Por: Jorge Cárdenas
Entre 1988 y 1992 viví, junto a 6 amigos (entre músicos y mánager) la experiencia de tener una banda de rock. Kinessis fue una experiencia inolvidable; la lucha de unos muchachos de Cali por abrirse camino y darse a conocer en pleno auge del rock en español.
La única canción que logramos grabar en un estudio profesional se llamó “No quiero que mi país sea un Beirut” en la que enumerábamos los que para nosotros eran los causantes de la violencia en la que vivía Colombia por aquel entonces y pedíamos que nuestro país no terminara convertido en la ciudad que simbolizaba más de 15 años de guerra fratricida con centenares de miles de muertos, bombas terroristas e imágenes dantescas.
Para nosotros, jóvenes de unos 18 años, los gestores del desangre eran los narcotraficantes, los guerrilleros, los militares abusivos y los políticos corruptos.
A mi y a los de mi generación nos tocó vivir una época tremendamente violenta. Asesinatos, carros bomba, candidatos de todas las vertientes que caían victimas de las balas narcotraficantes, secuestros extorsivos perpetrados por los muchos grupos guerrilleros que hacían su voluntad en gran parte del territorio nacional, el poder corruptor del narcotráfico que cada vez se hacía más presente entre los políticos del país.
Como reacción a los grupos guerrilleros y la violencia infringida contra campesinos y ganaderos empezamos a ver el surgimiento de grupos paramilitares que no eran más que otros terroristas que fungían de victimas pero que terminaron siendo victimarios de otros inocentes.
En medio de tanto espanto fuimos testigos del proceso de paz que terminó con el M-19 como grupo guerrillero y vimos como algunos de sus lideres pasaron a la vida civil y política nacional.
Realmente no sé como lo lograron pero, aunque solo habían pasado 5 años, consiguieron que los jóvenes olvidáramos que habían sido los causantes del holocausto del Palacio de justicia por encargo de Pablo Escobar y muchos otros crímenes atroces durante sus casi 20 años de vida clandestina y criminal. Quizá el anhelo de paz le ganó a la memoria como se repitió con el proceso de paz de Santos.
Fue tan efectiva la campaña de la Alianza Democrática M 19 que en las siguientes elecciones presidenciales Carlos Pizarro tuvo grandes posibilidades de llegar a ser una alternativa en un país donde durante toda su historia solo se reconocía a conservadores y liberales; una realidad que causó la sospecha de fraude en las elecciones de 1970 que dio como resultado la creación del grupo guerrillero; como opciones para gobernar.
El M-19 logró alcaldías, senadores y representantes a la cámara por voto popular y no como un regalo inmerecido como fue el caso del Partido FARC.
Pizarro logró tal popularidad que su muerte conmocionó al país y en especial a los jóvenes que nos sentíamos atraídos por su lema “Que la vida no sea asesinada en primavera”. Para nosotros, los Kinessis, se convirtió en el ejemplo de las victimas de los policías y militares asesinos y así lo plasmamos en el video de Beirut donde además pusimos a Alberto Santofimio como muestra de los políticos corruptos (al parecer nos adelantamos décadas a la justicia) y a Tirofijo representando a los guerrilleros narcoterroristas. Obviamente como representantes de los narcotraficantes estaban Escobar y los Rodríguez Orejuela.
Fuimos testigos del movimiento que promocionó la séptima papeleta que llevó a la creación de la asamblea nacional constituyente de la cual Salió la constitución de 1991 que nos rige hasta hoy. Con gran emoción y creyendo en que era el camino hacia la paz fuimos activistas a su favor, como casi todos los jóvenes de la época. No podíamos presagiar los terribles años que vendrían.
Tras 4 años de sueños y esfuerzos por darnos a conocer sin haber conseguido sonar más que en un par de emisoras de nuestra ciudad, conciertos en Cali y otras poblaciones cercanas y haberle abierto un concierto a Miguel Mateos; esa violencia que nos rondaba tocó a nuestra puerta. Los padres de nuestro tecladista fueron vil y cruelmente asesinados de manera absolutamente injusta. Ese hecho fue el principio del fin de la banda. Ese golpe de realidad nos llevó a separarnos como agrupación, aunque nuestra amistad continúa hasta el día de hoy.
Un año después firmé con Sony para convertirme en la voz líder de Luna Verde; una agrupación juvenil con la que pude hacer realidad el sueño que había compartido con mis amigos de la banda, hacer grandes conciertos y tener canciones en el top de los rankings en Colombia y otros países. Mi vida dio un giro de 180 grados.
Con esta historia quiero contarle a los más jóvenes; que me critican y me insultan por mi oposición a quienes en algún momento fueron victimarios de otros compatriotas, que hicieron parte de grupos narcoterroristas y que hoy posan de faros morales con el derecho de señalar y condenar a quienes los perseguían; que mi postura no es gratuita. No es por adoctrinamiento ni por cuentos inventados por quienes quieren rescribir la historia y acomodarla a su manera.
Todos los colombianos, de una u otra manera, hemos sido victimas de la violencia. Todos hemos tenido un familiar, un amigo o a alguien cercano victima del secuestro, de la extorsión o del asesinato y nadie, absolutamente nadie, que haya sido participe de esos crímenes busca nada bueno para el país. Además, porque todos esos grupos, guerrilleros y paramilitares, han olvidado sus principios (si es que algún día los tuvieron), cayeron tentados por el lucrativo negocio de las drogas ilícitas y camuflaron sus negocios con las banderas que decían defender.
Ojalá algún día podamos vivir en paz y que dentro de 30 años no haya un joven de hoy quien, como yo, tenga que hacer el recuento de una guerra que no parece tener fin.
PD: DEDICADO A MIS HERMANOS DE LA VIDA: GINO,JUANCHO,YEYO,JUNIOR,JOSE LUIS, GUSTAVO Y CHALO (KINESSIS).