Por: Jair Peña Gómez
Algunas cifras macroeconómicas respaldan al gobierno Duque, como el crecimiento en 2021 y lo que va del 2022, pero no todo es color de rosa, la administración del Centro Democrático se acaba de apuntar la inflación más alta desde julio del 2000. La inflación anual con corte en abril se ubica en 9,23%.
«La inflación es un impuesto sin legislación», aseguraba Friedman, a lo que yo agrego que es un atentado directo al ahorro y a la capacidad adquisitiva de la gente, propiciada la mayoría de las veces por el Estado. Algunos argumentarán que hay dinámicas complejas a nivel global y que la inflación no es un fenómeno estrictamente de Colombia, pero lo cierto es que el Gobierno sí ha podido tomar cartas en el asunto en vez de seguir favoreciéndola.
Recordemos que el presidente socialdemócrata Iván Duque (como lo califica The Guardian) comenzó su mandato concediendo un aumento del presupuesto para educación de $4,5 billones de pesos, lo que sin duda influyó en que se tuviera que tramitar una nueva reforma tributaria para financiar el gasto desproporcionado del Gobierno. Y para colmo de males, con ocasión de la pandemia impuso la segunda cuarentena más larga del mundo, aniquilando decenas de miles de empresas y millones de empleos.
Para «contrarrestar» los efectos nocivos generados por él mismo en la economía, se inventó el subsidio del Ingreso Solidario, una renta básica que hoy se otorga a más de 4 millones de hogares; más gasto.
A su vez, el Banco de la República emitió $30 billones de pesos en 2020 para «garantizar las sostenibilidad y solvencia del sistema financiero»; más dinero en circulación, mayor inflación.
A todo eso se le suma el paro criminal del 2021, que desató el caos en las principales ciudades de Colombia, bloqueos en la infraestructura crítica del país como puertos, aeropuertos y autopistas. Faltó determinación del Ejecutivo para hacer frente a las guerrillas rurales (ELN y FARC) y urbanas (Primera Línea), y cuando se tomó la decisión de militarizar, ya era tarde. La carestía en los alimentos se sintió y se sigue sintiendo en todo el territorio nacional.
Finalmente, al término del 2021, al ver que la inflación estaba desbordada, a Duque se le ocurrió la brillante idea de incrementar el salario mínimo en 10,07% y mejorar la capacidad adquisitiva de los colombianos, pero lo cierto es que el efecto ha sido el contrario, pues esa ilusión de tener unos mejores ingresos hizo aumentar el consumo, la gente sentía que podía gastar más, estaba dispuesta a pagar más por los productos y servicios, y eso también colocó presión sobre la inflación.
Luego de todos esos desastres internos sobre los que existe responsabilidad directa del presidente, sí, están las dinámicas internacionales, problemas logísticos en Asia por cuenta de las medidas de la China comunista para contener el virus del SARS-CoV-2 y, por supuesto, la guerra que la Federación Rusa desató en Ucrania, ambos países gigantes agrícolas y petroleros, causando un aumento en los precios de los alimentos y la energía.
Apostilla: ¿En Colombia existe la rendición de cuentas y la responsabilidad política?