Por: José Miguel Santamaría Uribe
La noticia económica de la última semana ha sido sin duda alguna la revalorización del peso colombiano frente al dólar, hoy en día es la moneda que más se ha fortalecido en el año.
Como sabemos, existen diferentes razones para que esto esté pasando:
La primera, las tasas de interés en Colombia están a niveles muy altos por cuenta de la inflación. A medida que la inflación ceda, las tasas caerán y la rentabilidad para los que invierten será muy alta. Es un trade seguro para el corto plazo.
La segunda, como lo dicen Bank of America y Barclays entre otros, el hecho de que Petro pierda gobernabilidad y existan menores posibilidades que las reformas puedan salir adelante en el Congreso es una buena noticia, de hecho, la calificación de Colombia pasó de estable a overweight.
Y, la tercera, esta revalorización de la moneda no es solo en Colombia, lo mismo sucede en otros países de la región como Mexico, Brasil y Chile.
Increíblemente que los acontecimientos del fin de semana, los audios de la conversación entre Laura Sarabia y Armando Benedetti que se filtraron poniendo al gobierno Petro en tela de juicio, ayudaron a acrecentar la revalorización del peso. Es como si cada vez que Petro pierde, ganamos todos los colombianos.
Todo lo anterior, tiene de ancho y de largo. Colombia a diferencia de otros países no tiene mecanismos como el que tiene Perú o Inglaterra para separar a un presidente o primer ministro del poder. Acá dependemos de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes como único ente para enjuiciar al presidente (a esta comisión jocosamente le dicen “la comisión de absoluciones”), o del Consejo Nacional Electoral que puede investigar la campaña del presidente por delitos meramente electorales. Como ven todavía tenemos Petro para rato.
Aunque este fervor por ver a Colombia con otros ojos puede durar un rato, y esperemos que así sea, la realidad es que analógicamente podemos decir que vamos en el mismo bus, por la misma carretera y con el mismo conductor. Con una diferencia, que pasamos ya un sector con precipicios pero que seguimos a una alta velocidad. El riesgo de tener un presidente por tres años más, que ha demostrado su capacidad de hacer daño, de radicalizarse, de polarizar a los colombianos, sigue latente.
Existe una verdad de a puño, que la sentimos y estamos viviendo todos los días independientemente de la caída del precio del dólar, la economía no va bien, el consumo de los hogares ha disminuido, las ventas de vivienda y de vehículos han parado en seco, la cartera de los establecimientos de crédito se ha deteriorado, y, tal vez, lo más relevante y preocupante, las matrículas de estudiantes en universidades han caído. Todo lo anterior muestra una realidad incontrovertible: existe una falta de confianza mayor de los colombianos en el futuro del país.
Yo personalmente creo en lo que un cliente alguna vez me dijo, cuando el dólar cae, yo compro, y cuando sube, compro más.