medios digitales a menos que vivas en una cueva”, dijo nuestro experto. “No había nada sobre Guillermo Acevedo, ni siquiera una foto en la que hubiera sido etiquetado por un amigo. Esto no es casualidad: un profesional ha borrado sus huellas en el mundo digital e implementado medidas extremas de seguridad digital”.
Alias “Olga”, ya con el segundo café, no había terminado de hablar de los movimientos de Memo.
“Ya no está en Bogotá, ahora vive en Madrid”.
Una vez más, la información de Olga era correcta. Una búsqueda en bases de datos de empresas en Madrid, y contactos con autoridades españolas, dieron varios resultados sobre Guillermo León Acevedo Giraldo, entre ellas dos empresas, una ubicada en Madrid: Prime Desarrollos Urbanísticos, y otra, Promensula Desarrollos SL, que opera en Sevilla. Parece que Memo estaba ahora en el negocio internacional de desarrollo inmobiliario. Había comenzado con una inversión de más de cinco millones de euros.
*La investigación para este artículo fue realizada por Ángela Olaya, Ana María Cristancho, Laura Alonso, Javier Villalba, Juan Diego Cárdenas y María Alejandra Navarrete.