Por: Joan Sebastian Moreno
En 1998 se estrenó una de las joyas cinematográficas del cine colombiano, la vendedora de rosas protagonizada por Lady Tabares y dirigida por Víctor Gaviria, ganó popularidad por la sordidez de sus diálogos, la crudeza de la realidad de las grandes urbes colombianas y la majestuosidad de la dirección que encarnaba la esencia de las clases bajas en una mezcla de delincuencia, drogadicción y mendicidad.
La icónica frase pronunciada por la actriz Mileider Gil que representaba a Andrea consistente en que la plata para preparar el almuerzo se la había mecateado en cositas es la puerta de entrada para señalar, una vez más, que el dinero y los bienes prometidos por la extinta guerrilla de las FARC para reparar a las víctimas se lo mecatearon en cositas. He de reconocer que la decisión tomada por el Gobierno mediante el decreto 1080 de 2020, tendiente a prorrogar la entrega de los inventarios de bienes hasta el 31 de diciembre de 2020 me causa bastante zozobra y desazón.
No solo porque tuviesen plazo hasta el 31 de julio de 2020 para hacerlo, o que muchas de las víctimas esperen que alguna de las sanciones propias o los trabajos, obras o actividades con contenido reparador – TOAR que tanto prometen en la JEP los vayan a beneficiar en algo, sino, porque aquellos que son incapaces de criticar el proceso de paz, no son conscientes de la trascendencia que implican los procesos de reparación en los ámbitos de justicia transicional.
Independientemente de la dimensión que se desee abarcar (medidas de indemnización, satisfacción, rehabilitación, o no repetición), es claro que lo que aquí hay es pura y simplemente falta de voluntad. Si me lo permiten, haré un breve recuento de las inquietudes que le había presentado el entonces Fiscal General de la Nación Néstor Humberto Martínez al Ministro del Interior Guillermo Rivera referente al inventario presentado por las FARC para reparar:
.-A pesar de la obligación que tenían las FARC de identificar los bienes del inventario para reparar a las víctimas, no identifican un solo folio de matrícula inmobiliaria, o algún tipo de individualización de los bienes inmuebles para someterlos a extinción de dominio y reintegrarlos al Fondo de Víctimas.
.-Sospechaba y es cierto, que mas del 50% de los bienes rurales que ellos presentaban como propios, son bienes baldíos de propiedad de la Nación.
.-Establecía que era totalmente inconducente reparar a las víctimas con 3753 Kilómetros de carretera, dado que la infraestructura vial es inenajenable y no podía integrarse al patrimonio autónomo.
.-El inventario presentado por las FARC introducía un curioso capitulo denominado inversión social en el que relacionaban tratamientos médicos como los siguientes:
1. dos cirugías umbilicales por valor de $ 3.000.000, 2. Extracción de vena varice por un valor de $ 1.600.000, 3. Una cirugía de hernia epigástrica por un valor de $ 1.200.000, 4. Una ligación de vena en la nariz por un valor de $150.000, 5. un paciente tratado con primeros auxilios por el golpe de una vaca por un valor de $1.000.000, 6. Una extracción de un acceso en una oreja por un valor de $60.000 y finalmente, una cirugía de cavidad de pene a un joven por un valor de $150.000.
.-Para reparar, presentan un listado de equipos y enceres, traperos, escobas, botas de caucho, pocillos, exprimidores de naranja y limón, vasos, sal de frutas y talcos para pies.
.- Finalmente y cito textual el ex Fiscal Néstor Humberto Martínez, “Para este Despacho es inaceptable que las FARC pretendan incluir dentro de la relación de sus bienes y activos, aquellos que justamente se abstuvieron de inventariar y que forman parte del listado de activos que la Fiscalía atribuye al patrimonio ilícito que acumularon por años, como producto del narcotráfico, el secuestro y la extorsión”.
Así, bienes baldíos, carreteras, cirugías de ombligo, de vena varice o de pene, sal de frutas y talcos, son las propuestas de las FARC para reparar a las víctimas que generaron en más de 50 años de guerra irregular. Para el año 2014, la revista FORBES catalogó a las FARC como el tercer grupo terrorista más rico del mundo, con un volumen de negocios anual de seiscientos millones de dólares, que en plata colombiana para ese entonces significaba una suma que con creces superaba el billón de pesos ($ 1.296.000.000.000), siendo superado únicamente por Estado Islámico (2 billones de dólares) y HAMAS (1 billón de dólares).
Entonces, si la voluntad para aportar a la paz fuera real y una consigna del grupo ex guerrillero, con todo el dinero que recibieron gracias al narcotráfico, las extorsiones, el secuestro y la cooperación internacional de Venezuela y Ecuador, no solo repararían a las víctimas, sino que financiarían todo el aparataje institucional creado con el Acto Legislativo 1 del 2017.
Si se tiene en cuenta que el presupuesto asignado para la JEP en el 2020 es de $201.000 millones de pesos, para la Comisión de la Verdad en el año 2019 fue de $ 81.480 millones de pesos, y para la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas para el mismo año una suma de $ 81.661 millones de pesos, podrían ayudarnos a nosotros los contribuyentes a financiar el gasto de esas instituciones y pagar las indemnizaciones a las víctimas, así como quedo consignado en el punto quinto de los acuerdos de paz.
Quienes nos atrevemos a denunciar los excesos del acuerdo de paz no ponemos un cortapisas a que Colombia salga de uno de los episodios mas oscuros de su historia republicana. Tenemos los pies sobre la tierra y sabemos que el alcance de la paz como un derecho de obligatorio cumplimiento tiene un carácter moral que es imposible soslayar, entendiendo que el perdón es un proceso individual, con una proyección futura en lo social. Sin embargo, los defensores a ultranza de los acuerdos de paz se han equivocado al idealizar la paz como un fin perfecto, carente de cualquier defecto ó pensando, que los daños sufridos son prescriptibles y por lo tanto, considerando que las victimas deben ser martirizadas una vez más, como un sacrificio justificable en nombre de la paz.
Joan Sebastian Moreno Hernandez
Columnista de opinión