Por: Andrés Villota
Hace pocos días una actriz de la televisión colombiana planteó un falso dilema en el microcosmos de Twitter. Dijo que los recursos que el Estado le iba a prestar a la aerolínea Avianca, mejor, deberían ser repartidos en partes iguales entre todos los colombianos. La idea de la actriz de telenovela nacional se basa en el sueño dorado de obtener ingresos sin necesidad de trabajar y producir, lo más parecido a ganarse la lotería o a recibir una herencia.
El profesor Jay Zagorsky de Boston University hizo un estudio sobre las personas que se ganaban la lotería o recibían una herencia. Dentro de los ganadores de las loterías pudo probar que a los 10 años de haberse ganado el premio, habían dilapidado el 84% del total de la fortuna que habían recibido y en el grupo de los herederos con edades entre los 20 y 40 años el estudio mostró que se gastaban más de la mitad de la herencia en el corto plazo lo que desvirtúa ese mito sobre la duración de las fortunas familiares que hablaba de tres generaciones que, por lo visto, ahora solo dura una generación dado el alto nivel de despilfarro y destrucción de valor hecha por los herederos.
En la última década del siglo pasado florecieron millones de ideas sobre el uso ilimitado que podría tener el internet. El colombiano Kaleil Isaza Tuzman se inventó que los Estados podían realizar el recaudo de sus impuestos a través de la red. Esa idea que hoy parece obvia, hace 30 años era revolucionaria e innovadora y por eso recibió recursos de capital de inversionistas que creyeron en esa propuesta y que podía tener enormes retornos con la comercialización de ese servicio.
Por tratarse de una industria desconocida, sin datos históricos o empresas pares, se apeló a hacer valoraciones que no guardaban ningún tipo de relación con los modelos financieros tradicionales que resultaron asignando a ideas de negocio, valores irracionales de miles de millones de dólares. Si a un inversionista “X” con $10 millones de dólares, Isaza decidía que le vendía el 1% de la compañía, se aplicaba una regla de tres sencilla y, de la nada, el valor de la empresa pasaba a ser $1.000 millones de dólares, así en activos no tuviera más que los $10 millones de dólares entregados por el inversionista “X”.
Con ese albur en el bolsillo, Isaza y su equipo, despilfarraron el capital que lograron levantar de inversionistas ingenuos atraídos por una Fiebre del Oro contemporánea. En muy poco tiempo lo derrocharon comprando lujosas oficinas en Nueva York y en otras importantes ciudades del mundo, mansiones, apartamentos, carros lujosos, ropa y joyas pero jamás invirtieron un solo dólar para desarrollar el proyecto. La “empresa” que llegó a valer más que la cervecera Bavaria en “libros”, desapareció en muy poco tiempo sin haber generado o producido un solo dólar de ingreso.
Podría citar más ejemplos de casos de herederos, ganadores de la lotería o de emprendedores irresponsables que cayeron en la ruina personal por haber dilapidado la fortuna que no construyeron con su esfuerzo ni con su trabajo. Historias que no pasan de ser anecdóticas y usadas para ilustrar la irracionalidad económica de los que solo derrochan y no invierten o no utilizan los recursos con fines productivos.
Dilapidar y derrochar se convierte en un problema mayúsculo cuando se hace con la fortuna de una nación. De anecdótico pasa a ser criminal. La gobernanza es tan valorada por los inversionistas en los mercados de deuda pública global porque se convierte en una medida de eficiencia de una economía y en un indicador determinante para conocer si la nación emisora de un Bono tendrá en el futuro la capacidad de cumplir con sus obligaciones financieras, capacidad que no está asociada a su riqueza en recursos naturales sino a la estructura institucional que asegure el uso adecuado de los recursos públicos que garantice la sanidad de las finanzas públicas.
En la actualidad la tendencia mostrada por los gobernantes de Izquierda en Iberoamérica (a nivel nacional y local) es la misma actitud derrochona del joven heredero o del ganador de la lotería, lo que está llevando a la bancarrota a las naciones y a las ciudades gobernadas por militantes de los partidos afines a la ideología del Socialismo del Siglo XXI.
Adopta la misma idea de la operación matemática que hizo la actriz de la televisión colombiana manteniendo el dividendo (erario público) pero cambia el número del divisor del total de habitantes del país y lo reduce a los militantes del partido y a la camarilla que rodea al mandatario de turno. La rebatiña de la fortuna la realizan a través de la asignación de contratos sin requisitos previos y a través de nombramientos en las empresas de propiedad del Estado o en cargos innecesarios, creados en la burocracia local o nacional. Algunos países han pretendido reemplazar la fortuna dilapidada, haciendo emisión primaria de dinero y esa decisión, aparte de lograr hiperinflación, precipitó la debacle.
El gasto público en lugar de ser invertido en infraestructura que facilite el devenir económico de los particulares o de ser utilizado para crear las condiciones de confianza y seguridad exigidas por los inversionistas de los mercados de capitales globales, termina convertido en gasto suntuario de los particulares. Compra de mansiones en exclusivos lugares del mundo (diferentes al lugar que están contribuyendo a llevar a la ruina), de yates, de aviones, de caballos de carreras, de joyas, de viajes exóticos, de obras de arte o de comida en exclusivos restaurantes como se volvió habitual entre los miembros del partido comunista PODEMOS en España.
Algunos que se creen más ágiles lo transfieren a cuentas en Estados Unidos y en Europa desconociendo que las entidades financieras (hasta las del Vaticano) deben reportar las operaciones inusuales o sospechosas. Los bancos reportan el ingreso de un millón de dólares, por ejemplo, a la cuenta de una comunicadora social beneficiaria de algún contrato estatal cuando en el pasado su ingreso promedio no sobrepasaba los quinientos dólares mensuales. Muchos piensan que por tratarse de recursos provenientes de cuentas estatales gozan de “inmunidad” y por esa razón salen a decir que los persiguen y que son unas pobres víctimas cuando saben que son objeto de investigación por parte de los organismos que persiguen el lavado de activos y la financiación al terrorismo.
Para algunos puede ser un anhelo recibir un ingreso mensual fijo desde la comodidad de su lecho, sin tener que levantarse a trabajar o producir. Sin embargo, la mala destinación del gasto público puede llevar a una sociedad a la ruina. Pasó en Cuba, pasó en Venezuela. En este momento está pasando en Argentina y en México. En los próximos meses va a pasar en España. Esperemos que no vaya a correr la misma suerte las fortunas de Bogotá, Cali y Medellín, y la del departamento del Magdalena.