Por: Andrés Villota
George, una revista especializada en política fue la única publicación en el mundo que no dijo nada sobre el proceso de destitución que le hicieron en el Congreso de los Estados Unidos al presidente Bill Clinton en 1998. La amistad del director con Clinton y la militancia de su familia en el Partido Demócrata parecen haber sido los motivos para ocultar un hecho de relevancia histórica por tratarse del segundo juicio político que se le hacía a un presidente en ejercicio desde 1776. Los grandes anunciantes que patrocinaban la revista se fueron de la mano de los lectores que dejaron de comprar la revista por falta de confianza en su contenido.
Nada evitó la quiebra de la publicación en 1999. De nada sirvió que George fuera dirigida por John F. Kennedy Jr, The Sexiest Man Alive según la revista People, ni que fuera el hijo del asesinado presidente John F. Kennedy y de la mediática socialite Jacqueline Bouvier. Lo que le pasó a George fue la consecuencia lógica de sacar la línea editorial de las paginas editoriales y de usar las preferencias personales como razón suficiente para ocultar los hechos y contaminar la labor de informar de manera objetiva, la receta perfecta por la que se quebraron los grandes medios de comunicación en el mundo.
Con base a información suministrada por las empresas y por la Securities and Exchange Commission (SEC), el Financial Times comparó el número de mujeres que ocupa altos cargos ejecutivos en las empresas de Wall Street y en las empresas de Silicon Valley, o dicho de otra manera, mostró la situación de la equidad de género en la industria tecnológica y en la industria financiera. En las empresas del sector financiero como Bank of America y JP Morgan Chase casi el 40% de sus altos ejecutivos son mujeres mientras que en Apple, Facebook o Amazon solamente el 10% de los cargos más importantes de esas empresas son ocupados por mujeres.
En un estudio realizado por Edelman a nivel mundial, la industria tecnológica es la mejor percibida, la que mayor confianza genera entre los consumidores y la que es considerada como la que “mejor hace las cosas”, mientras que la industria financiera es la que menos genera confianza y es de las industrias peor percibidas. Apple, Facebook y Amazon están en el Top 5 del ranking de Forbes de las marcas más valiosas del mundo porque los consumidores les asignan mayor valor a su gestión, al parecer, por variables diferentes a la equidad de género.
Edelman, también realizó en junio del 2020 una encuesta global sobre la confianza de los consumidores. Los atributos que busca el consumidor en un producto, en una empresa y en una marca son asignados con base al pragmatismo y a la satisfacción de necesidades básicas que dista mucho de los intereses de la agenda progresista que, en esta coyuntura, se vuelven costosos, sofisticados e inútiles en un momento en el que la sociedad busca sobrevivir logrando eficiencias a partir de lo básico y lo necesario, solamente. En medio del naufragio lo importante es salvarse, no el color del chaleco salvavidas.
Los encargados del mercadeo de ligas profesionales del deporte como la National Basketball Association (NBA), Major League Baseball (MLB) y la Formula Uno, después de asumir que era una prioridad para la sociedad apoyar al movimiento BLM dejaron de incluir homenajes y muestras de apoyo a terroristas en medio de una sociedad que aborrece la violencia en todas sus manifestaciones. Los consumidores dejaron de ver los partidos y las carreras, y los anunciantes empezaron a salir del grupo de patrocinadores de las transmisiones deportivas.
Lo mismo pasó con los suscriptores de NETFLIX que salieron despavoridos después del estreno de la película “Cuties”. También ha pasado con la industria del cine que provocó un cisma entre los actores de Hollywood que quisieron marcar distancia de los actores que erróneamente asumieron que era cool para los consumidores verlos promoviendo el comunismo y el terrorismo. La creación de Conflix Studios es la respuesta de la industria de Hollywood que no comulga con el fanatismo progresista de los artistas que le ocasionó a la industria una caída enorme en sus ingresos.
A los expertos de la industria a la que pertenece el producto promocionado, es a los que más le creen los consumidores cuando ven un anuncio publicitario y a los que menos les creen, es a las celebridades y a los influenciadores con mayor número de seguidores, según el estudio hecho por Edelman sobre la confianza de los consumidores. Sin duda, esta realidad, va a provocar la caída en los ingresos de la industria de las redes sociales que sumada a la censura y a los ataques sistemáticos a la libertad de prensa y de expresión, se va a quedar sin patrocinadores dada la poca capacidad real de influir sobre los consumidores y su decisión de compra, y la poca credibilidad en los contenidos que son manipulados, ocultados o censurados por los administradores de las redes bajo un criterio sesgado y movido por los intereses personales de sus directores. Como lo que le pasó a George.
El cambio de siglo coincidió con una corriente progresista que, ante la ausencia de propuestas reales y argumentos válidos, los intereses de las minorías las empezaron a tomar como si fueran propias y reflejaran los intereses de las mayorías para efectos electorales. Por el contrario, ese fenómeno fue el catalizador de un creciente inconformismo social que ha pasado de la indignación a la ira y el hastío que se manifiesta en el comportamiento de los consumidores y de los mercados a nivel global.
Los consumidores son sabios y por eso, estoy seguro, van a tomar la decisión basados en el pragmatismo y en el sentido común al momento de elegir al presidente de la economía más importante y rica del mundo.