Por: Fernando Álvarez
Vicky Dávila, la nueva directora de la revista Semana ha introducido desde hace algún tiempo un estilo que en ocasiones raya con el maltrato a los entrevistados. Por eso se gana querencias y malquerencias. No es monedita de oro. Pero hay algo que la caracteriza, le apuesta a la investigación y ha producido grandes revelaciones. Y en Semana, en su nuevo giro editorial, le ha puesto su sello de profundidad.
Ella tiene sus preferencias políticas y no las oculta. Pero en sus entrevistas así sea a Gustavo Petro, quien no le gusta para nada, trata de cuestionar, esculcar e insistir hasta que saca una fibra por dónde hilar delgado porque por ahí puede resultarle un escándalo grueso. No es que se le perdone su saña, o sus vociferaciones personales, pero a Vicky se le abona su juicio y criterio para desempolvar asuntos ocultos, escondidos o deliberadamente guardados. Sin embargo, ese estilo que no gusta de Vicky y que la desdibuja, parece haberlo copiado la periodista Vanessa de la Torre, quien deja ver que se le subió el champú de la fama y que, aunque haga todos sus esfuerzos por imitar a Viccky, no lo logra. O mejor solo logró copiar lo malo.
En reciente entrevista a la candidata uribista María Fernanda Cabal se le notó la militancia, se le salió la animadversión personal y dejó muy claro que la objetividad no es su regla en el juego. La forma como abordó a la candidata dejaba ver incluso eso que las mujeres dicen de las mujeres, que entre ellas se tiran más duro. En todo caso, por lucirse con alguien, por quedar bien con algún candidato se le fue la mano con la entrevistada, mostró que la subestima y que, por su puesto, como dicen las señoras, no es de su estima. La propia forma de gesticular, la expresión facial que le brotaba de sus entrañas ponía de presente que parecía un libreto sobreactuado, o que tenía una rabia acumulada. O lo que es peor que dejó claras sus intenciones, sus emociones, o por qué no decirlo, sus intereses.
Lo cierto es que Vanessa puso en evidencia algo que se conoce y se maneja soto voce, hasta el punto de que se ve como algo legítimo. Que la emisora Caracol sigue las pautas del candidato liberal, así como en ocasiones se le critica a RCN que se inclina por candidatos conservadores. Por lo cual Caracol prefiere a Alejandro Gaviria porque el Partido Liberal ya tiene su candidato, mientras que RCN, por ahora no prefiere porque el sector conservador aún no había definido, hasta esta semana que se conoció que será David Varguil. Y aunque esta situación no es la ideal ya que los medios deberían ser independientes, lo malo es que se deje notar tan fehacientemente. Lo impresentable es que se note la bronca contra la candidata uribista. Pierde puntos el medio y pierde credibilidad la periodista.
Pero Caracol parece haber dejado ese juego sucio en manos de dos personas con suficientes motivos para estar contaminados personalmente. Vanesa de la Torre, cuyo esposo estuvo enmermelado con contratos en el gobierno anterior y por obvias razones debe estar con el candidato del expresidente Juan Manuel Santos y Pascual Gaviria, que es hermano del candidato de los expresidentes César Gaviria, Juan Manuel Santos y Ernesto Samper. Lo que no calcularon los directivos del medio es que esas jugaditas casi siempre salen mal y que el tiro a veces sale por la culata. No parecía una entrevista sino un interrogatorio de parte. Una encerrona para tratar de hacer trastabillar a la entrevistada. Una emboscada que llevaba veneno desde la primera pregunta. ¿Su candidatura es en serio? interrogó burlonamente Vanessa.
El caso es que este es el anuncio de lo que el viene al candidato conservador, o al candidato uribista. Esta vez la artillería mediática será con todos los fierros y esa es la apuesta de los liberales, que cuentan con casi todos los medios en la gran prensa, y que para derrotar al que diga Uribe van con toda. Y no sólo será la horda de columnistas filo mamertos, sino los periodistas comprometidos con el candidato liberal. Por lo que todo indica que a la batalla de las barras bravas que se mueven en las bodeguitas se le sumarán los grandes medios y los más influyentes periodistas. O sea que a María Fernanda Cabal hay que decirle que se tenga de atrás porque la consigna es “mamertos del mundo Uníos“ y los liberales saben que para retomar el poder tienen que hacer de tripas corazones y gritar “Ahora o nunca“ y “Lo que sea menester que sea“, lo que en su buen romance es “Todo vale“.