Por: Fernando Álvarez
El juego de Daniel Coronell está cantado. Siempre saldrá con que lo quieren callar, que los uribistas intentan silenciarlo o que es víctima de los corruptos enemigos de la libertad de prensa. Esa táctica de victimizarse ya no le funciona señor Coronell. Aquí hay unos hechos claros y unas asociaciones “non sanctas” con quienes se asociaron para delinquir y las cuales no han sido explicadas por usted. Por eso hay quienes buscan la justicia y la verdad en el exterior, porque les resulta probable que los jueces norteamericanos no le coman cuento como lo hacen algunos togados en Colombia, que evidentemente le funcionan a usted por físico miedo. Todos los colombianos saben que hoy en día la justicia en Colombia es vulnerable al terror, al dinero y al chantaje de los poderosos.
Y todo el mundo sabe que los poderosos son los que tienen como hacer apretar un gatillo, amedrentar, sobornar o intimidar con el sicariato moral. Hoy los jueces le temen a los nuevos ricos, a los poderosos, a los asesinos y a los que acribillan honras. Usted fue socio de Cesar Villegas, alias ¨El Bandi¨ cuando se le ocurrió pasar de reportero raso a magnate de las comunicaciones por la vía del enriquecimiento rápido y de la utilización perversa del poder mediático. Usted concientemente quiso dar el salto de golpe y porrazo para pasar ser un simple editor de poco brillo periodístico, que no ganaba más de dos salarios mínimos en el Noticiero Nacional, a ser un encumbrado periodista gracias a los malabares financieros con dineros oscuros y la lagartería con el nuevo poder político que se gestaba a partir del arepazo histórico de César Gaviria cuando terminó presidente por haberse arrimado oportunistamente al candidato presidencial favorito en las encuestas, Luis Carlos Galán.
Gaviria buscó a Galán cuando su amigo Rodolfo González le trajo la razón del Cartel de Cali en la que se sugería acercarse a al líder del Nuevo Liberalismo, ya que para ellos era seguro que lo iban a matar los del Cartel de Medellín. Los de Cali sabían los planes de Pablo Escobar y prefirieron quedarse quietos porque con el magnicidio dañaban doble y al final ellos mataban dos pájaros de un tiro. Por un lado les quitaban del medio el riesgo de un presidente que los extraditaría ipso facto y de paso lograrían que el Estado se volcara con toda su furia contra el “monstruo”, como llamaban a Escobar.
Coronell, inteligentemente como muchos de los periodistas de la época, decidió asociarse con un hombre de la mafia, que lavaba dinero del narcotráfico de los Carteles de Medellín y de Cali, y quien por entonces buscaba aliados en los medios de comunicación ya que tenía sus propias aspiraciones políticas, al tiempo que hacía alarde de su fortuna a todas luces recién construida. De hecho, Villegas era un importante soporte económico de las aspiraciones presidenciales de Ernesto Samper Pizano y fue uno de los fundadores y financiadores del Poder Popular, el grupo político que montó el lopismo para atravesársele a Luis Carlos Galán en su camino a la presidencia. Galán era incómodo no sólo para los carteles de la droga sino también para la clase política que vivía de ellos.
Incluso a Villegas también lo buscó, y así lo contó la revista Semana en su momento en un confidencial, el periodista Daniel Samper Pizano para que Ël Bandi¨ le metiera dinero a la revista Cambio 16, que por la época estaban montando en Colombia. Lo irónico es que ya en ese momento todo el mundo sabía que César Villegas era un levantado, como dicen las señoras, y forrado en dinero caliente recién adquirido. Era un ostentoso nuevo rico que había construido su fortuna desde la Aerocivil tramitando y gestionando licencias para los aviones y las pistas clandestinas de los dos carteles. Cualquiera que se acercara a él sabía que manejaba majestuosas cantidades de dinero y que no ocultaba su cercanía con Los Rodriguez Orejuela y con el Clan de los Ochoa.
Simultáneamente Coronell buscó con ansiedad al periodista Juan Guillermo Rios, quien para la época era uno de los más afamados y populares anchorman de la TV, para que lo contactara con el señor Justo Pastor Perafán, quien también rondaba los medios y los reinados de belleza y exhibía su poder económico desde su hotel Chinauta Resorts. Juan Guillermo Rios era una especie de relacionista público y despachaba prácticamente desde las propias oficinas de Perafán. Era el equivalente de “El loco” Alberto Giraldo con los de Cali. En ese momento todo el mundo sabía que Perfán era un exagente de policía que terminó en las grandes ligas del narcotrafico con antecedentes en Panamá y que era vigilado por la DEA, la cual desde hacía década le seguía los pasos. Perafán también estaba interesado en invertir en los medios de comunicación y fueron varias las personas que vieron a Daniel Coronel, en esa época con una sola L, reunido con el señor Justo Pastor Perafán. Coronell mismo le comentó a Cesar Villegas que ya contaba con los estudios y los equipos de Imagen y Sonido del extraditado narcotraficante.
Por coincidencias de la vida yo hacía en ese momento la revista del equipo Santa Fe por invitación de Edgar Plazas y me encontraba en la oficina de Cesar Villegas cuando Coronell le aseguraba que ya contaba con la infraestructura de Imagen y Sonido y que los hermanos Marco Antonio y David Cañón eran quienes aparecerían en la empresa y no directamente Pastor Perafán. Y no es mentira lo que dice el señor Germán Castaño Valencia en el video y la carta que anda circulando en las redes. Coronell se vio muchas veces con Perafán y recibió dinero para la puesta en marcha y para la presentación de la oferta de NTC. Esto también lo contaba la periodista Carolina Duque, que era una especie de asistente ejecutiva de Imagen y Sonido y quien tuvo que salir del país por saber demasiado. Hay otros testigos que por ahora prefieren el anonimato y algunos otros que prefieren no echarse de enemigo a Coronell. Incluso antiguos socios de NTC lo han confirmado.
Por esta razón aunque algunos periodistas le hagan el eco a su idea de victimizarse cada vez que se le descubre algo, esta vez con la justicia norteamericana las cosas pueden resultar a otro precio para Daniel Coronell. Y los que lo conocen y no le tienen miedo saben que este truco fue el que usó cuando la Revista La otra Verdad de Pedro Juan Moreno reveló el tumbado que usted le quería hacer a la Comisión Nacional de Televisión. Tan pronto salió publicada la revista que revelaba todo el entramado cuando Coronell pretendió exquilmarle al Estado una cifra cercana a lo que hoy equivaldría a unos 30.000 millones de pesos, Coronell buscó a su amigo Yamid Amat en su lecho de enfermo para que le hiciera una entrevista en la que afirmaba que se iba del país por amenazas de muerte. “Lo amenazo la verdad” dijo Pedro Juan Moreno, que había distribuido su revista en el Congreso, los medios y las altas esferas del gobierno.
Era una historia donde se narraba con lujo de detalles, con pruebas y con documentos cómo Coronell con un comisionado como socio y con un perito también como socio en otra de sus empresas, más un tribunal de arbitramento acomodado con otro comisionado amigo, que fungía como presidente de la CNTV, tenían todo listo para tumbar el Estado. Yo fui el Comisionado Nacional de Televisión que derrotó en las elecciones a su amigo y exjefe Javier Ayala y fui quien descubrió el entramado y fui quien denunció que el otro comisionado, Darío Montenegro era socio de Coronell y llevé esta denuncia a los medios y a varios periodistas como Nestor Morales y Felipe López, pero ninguno de ellos quiso meterse con Coronell. Solo Pedro Juan me paró bolas y decidió investigar y publicar la verdad que en su momento sirvió para que Coronel dijera que lo querían silenciar. Cuando es evidente que lo que se quiere es que hable, o que se acoja a la JEP y cuente la verdad. Nadie quiere que guarde silencio. El único que se quiere silenciar es usted, señor Coronell.