Por: Luis Pérez Gutiérrez
Colombia no sabe la verdad de lo que pasa con el dinero que se recoge del IVA. De lo que pagamos por IVA, el Gobierno solo recibe el 30%, de lo causado y declarado, el resto queda atrapado en deducciones, exenciones, exclusiones y tarifas reducidas favoreciendo a los grandes capitales.
La mayor parte de lo que se paga por IVA se queda en los bolsillos de grandes capitales privados por las altas exenciones y beneficios tributarios. Fuera de esto, hay personas y empresas que venden IVA para que otros se los descuenten ilegalmente de los dineros que paga la gente, o sea roban a ojos vistos. Se vuelve más oscuro el panorama, ahora que la DIAN, acaba de declarar que hay un Cartel del IVA en Colombia, que, con éxito, tramitan solicitudes fraudulentas de devolución del IVA con empresas ficticias.
El impuesto del IVA desde su creación ha experimentado un crecimiento brutal en su tarifa. Nació con la ley 3288 de 1963, y se estableció una tarifa general del tres por ciento (3%) y tarifas diferenciales del cinco por ciento (5%), ocho por ciento (8%) y diez por ciento (10%).
Posteriormente en 1983, la tarifa general aumentó al (10%). En 1990 con la apertura económica se amplió la base del impuesto a otros servicios con una tarifa general del 12%. Después, en 1992, se aumentó al 14%. Y en el año 2000, pasó al 16%.
La angurria del estado no para, en 2017, otra vez, lo elevó al 19%. Codicia impositiva sin límites en Colombia. El Iva parece la caja menor del derroche del gobierno nacional a costa del escaso dinero de los ciudadanos.
De acuerdo con cifras de la DIAN, del impuesto del IVA para el año 2020, al Estado solo $32,7 billones de pesos, de los cerca de $107 billones que los ciudadanos declararon y pagaron.
Por su parte, el informe del Ministerio de Hacienda de julio de 2020, revela que los beneficios tributarios en materia de IVA reportados para 2019 es de $74,9 billones, discriminados así: Exclusiones 82%, Exenciones: 13%, Bienes y servicios con tarifa diferencial: 4%.
Se evidencia con números que el Estado recibe menos de la tercera parte del IVA causado y declarado, mientras que el resto del ingreso queda a merced de la piñata de deducciones, exenciones, exclusiones y tarifas reducidas, favoreciendo a los grandes capitales o a los carteles del IVA. La OCDE y la Comisión Internacional de Experto en Asuntos Tributarios, coinciden que Colombia tiene un modelo de impuestos demasiado complejo e inequitativo. Y que los impuestos en Colombia “están llenos de exenciones que solo benefician a los ricos”. Y agrega, “La Misión de Expertos considera que los beneficios a empresas en sectores específicos son una mala práctica”. En el mismo artículo, la Revista Semana, dice: “Durante años, los distintos gremios y organizaciones empresariales han ido al Congreso a buscar nuevos beneficios o intentar mantener los que ya poseen.” La recomendación es que se desmonten los beneficios y exenciones tributarios.
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En el IVA hay mucha ineficiencia, muchas deducciones, tratamientos preferenciales, y encarecimiento de los productos para la gente. Resaltan la complejidad del sistema de IVA en Colombia que fomenta la evasión fiscal en la medida en que se dificulta la trazabilidad y el control, y adicionalmente incentiva la informalidad, como mecanismo para evitar el cobro del impuesto. En Colombia de 4 empresas 3 no tienen Rut ni tributan. Tenemos un país en la ilegalidad y en la informalidad.
El IVA es una piñata de beneficios para los grandes capitales que se quedan con $74.9 billones al año del IVA total que pagan los ciudadanos, como la misma DIAN lo reconoce y al estado solo le ingresan $32.7 billones (2020). En Colombia en lo tributario parece existir un subsidio implícito para quienes tienen la capacidad de hacer efectivos tantos beneficios y deducciones.
Es necesario simplificar el modelo mediante la disminución de la tarifa general del 19% al entorno del 6%, cifra equivalente al ingreso real que hoy percibe el Estado por este impuesto; Y se deben eliminar los mecanismos que desvían el recaudo público hacia los contribuyentes más poderosos, desmontando las deducciones, las tarifas reducidas, las exenciones y las exclusiones, lo cual, facilita la fiscalización. Y con juicio, hay que construir un modelo ágil y transparente que analice los casos excepcionales, pero que no que permita que los ciudadanos paguen para que otros privados se queden con el dinero. Y un modelo que no permita que los carteles del IVA roben al estado el dinero del impuesto a las ventas.
Bajar el IVA del 19% al entorno del 6% permite al Estado i) mantener el nivel de ingresos real que hoy experimenta; ii) redireccionar hacia el erario público, el ingreso capturado por contribuyentes, cuya cuantía supera el ingreso real que recibe el Estado, y, iii) reducir la evasión que hoy supera los $20 billones de pesos.
Adicionalmente tendrá un efecto positivo en la economía, bajando el costo de vida, incentivando el crecimiento, al disminuir el costo de circulación de bienes y servicios, lo cual incide positivamente en la capacidad de compra de las personas, incentivando el consumo; a su vez, incentiva el desplazamiento positivo de la oferta para capturar ese nuevo margen de consumo, fomentando la inversión empresarial hacia una mayor producción de bienes y servicios.
Es bueno repetir. En 2020, de un total de $107 billones recaudados y declarados por IVA, al estado solo le ingresan $32.7 billones y los privados por deducciones y beneficios se quedan con $74.9 billones. Acabar la piñata de los dineros del IVA que se quedan en su mayoría en manos privadas, va a permitir mejorar los ingresos de la nación, gravar artículos de lujo que aún siguen exentos, y aumentar los recaudos. Si los recaudos funcionan bien, se puede eliminar paulatinamente el 4X1000 que tanto odian los colombianos. Bajar al 3X100 y así, cada año un punto hasta eliminarlo.