Por: Alejandro Ramírez
La reciente elección del huilense German Bahamón Jaramillo como Gerente de la Federación Colombiana de Cafeteros, trae un importante mensaje: los 15 comités cafeteros que la componen no sólo han dejado claro la demanda de políticas en beneficio de las 3 grandes regiones cafeteras del país, sino lo determinante que resulta la elección de un perfil profesional cuya carrera se había orientado al mercado masivo de consumo en tecnología fundamental en las condiciones del mercado actual, donde el cambio es la única constante en los negocios, especialmente presionados por cambios demográficos y generacionales. Innegable la preponderancia que ha tomado la innovación dentro de tendencias como el comercio electrónico, el marketing conversacional y el uso de las plataformas virtuales para contribuir al éxito de un producto insigne como el café excelso 100% Colombiano, cuya reconocida experiencia de consumo despierta los sentidos por esa característica inigualable que combina acidez y suavidad con aroma, cuerpo y fragancia, reconocidas como una de las mejores en el mundo.
Ciertamente, los miembros de la terna daban garantías a la Federación: la Dra. Morelli, con una experiencia, bagaje jurídico e independencia incuestionable al servicio de la Federación y el Dr Pardo, con un conocimiento importante sobre las posibilidades del mercado del café al servicio de la Federación en culturas que ofrecen una oportunidad para el crecimiento y posicionamiento de marca. Razón por la cual la elección del ingeniero Bahamón engrandece un proceso que se dió en las regiones, abierto a más de 540 mil familias cafeteras representadas en los comités departamentales a los cuales acudieron los ternados, en cuya elección asistieron el entonces Ministro de Hacienda José Antonio Ocampo y Germán Umaña, como Ministro de Comercio, demostrando la importancia que tiene el gobierno para la buena marcha de las políticas cafeteras dentro de nuestra canasta agropecuaria.
Hoy, más que nunca, se necesita una sinergia entre el gobierno y la Federación de Cafeteros en un mercado signado por la pos pandemia, donde nuevas experiencias de consumo en conexión con la naturaleza vienen imponiéndose en el mundo. Esta convergencia es determinante cuando el gobierno ha fijado en el turismo un importante proveedor de divisas, esfuerzo que puede ser potenciado por el segmento del turismo ecológico que ofrece el paisaje cultural cafetero, reconocido por la UNESCO como patrimonio de la humanidad, reflejo de nuestras costumbres centenarias. No menos importante es la sinergia que pueden tener ambas institucionalidades, dada la coyuntura actual de la crisis que se ha generado en el mercado de la hoja de coca, cultivo que le había ganado terreno al café durante los gobiernos de Juan Manuel Santos e Iván Duque, en un momento donde el Presidente Gustavo Petro quiso abogar por las familias campesinas dedicadas a la siembra de coca, lo que podría generar un cambio para familias campesinas, indígenas y afrodescendientes en los departamentos de Cauca, Nariño, Valle y Antioquia, en donde la institucionalidad cafetera puede prestar su servicio más noble en la generación de ingresos sostenibles y dignos para las familias que vean en éste cultivo de calidad reconocida mundialmente y cuya contribución para el desarrollo del país ha sido, es y será incuestionable.
Por supuesto, es mejor que campesinos, indígenas y afrodescendientes de la que es denominada por el gobierno como la Colombia profunda, especialmente en los departamentos de Nariño, Norte de Santander y Putumayo, donde se siembra el 62% de los cultivos de coca (según cifras de UNODC 2022) migren por los incentivos del gobierno hacia el cultivo de café y así mismo, éstos incentivos permitan que los cafeteros tradicionales renueven sus cultivos, revirtiendo la tendencia de su creciente edad promedio, para evitar que se golpee la productividad. A su vez, un fenómeno de migración de la coca al café, jalonada por el gobierno nacional en concurso con la Federación de Cafeteros, permitiría que el sector cafetero colombiano se recupere de la caída que en 2022 generó el prolongado invierno, para retornar a producciones por encima de los 14 millones de sacos de 60 kg de café al año, que nos blinde contra una caída en los precios y nos evite tener que importar café de baja calidad desde el Ecuador y el Perú.
Y es que ésta nueva oferta de café puede contribuir decididamente a colocar café en segmentos de mayor valor. Éstos campesinos que migren de la coca al café pueden ser beneficiados con una bonificación por calidad, que nos saque del factor rendimiento, para mejorar la experiencia de consumo que ofrecemos en la taza de café 100% colombiano, a la vez que cambiamos los laboratorios de coca por los laboratorios móviles de café de la mano de la Federación, masificando los eventos de los concursos cafeteros, en favor de la cultura cafetera. No menos importante, el departamento del Huila de donde es oriundo el nuevo presidente de los cafeteros colombianos, es desde el 2019 el mayor departamento en el cultivo de café, pese a estar ubicado dentro de un corredor de precursores e insumos de cultivos ilícitos entre Caquetá, Nariño y Putumayo, lo que permite aportar en el cambio de una cultura cocalera a una cafetera, por lo cual no podemos echar de menos su experiencia. Es mejor que seamos reconocidos como país cafetero que como un país cocalero.
Hacemos un llamado a superar la que inició como una distante relación entre gobierno y Fedecafé, tras el nombramiento de su Gerente: está sinergia es fundamental para el campesinado y el desempeño del sector agrícola.