Por: Jaime Arturo Restrepo R – El Patriota
En una obra de reingeniería social, para modelar el pensamiento de la masa con objetivos de consolidar un proyecto político y económico, mediante constructos ideológicos “progresistas”, han creado una receta, una franquicia, que se ha venido replicando en Latinoamérica para la toma y perpetuación del poder.
Esta franquicia, que pretende cambiar la estructura mental del pueblo, se ha venido edificando y evolucionando desde finales de los sesenta, con la primera Conferencia Tricontinental de la Habana en 1966; con la Organización Latinoamericana de Solidaridad de los pueblos de 1967 (OLAS); con la Comisión Trilateral de 1973; con la fundación internacional Dialogo Interamericano en 1982; con el Foro de Sao Paulo en 1990 y con el Grupo de Puebla en el año 2019. Macro estructuras de poder, que se han venido desarrollando y mutando de manera camaleónica, con el trabajo político de masas y de organizaciones no gubernamentales (ONG), que operan como para Estados, con un amplio espectro de maniobrabilidad y poder político.
En ese andamiaje político multifacético, donde se combinan todas las formas de lucha, se trabaja con “ideas fuerza”, para inocular al imaginario colectivo, mediante aparatos de propaganda política muy bien elaborados, que tienen claro sus objetivos, a corto, mediano y largo plazo, sin improvisación y con firmeza.
La franquicia, cuenta con un inventario de objetivos en su carta de navegación, que involucra la limitación progresiva de la misionalidad constitucional de las Fuerzas Armadas, acabando con su cuerpo de doctrina, con la justicia penal militar y con la moral combativa de las tropas; la implantación de un sistema, de registro y conteo electrónico de votos, para manipular las elecciones; el andamiaje legal para blindar el cultivo, producción, distribución y libre consumo de drogas ilícitas; la renta básica universal, para crear ciudadanos manipulables, dependientes del Estado y de sus maquinarias políticas corruptas; la instrumentalización política y judicial del discurso de los Derechos Humanos, para atacar a unos y canonizar a otros; la manipulación de todo el sistema educativo, para ejecutar el transbordo ideológico inadvertido; el desequilibrio de los poderes públicos, con una evidente justicia politizada, permisiva con el terrorismo de izquierda y que aplica vindicta con aquellos que los combatieron.
La receta, también ostenta como táctica, la mercantilización de la prensa y de la opinión pública; la retórica del aborto, cercenando la vida de los no nacidos y la promoción de la homosexualidad como mecanismos utilitaristas para el control demográfico; la dictadura de las minorías donde nos imponen sus diferencias y sus privilegios, pero desconocen todos los deberes; la deconstrucción histórica y cultural, con la promoción de excesos y perversiones que oxigenan la anarquía; la realidad de una legislación penal alterada, por un garantismo desmedido en favor del crimen organizado y afilada para la persecución judicial del enemigo político de la izquierda carnívora; las políticas para desacreditar y atacar al cristianismo, en tanto enarbola la defensa de los principios y valores, que van en contravía de los valores artificiales promovidos por el pensamiento único del programa revolucionario.
Dentro de los patrones de conducta, de quienes fungen como determinadores de esa maquinaria de poder, es fundamental poner de relevancia al brazo armado, encargado de hacer los ajustes que la mano invisible no logra, mediante su estrategia desestabilizadora, que pretende cercenar nuestra soberanía y fracturar las bases de nuestro Estado Nación.
Este proceso de revisionismo histórico bien aceitado, con los dineros del narcotráfico y de las ONG internacionales, pretende desaparecer lo que fue cierto; y validar como verdad lo que quieren imponer. Lo políticamente “correcto”, será impuesto por tribunales edificados a la medida del terrorismo y comisiones de la “verdad”, creados, emulando los juicios de la “verdad” argentinos y el proyecto “Nunca Más”, en donde los militares terminaron muriendo en prisión, mientras los bandidos Montoneros, se convirtieron en los dueños de la moral y de la verdad; tal como ocurre en Colombia con criminales del M-19, del EPL, de las FARC y del ELN, a quienes pretenden graduar como adalides de la democracia y de la denuncia social.
En este análisis deductivo es necesario atestar, que nada está librado al azar, todo obedece a una estrategia calculada, masiva y sistemática para la toma del poder; y es allí donde entra duro, el ariete desestabilizador, con la ejecución del sicariato moral y judicial contra el presidente Álvaro Uribe Vélez.
La franquicia requiere borrar, no lo que es Uribe, sino lo que significa, para entronizar su proyecto político y económico. No obstante los bandazos de Uribe en favor de la franquicia, propiciando el re indulto para el M-19, acabando con la justicia penal militar, negociando el resultado del plebiscito del 2016, saludando la llegada a la vicepresidencia del Senado, de una terrorista de las FARC, respaldando la participación política desde su partido político a terroristas del M-19, entre otros desaciertos; jamás, le perdonaran los resultados tácticos de su política de seguridad democrática contra las FARC y el ELN.
La Corte Suprema de Injusticias, aplicando al pie de la letra estratagemas del derecho penal del enemigo, ordenó la libertad para el terrorista de las FARC, Jesús Santrich, a quien se le privilegió su derecho fundamental a la libertad “en vista de que atendió las citaciones a las diferentes autoridades judiciales”, pero a contrario sensu, le negaron la libertad a Uribe, quien siempre compareció ante los llamados de la Corte. La asimetría judicial se ratifica, cuando además de la medida de aseguramiento privativa de la libertad, son públicas las filtraciones descontextualizadas a los medios de comunicación de piezas procesales, violentando la reserva sumarial; y advirtiendo las chuzadas ilegales de la Corte contra Uribe.
Casualmente, el magistrado ponente de la privación de la libertad contra Uribe, fue compañero de trabajo de Pilar Rueda, esposa del denunciante y buscador de testigos Iván Cepeda. De forma calculada la Corte, procedió en plena pandemia, considerando las restricciones de movilidad de las masas, para manifestarse contra la decisión arbitraria y desproporcionada.
La defensa de lo que representa Uribe, a pesar de sí mismo, es una necesidad para la defensa de nuestra democracia y de nuestro Estado Nación. Su captura se traduce en un grito de guerra, en un desafío, que debe ser atendido desde la legalidad, con contundencia y con acciones concretas.
La captura de Uribe, concomitante a las acciones de sicarios morales que trabajan impunemente con el aval de la inquisición de los jueces, es el preludio de lo que vendrá. El contubernio de Mancuso con las FARC, hace carrera para las versiones de algunos extraditados que esperan venganza contra Uribe, en concierto, con quienes fueron sus enemigos naturales.
La nueva inquisición nos midió el aceite, nos pesó, nos retó y nos desafió con la captura de Uribe. Empezaron a desgranar la mazorca por la cabeza. ¿Si esto pasa en un gobierno puesto por el partido de Uribe, no me quiero imaginar que pasará en una dictadura de izquierdas?
Debemos responder a la dosificada acción psicológica y a la manipulación judicial de la izquierda, cerrando toda posibilidad laboral y contractual a militantes de esa ideología política, con estudios de inteligencia laboral precontractuales y contractuales, para hacer nugatorias las contrataciones, las prórrogas y sus prácticas. No podemos seguir alimentando a la Hiena que nos muerde la mano. Los invito, para que de manera monolítica, edifiquemos una estrategia reaccionaria agresiva, sin diplomacia barata, sin compartir escenarios con bandidos de izquierda, con trabajo político de masas y de organizaciones, que debe ir más allá de las redes sociales.
Nos invitaron con la captura de Uribe a la lucha política de clases y los debemos atender en consecuencia proporcional a sus acciones.
La Constituyente para “la segunda y definitiva independencia” es el proyecto máximo del Partido Comunista y de sus FARC, de acuerdo a lo que rezan los acuerdos de la Habana. Situación de apuño que prende las alertas, para no caer en tan evidente trampa.
Hoy Uribe es víctima de su propio invento, de su corazón grande con la izquierda y de su diplomacia lisonjera con el terrorismo indultado. La izquierda ya tiene su trofeo y se lo debemos arrebatar, por el futuro de Colombia.
¡El que se vuelve miel, se lo lamen!