Por: Jorge Cárdenas
Debido a la terrible polarización política por la que atraviesan casi todos los países del mundo por cuenta de las ideas de izquierda y derecha, la visión prácticamente opuesta de sus planteamientos y la manera en la que se han desarrollado las cosas donde la izquierda ha conseguido el poder, se han generado odios que en muchos países antes no existían.
El nuestro ha vivido entre odios casi toda su historia. Para mi la Patria boba no se ha superado y seguimos viendo como nos sacamos los ojos los unos a los otros jurando sobre la biblia que tenemos la razón mientras que los demás están equivocados sin remedio.
Gracias a ese pensamiento idiota nuestra independencia inicial duro muy poco, fuimos reconquistados y costo miles de vidas volver a ser una nación libre tan solo para caer en conflictos y batallas entre liberales y conservadores que causaron más de un siglo de muertos y desolación.
La “Época de la violencia”; como se le conoció al periodo de masacres entre liberales y conservadores durante gran parte del siglo XX y que derivó en la creación de las FARC; que inicialmente era una guerrilla liberal para después adoptar su posición de izquierda; no terminó simplemente se transformó, cambió de color, adoptó otros rostros, pero el odio y la división siguieron reinando.
Llegaron tantos grupos insurgentes que ni siquiera sumando los que ha habido en el resto de América Latina les llegan a nuestras cifras. Camuflados bajo el supuesto de luchar en favor del pueblo y los más necesitados han cubierto de sangre el país una y otra vez. Asesinatos, secuestros, violaciones y extorsión han sido su carta de presentación por décadas.
Como respuesta armada, en los ochentas, se crearon las autodefensas. Grupos que aparentemente se defendían y protegían al pueblo de el terrorismo guerrillero pero que pronto se convirtieron en una versión más de los verdugos a los que decían combatir.
Ambos grupos se dejaron tentar por el gran combustible de la violencia de nuestro país, el narcotráfico. Empezaron cuidando cultivos, pasaron a hacerle favores a los capos; del tamaño de la toma del Palacio de justicia por parte del M19 contratados por Pablo Escobar; hasta llegar a ser, en el caso de las FARC, el mayor cartel del narcotráfico del mundo.
El gobierno colombiano, en varias ocasiones, se vio superado por el poder corruptor de los capos hasta llegar a ser una democracia prácticamente fracasada, arrodillada ante la violencia de seres capaces de las peores atrocidades para defender sus intereses.
Varios presidentes propusieron diversos “procesos de paz” con el fin de lograr apaciguar la violencia desmedida. Amnistías e indultos que permitieran que los subversivos pudieran regresar a la vida civil e incluso participaran en política; fueron extendidos a cambio de una paz que, pese a esos esfuerzos, no ha llegado aún.
Claro que, como dicen las abuelas, es mejor un mal arreglo que un buen pleito, pero también es cierto que no se puede negociar con el diablo porque él es experto en engañar, en sacar provecho y seguir haciendo diabluras. Esa es su naturaleza.
Aunque muchos indultados y/o amnistiados han cumplido con sus compromisos, muchos han hecho grandes aportes al país y a las regiones haciendo que, incluso, los más jóvenes desconozcan que alguna vez cometieron crímenes por los que en otras circunstancias habrían sido condenados, también hay muchos que han seguido delinquiendo rampantemente, burlándose de esos acuerdos y del pueblo que creyó en ellos.
Más grave aún ha sido el apoyo que algunos políticos han brindado a varios de estos criminales indultados que siguieron delinquiendo y que han escapado de la justicia sin el más mínimo asomo de arrepentimiento y sin ningún castigo para ninguno de los involucrados.
Lo que antes eran actos terroristas planeados desde la clandestinidad y la selva ahora se planean desde el capitolio nacional por quienes quieren llevar a los que fueran los verdugos del pueblo a tomar el poder ahora sin las armas. ¿La pregunta es, cuanto podría durar una democracia real cuando sea defendida por gente a quienes no les tembló la mano para cegar la vida de otro colombiano en total impunidad?
Una premisa del derecho es que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario por eso el argumento de quienes atacan a Álvaro Uribe Vélez por la gran cantidad de procesos que se han abierto en su contra se cae de su propio peso. Muchos de esos casos son absolutamente inverosímiles, algunos por anónimos a los que les dan más validez que a videos, testimonios y pruebas reales en contra de políticos de izquierda a los que jamás le han formulado alguno. Tan bizarra es la justicia colombiana que un senador, hijo de un hombre que tiene su nombre en un grupo narcoterrorista, que escoltó a uno de sus lideres hasta su fuga, nunca ha sido investigado por ese delito.
Otro líder de la izquierda, grabado en video recibiendo dinero en bolsas de basura como si de un negocio de narcotráfico se tratara, jamás ha sido vinculado a una investigación por ese hecho. Actos de corrupción durante su ejercicio en la alcaldía de Bogotá, con condenas incluso, no le han impedido seguir saltándose la ley a su antojo.
Por eso le digo a quienes no comparten mi opinión y se aprestan a insultarme de mil maneras; con lo cual no logran hacerme creer que estoy equivocado; que a diferencia del líder que ustedes siguen, a quien todo le celebran y nada le critican; a Uribe lo tienen que vencer en un juicio justo para declararlo un delincuente mientras que el suyo es un criminal a quien le fueron amnistiados sus crímenes lo cual no lo hace inocente de ninguna manera.
Tampoco sirve que lo comparen con el actual presidente de México porque, a diferencia suya, López Obrador tenía como credencial haber hecho una de las mejores alcaldías de la capital. Sin embargo, los resultados ahora como presidente, tampoco lo acompañan.
La oposición es necesaria en cualquier democracia, pero debe realizarse con altura, con ideas y no propiciando el caos para pescar en rio revuelto y convencer a incautos que los lleven al poder.
Por sus actos los conocerán.