Por: Fernando Álvarez
Se ven venir dos libros que anuncian generar mucha polémica. El que según fuentes en Alemania está escribiendo Carlos Ledher Rivas, el principal socio de Pablo Emilio Escobar Gaviria en el Cartel de Medellín durante la década de los 80, y el del expresidente Cesar Gaviria Trujillo, el gobernante que ha pasado impune por sus alianzas con Los Pepes, su cercanía con el Cartel de Cali y su pacto con Pablo Escobar, para simular la entrega del capo. Hecho que le permitió al jefe del Cartel de Medellín vivir como un rey en una finca de su propiedad, con todos los lujos, con todas las licencias para delinquir y con la completa complicidad del Estado para que Pablo Escobar pudiera cometer los más atroces crímenes en su palacete “La Catedral”, el aparente sitio de reclusión.
El de Ledher resultará revelador por los detalles que al parecer está dispuesto a contar respecto del papel de muchos colombianos “de Bien” que se beneficiaron de las dádivas de los capos en los momentos en que iniciaba el auge del narcotráfico. Casos como los de los casi cinco millones de dólares que recibió Ernesto Samper Pizano, el gerente financiero de la campaña que buscaba la reelección del expresidente Alfonso López Michelsen, en 1981 de manos de Pablo Escobar, Carlos Ledher, Jorge Luis Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha, quienes se los entregaron al exdirector de la ANIF en el Hotel Intercontinental de Medellín, en un cheque de 25 millones de pesos, cuando el dólar bordeaba los 50 pesos colombianos.
Ernesto Samper Pizano resultó después elegido presidente de Colombia en 1994, gracias a que los hermanos Gilberto y Miguel Rodrígez Orejuela, jefes del Cartel de Cali, le entregaron otros cinco millones de dólares para que pudiera voltear el resultado, luego de que en la primera vuelta se daba como ganador a Andrés Pastrana Arango. El dinero fue manejado por la cúpula samperista e incluia ganar en la costa atlántica a punta de compra de votos. El periodista Alberto “El Loco” Giraldo, afirmaba que gracias a su gestión con Santiago Medina, quien era el tesorero de la campaña de Samper, entregaron cajadas de dinero a los caciques costeños, con la aprobación de Ernesto Samper y Horacio Serpa Uribe.
Ernesto Samper era quien había tramitado el dinero entregado por el Cartel de Medellín a la campaña de López, con la mediación de Diego Londoño White, que después terminó asesinado por “Los Pepes” por haber facilitado unos datos de secuestrables a Escobar cuando se pasó de la droga al secuestro de narcos.
Samper se había comprometido con Ledher a impulsar la legalización de la marihuana, como paso previo para que más adelante se buscara legalizar la producción y comercialización de cocaína, que era el verdadero negocio del Cartel de Medellín. El exdirigente de ANIF tenía la concepción de que los aliados para llegar al poder eran los nuevos ricos a quien él llamaba “la clase emergente” y según los relatos de Ledher, era el defensor de la repatriación de capitales y uno de los autores del concepto de la tristemente célebre “ventanilla siniestra”, que había encontrado como solución el gobierno de Julio Cesar Turbay Ayala, para que los narcos legalizaran sus dineros.
Ledher contará en sus memorias cómo se opuso rotundamente, tanto él como los hermanos Ochoa, a que Escobar mandara asesinar al entonces ministro de justicia Rodríogo Lara Bonilla. Su argumento era que al gobierno colombiano había que seducirlo en la lucha contra Estados Unidos y no confrontarlo y que aprovecharan los espacios democráticos para esa lucha. Escobar se definía como el Jefe y tenía una visión más terrorista que política. Según Ledher finalmente se impuso la idea del maginicidio y todo el mundo terminó pagando escondederos a peso.
Así mismo, revelará cómo este asesinato ordenado por Escobar marcó el rompimiento definitivo del Cartel de Medellín con el Cartel de Cali, cuyos jefes a partir de ese momento comenzaron a llamar a Pablo Escobar, “El loco”, o “El demente” y no lo bajaban de sicópata. El principal socio de Escobar, que logró tener una isla en las Bahamas, llamada Cayo Norman, por donde inundaron literalemnte a La Florida de cocaína, fue el que hizo que Escobar llegara a ser tan poderoso ya que su inglés y el de Pablo Correa Arroyabe, permitieron que se abrieran grandes mercados en Estados Unidos. Pablo Correa, quien en un momento determinado fue el socio principal de Escobar y que dio pie para que en el mundo de la mafia se instaurara la leyenda de “Los Pablos”, termino asesinado por Escobar cuando decidió eliminar a casi todos los fundadores del Cartel de Medellín.
Otra de las revelaciones que tendrá este libro es la verdadera razón por la que Escobar hizo que capturaran a Ledher y lo entregaran a los gringos, ya que para el narcotraficante de origen alemán lo que exisitía con Escobar era un problema de celos y de miedo a que alguien asumiera liderazgos más importantes. Razón por la que también contará Ledher que fue Pablo Escobar quien hizo que se cayera la avioneta en la que viajaba el “Comandante Pablo”, Jaime Bateman Cayón, máximo dirigente del M19. Según esta versión el “Comandante Pablo” del M19 se había reunido varias veces con Pablo Escobar, luego de hacer las paces por la guerra que desató el secuestro de Matrha Nieves Ochoa, del clan Ochoa y habían terminado en buenas migas con proyectos comunes que los llevaron a diseñar una alianza entre el M 19 y el Cartel de Medellín, con miras a la toma del poder.
Pablo Escobar siempre desconfiado y con un sentido felino de sus compañeros de viaje manifestaba que “El Comandante Pablo” tenia el carisma y la audacia para llegar primero que él al poder en Colombia. Eso le daba miedo porque el jefe del Cartel de Medellín sabia que Bateman era un verdadero revolucionario y que una vez llegara al poder lo meteria preso o se lo llevaba personalmente a los gringos a cambio de propiciar el desbloqueo a Cuba. Esto llevo a Escobar a buscar a su primo lejano, el parlamentario Antonio Escobar, para que lo llevara en su avioneta en un viaje hacia Panamá, con la clara idea de tumbar la nave y desaparecer a quien veía como su verdadero rival y con serias posibilidades de tomarse el poder en Colombia, lo cual dañaría sus planes para él hacerlo.
En el asesinato de Bateman participó un piloto norteamericano llamado Robert McLaine, excombatiente de Vietnam vinculado al narcotráfico, quien pertenecía a los hombres de Pablo Escobar que habían puesto una brújula alterada para garantizar que la nave se estrellara contra los cerros de la Provincia de San Blas, al norte de Panamá. Pablo Escobar había entregado una maleta con un millón de dólares al “Comandante Pablo” en señal de confianza para que aceptara irse en ese vuelo privado. Después se supo que Robert McLaine ayudó en el rescate de los restos de Bateman porque iba tras el dinero que el jefe del M19 llevaba en una maleta. Pablo Escobar se encargó de pagarle a un famoso periodista para que difundiera la noticia según la cual el atentado había sido obra de una supuesta disidencia del M19.
Ledher se había destacado como un tribuno popular y era carismático eso a Pablo Escobar le irritaba. De alguna manera había sido una persona más instruida y con cierta capacidad oratoria, de mucho mayor nivel que el que podía exhibir el Jefe del Cartel. Era un admirador de Hitler y consideraba que la lucha de la subversión tenía validez en cuanto era antiimperialista. Carlos Ledher cree que es hora de contar cómo se volvió Escobar el jefe del Cartel de Medellín, gracias a su rapidez para tomar decisiones crueles y su frialdad para mandar asesinar aún a sus propios amigos, con el fin de consolidar su preponderancia dentro de la mafia. Escobar era más temido que respetado, según la versión del narco de ascendencia alemana. Escobar logró ser el jefe porque era el más malo, de acuerdo a su impresión.
Según sus relatos Ledher había formado el Movimiento Latino Nacional, con su periódico Quindío Libre, cuya inspiración era una revolución latinoamericana contra el imperio yanky. Estos proyectos quedaron en la clandestinidad cuando Escobar y El Mexicano decidieron eliminar a Lara Bonilla. Posteriromente Ledher intentó refugiarse en el monte y fue auxiliado por un frente de las FARC, a cambio de armas y dinero. Eran los momentos en que las FARC comenzaban a dar sus primeros pasos en el mundo del narcotráfico. El libro tendrá revelaciones sobre sus negocios con algunos comandantes de las FARC y los compromisos que adquiriereron mutuamente.
Por el otro lado, el libro del expresidente César Gaviria pretende emular con el del General Oscar Naranjo, en el sentido de querer volverse protagonista y aprovechar la coyuntura para intentar tapar la realidad, según la cual Gaviria fue prácticamente cómplice de Escobar al facilitar que el capo se fuera a acampar a su palacete rural llamado “La Catedral”, desde donde se cometieron toda clase de crímenes con la aquiescencia de su gobierno. La gran estafa al mundo que consistió en haber hecho creer que Pablo Escobar se había entregado a la justicia cuando en realidad el pacto fue dejarlo instalado en su lujosa mansión para que pudiera seguir sus actividades delictivas con patente de corso.
El libro de Gaviria también tratará de desviar la atención sobre su verdadero rol cuando el Cartel de Medellín decidió asesinar al dirigente del nuevo liberalismo, Luis Carlos Galán Sarmiento. Todo indica que Gaviria intentará poner cortinas para tratar de ocultar que fue por sugerencia del excontralor Rodolfo González, quien para entonces era una especie de emisario del Cartel de Cali, que Gaviria tomó la decisión de sumarse a la campaña de Galán. Salida que escandalizó el mundo político ya que su trayectoria era la de un ferviente turbayista, o sea miembro del principal del grupo político objeto de las principales denuncias de Galán por corrupción y contubernio con las mafias.
Gaviria decidió infiltrar el movimiento de Galán con la clara idea de quedar en primera fila cuando fuera asesinado el líder del Nuevo Liberalismo que se enfrentaba a las corruptelas turbayistas, algunas lopistas y liberales descarriadas. Para ese momento se sabía en varios sectores de la mafia que estaba claro que Galán iba a ser asesinado por Escobar y Rodríguez Gacha. Tal vez por eso el libro de Gaviria echará leña al fuego para que los ojos miren hacia el General Miguel Maza Marquez, como corresponsable del magnicidio, para que hoy a la luz de las nuevas investigaciones no se mire quién fue el verdadero beneficiario de su muerte. Aún muchos consideran que vale la pena preguntarse por qué Cesar Gaviria nunca asistía con Galán a la plaza pública, o por qué nunca estuvo cerca del caudillo liberal en los momentos en que era vulnerable al ataque sicarial.
En todo caso estos dos libros pondrán sobre el tapete hechos que las nuevas generaciones no conocen y seguramente algunas verdades saldrán a flote para que las verdades a medias no sigan campeando sobre la verdad histórica que muchos de sus protagonistas pretenden aplacar o en el mejor de los casos disfrazar con historias autoesculapadoras. Un libro que revelara cosas y otro que pretende encubrir cosas.