Por: Fernando Álvarez
El expresidente Álvaro Uribe de hoy no tiene más remedio que aceptar la cruda realidad. Aunque siempre ha escuchado a su súper asesor José Obdulio Gaviria, a quien considera un analista, estudioso político y filosófico, que en general le ha resultado asertivo y acertado para sus inspiraciones, esta vez lo ha despistado un poco con su apoyo anticipado a Óscar Iván Zuluaga, porque éste en varias ocasiones prácticamente ha renegado del asesor estrella de Uribe y ha dejado ver que es resbaloso en ciertas posturas fundamentales para el uribismo, como con el famoso anuncio de respetar los acuerdos de La Habana, cuando se estrenó como precandidato.
Y cómo bien lo ha dicho el propio José Obdulio, al expresidente y jefe del Centro Democratico lo tienen distraído los magistrados que llevan años con el propósito de acabarlo, por lo que no ha podido estar metido 24/7 como le gustaría en el proceso para escoger el candidato de su partido. Para bien o para mal esta vez no será tanto el o la que diga Uribe sino la que le dijeron a Uribe las bases de una organización partidista que se rige por su ejercicio democrático. Y es que hoy por hoy su militancia de base siente que si no es María Fenando Cabal, quién?
Como las encuestas la han mostrado siempre mejor aspectada, como dicen los técnicos en la materia, Uribe tendrá que aceptar que es digna de tomar la posta. Ella es inmensa cuando quiere. Tiene capacidad para aguantar el ritmo despiadado del mamertismo y de hacerle frente sin concesiones. El uribista purasangre cree que es la más comprometida, la que más comprende la coyuntura y la que tiene el suficiente carácter para enfrentar el comunismo, que para este sector es el principal enemigo. Ella salió al ruedo sin ambages, dice las cosas por su nombre y tiene claro que ser aguas tibias o querer quedar bien con todo el mundo puede dar réditos en algunos sectores y en el corto plazo, pero que a la larga le sirve el triunfo en bandeja de plata a los progresistas, como se llaman eufemísticamente los socialistas del siglo XXI.
No hay que hacer muchas cábalas para saber que Cabal lo tiene claro y que está jugada contra Gustavo Petro, que es la reencarnación de todas las izquierdas. Y que por los vericuetos de lo políticamente correcto y los complejos de derecha, todos a una alimentan esta posibilidad suicida para Colombia. Y Uribe no necesita pensar con el deseo para saber que no puede haber otra como ella. Que no hay nadie cómo María Fernanda Cabal. Con iguales emociones y las mismas expresiones de quien desde hace dos décadas decidió ponerle el pecho al socialismo, así le digan a ella cómo le decían al expresidente que el comunismo es una fantasía suya, que el castrochavismo solo está en la mente de Uribe y de Cabal.
Uribe sabe que no puede haber desgracia semejante. Que si gana alguien sin arrestos se pierde. Que si no existiera María Fernanda, se la inventarían. Única como es. ¿Dónde la encontrarían?
Con esa mirada atenta a la indiferencia de quienes pretenden ignorar la situación mundial y la crisis latinoamericana. Por esta razón aún hay algunos envenenados en su contra y, además, parece claro que no lo soportarían y se les saldría su mal humor. Pero en todo caso sería la que las bases dijeron, la que le dijeron a Uribe. Si cómo se vislumbra y es la cosa más evidente, pues Uribe tendrá que hacer coro con José Obdulio y con Óscar Iván para que se cumplan los pactos, como ya se comprometieron ambos públicamente, contra todas las manías y ante todas las miradas machistas para salir con toda a derrotar a la izquierda unida que otra vez canta que jamás será vencida.
Uribe y las bases saben que Cabal es la que derrotaría a Petro porque nunca encontraría otra mujer igual de apasionada con la idea de que a la izquierda no se le debe dar la oportunidad de arrastrar con Colombia cómo lo ha hecho con Venezuela. Saben que no puede haber desgracia semejante que entregarle el país al comunismo. Saben que el triunfo de cualquiera que no derrote a Petro es lo más preocupante. No puede ser.