Por: Germán Valencia Castro
El M-19 operó bajo un modelo de guerra insurreccional, varió sus métodos de guerra y enmarcó su accionar político-militar en un populismo armado. Pero es inevitable no llamarlo pesadilla.
Defendido por algunos y odiado por muchos, que encabezan un luto agudo y constante tras la impunidad otorgada a dicho grupo subversivo. Lo cierto es que el M-19 lleva 40 años guardando silencio por el asesinato de un sindicalista, que entre otras cosas, hacia parte de su fuero popular y de lucha igualitaria. Llevamos años escuchando ese discurso melancólico en la voz de Navarro, de Petro y de otros insurgentes que solo elogian una espada manchada con sangre de civiles y niños por doquier.
Puede esperarse algo bueno de individuos que ajustician a sus miembros útiles?
Esta historia, que si es de melancolía sucia y de traición, evoca las elecciones” el 19 de abril de 1970, los socialistas de la Alianza Nacional Popular (Anapo) le pusieron a su propia guerrilla Movimiento 19 de abril (M-19). En 1976, tan sólo dos años después de su creación, le dejó al país otra razón para recordar esa fecha: asesinó a balazos al dirigente sindical José Raquel Mercado, presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC).
Dos meses antes del crimen, los comandos “Simón Bolívar” y “Camilo Torres Restrepo” del M-19 anunciaron que habían “detenido” a Mercado y que lo habían “puesto en prisión” para someterlo a un “juicio popular”. En un comunicado de dos páginas, ‘El Eme’ le pidió a la sociedad civil que escribiera en “muros, vallas, buses, billetes, teatros, calles, estadios, plazas y aeropuertos” si Mercado era o no culpable de los tres delitos ficticios que se le imputaban: “traición a la patria”, “traición a la clase obrera” y ser “enemigo del pueblo”.
Que escribieran “sí” o “no” a las oficinas de los periódicos y de las revistas “de izquierda”, a las juntas de acción comunal, a la CTC, a la Unión de Trabajadores de Colombia (UTC) y a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), para saber si Mercado debía ser castigado con la muerte por realizar “maniobras antiobreras, antipopulares y antipatria” y por haber puesto al pueblo “a órdenes del explotador y del yanqui”.
Utilizando al pueblo confuso y engañado con su ideología del crimen para sus cometidos?
En la noche del 18 de abril de 1976, los guerrilleros votaron. Ganó el “sí”, y en la madrugada del día siguiente mataron a tiros al presidente de la CTC. Horas después, los comandos operacionales del M-19 abandonaron el cuerpo sin vida en el parque El Salitre de Bogotá.
Han pasado 40 años desde ese crimen. Cuatro décadas en las que la CTC ha conmemorado el asesinato de un presidente que creció en los barrios pobres de Cartagena, que trabajó desde niño como estibador en los muelles y que era aficionado a la música de orquesta. Fue cargando y descargando barcos que Mercado decidió crear la Federación de Trabajadores de Bolívar, filial de la CTC. Más de una década después, fue elegido por los sindicalistas para dirigir la central obrera más antigua del país.
Dicen los sindicalistas que nadie sabe cuál fue la “traición” que cometió Mercado ni a nombre de cuál pueblo lo asesinaron. Pero tienen algunas pistas. Entre ellas, que Mercado negoció con el gobierno conservador de Guillermo León Valencia reformas al Código del Trabajo; que salió varias veces del país para asistir a las reuniones de una central sindical mundial, donde se relacionó “con los gringos”; que fue miembro del consejo de administración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde confluyen gobiernos, sindicatos y empleadores, y que fue representante a la Cámara por el partido Liberal durante el Frente Nacional. Es decir, que se codeaba con el poder. Pero nada de eso era delito, ni existía la pena de muerte, ni el M-19 era juez.
Es esta la historia real que nos quieren cambiar y más aún que uno de sus líderes Lamentablemente Hoy es el presidente de Colombia.