Por: Andrés Villota
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dijo que América Latina y el Caribe, es la región donde más se heredan las fortunas, es decir, que el 53,80% de los multimillonarios Latinoamericanos no hicieron nada productivo durante toda su vida y se limitaron a recibir una herencia a cambio de nada, gratis. Se dedicaron a vivir como Oscar, de la Renta.
Ese porcentaje es muy superior al de los Estados Unidos (27,00%) y al de China (5,60%), en donde, al parecer, antes que darles la plata gratis a sus hijos, los magnates se preocupan más, por darles una educación de calidad que les sirva para hacer su propia fortuna y no arrebatarles su capacidad de supervivencia productiva.
La oenegé inútil de la CEPAL que se la inventó otra oenegé peor de inútil, se creó para asesorar a los gobiernos latinoamericanos en el desarrollo económico de sus países y en el mejoramiento del nivel de vida de sus pueblos, labor que, evidentemente, no ha dado resultados después de 76 años de estar dando recomendaciones para salir de pobres a los países que antes, no eran pobres.
Eran ricos hasta que apareció Edwin Kemmerer, alias Money Doctor, emisario de John Maynard Keynes, y los convirtió en pobres, muy pobres, aplicando las políticas dictadas por su patrón que creía que, frente a las fallas del mercado, como una crisis de confianza o como una burbuja especulativa, era el Estado el obligado a intervenir, metiéndose en todo, para poder solucionarlas.
“Estado desde, hasta dónde el mercado alcance”, dicen con aire intelectual y superioridad moral, los que jamás han tenido la necesidad de trabajar y de producir porque su vida ha sido una vorágine de lo gratis.
Ese modelo creó una alta propensión a la miseria. Los pobres, que son tratados por el Estado como una clase de subnormales sociales, son incapaces de trabajar y producir, por lo tanto, tienen “derecho” a recibir subsidios, subvenciones, exenciones y otras cosas gratis. Todos quieren tener una vida digna, pero tenerla, hace que no se cumpla con el requisito esencial de la miseria para poder obtener todo gratis.
Un proceso de revictimización en el que el Estado los segrega y los discrimina porque los identifica como no aptos para estudiar, trabajar y producir. Gratis se convierte, entonces, en un eufemismo para la eugenesia funcional, que hace un siglo utilizaba métodos como la esterilización, la desaparición forzada o el confinamiento en guetos que son los mismos métodos actuales, pero con otro nombre y forma.
Nacimiento gratis, comida gratis, educación gratis, aborto gratis, transporte gratis, vivienda gratis, salud gratis, entretenimiento gratis y todo gratis. Nada diferente a los herederos de las fortunas millonarias de los que habla la CEPAL que, a pesar de las diferencias obvias de magnitudes y de calidad, en esencia, son exactamente lo mismo.
Nunca se enteran que son ellos, Los Gratis, los que crean las fallas en el mercado, la inequidad en la distribución de la riqueza, las ineficiencias en la producción, las distorsiones en la libre competencia creadas a través de la híperregulación de los mercados para darles todo gratis y, por ende, la pobreza y todas las miserias posibles al interior de una sociedad que pareciera conformada por sub normales productivos que su única opción, es recibir todo gratis.
No se enteran nunca porque celebridades académicas, divas sociales Dior, impulsadoras de lo gratis, como Mariana Mazzucato, lo promueven, validan y justifican. Una académica que, en los albores del Siglo XXI, ataque a la libertad de los mercados, defienda el asistencialismo estatal y a Los Gratis, no se merece que un país pobre como Colombia, le pague muchos millones de dólares por decirlo.
Milton Friedman dijo que existen cuatro formas de gastar el dinero de acuerdo a quién es el dueño de la plata y a quién va destinado. Gastar el dinero que se ganó trabajando uno mismo, en uno mismo. Gastar el dinero que se ganó trabajando y produciendo uno mismo, en otro. Gastar el dinero de otro en uno mismo. Y gastar el dinero de otro en otro.
De las cuatro opciones la mejor, en términos económicos, es gastar el dinero producido con el trabajo y el esfuerzo de uno mismo, en uno mismo. Ese esfuerzo y dedicación empieza en la educación porque no fue gratis, lo que obliga a estudiar, ser disciplinado y escoger un programa académico que sea pertinente al mercado laboral.
Genera una posición egoísta en la que se gasta el dinero con un criterio de precio razonable y justo con la mejor relación de costo beneficio posible que, si es el mismo sentir de los que gastan el dinero de ellos mismos, en ellos mismos, trae como consecuencia la competencia perfecta en los mercados.
Se busca por todos los medios, obtener el máximo rendimiento y el mejor uso del capital, una forma de eficiencia y racionalidad económica que distribuye la riqueza de manera uniforme y justa. Se construye así, una sociedad de los mejores que compiten entre sí. No hay cabida para los mediocres o los pocalucha. A nadie se le ocurriría gastar su dinero, por ejemplo, en estudiar filosofía, ciencia política, sociología, cambio climático o equidad de género.
Los Gratis, por eso odian a Friedman y lo acusan de Neoliberal. Desde su mediocre óptica de la vida, consideran un delito buscar la excelencia porque saben que, si no les dan todo gratis, son incapaces de sobrevivir. Se ven obligados a trabajar y producir, para lo que no son aptos porque el Estado les castró su capacidad de supervivencia productiva.
No son aptos porque, desde niños, son entregados a los profesores de escuelas públicas, gratis, que les atrofian el cerebro, como lo demuestra los resultados de las pruebas que realiza el Estado para acceder a la educación superior. Una brecha enorme entre la educación gratis y la educación privada que no es gratis.
Nadie exige calidad, porque es gratis, por lo tanto, fomenta la mediocridad en los dos sentidos. En los estudiantes y en los profesores que nunca son evaluados ni les exigen excelencia en su labor. A cambio, eso sí, reciben jugosos sueldos que le dan, hasta para convertirse en donantes de la campaña presidencial de Gustavo Petro.
En cambio, la peor de todas las formas de utilizar el dinero, es gastar el dinero de otro en otro. Esta es, precisamente, la forma en la que los gobiernos gastan el dinero de los contribuyentes que trae como consecuencia un gasto excesivo, sin ningún criterio diferente porque, el que lo gasta, es un analfabeta productivo, sin noción real del valor y del costo de los bienes y servicios de una economía.
Juan Manuel Santos, por ejemplo, es uno de los más rancios miembros de la logia de Los Gratis. Santos tiene un PhD en gastar el dinero de otros en él, viviendo la vida loca y, otro, en gastar el dinero de otros en otros. Con ese objetivo se inventó el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, el Fondo para la Adaptación al Cambio Climático, el Acuerdo de Paz con las FARC y se hizo reelegir para gastarse el dinero de otros que no alcanzó a gastarse en otros, en solo cuatro años.
Juan Manuel Santos que ha recibido absolutamente todo gratis en su vida, hace parte de las estadísticas de la CEPAL de los multimillonarios herederos gratis. Prolijo, dando gratis todo, se calcula que durante los ocho años de su gobierno, repartió más de $15.000 millones de dólares de otros, en él y en otros.
Un concepto de populismo inverso para Los Gratis. El que quiere que la gente trabaje, produzca y haga próspera y rica a su nación, es populista de extrema derecha. Por el contrario, el que propone y fortalece darle todo gratis a la sociedad y atrofiarla y destruirla, es considerado como todo un estadista progresista.
El origen del enorme problema de la migración ilegal, son Los Gratis locales que ven una opción VIP en irse a países gobernados por Los Gratis como España, Estados Unidos, Francia o México, considerados el paraíso de lo gratis.
Argentina era uno de los paraísos favoritos de Los Gratis porque los kirchneristas son los expertos regionales en gastar el dinero de otros en ellos y en otros, pero llegó el presidente Javier Milei y les acabó la fiesta a Los Gratis nacionales e internacionales.
Darles todo gratis a los asesinos, en Colombia, para que dejen de matar, es un sicariato inverso, promovido desde el Estado. Pensionados a los 18 años porque, si les dejan de dar todo gratis, van a tener que volver a asesinar para poder comer, eso dicen.
Está tan arraigado ese concepto de lo gratis entre los hampones y los asesinos que, exigen que la comida y todo, en la cárcel, sea gratis. Algunos tratan de violador de los derechos humanos al presidente Nayib Bukele, por cobrarles la comida y los artículos de aseo personal a los presidiarios.Han llegado tan lejos, Los Gratis, que convencieron al mundo que, lo gratis, es un derecho humano de quinta generación.