Por: Néstor Laso
La decisión del gobierno español de establecer fuertes restricciones a la entrada como turistas de ciudadanos colombianos al país ibérico salvo una serie de excepciones, ha levantado numerosas reacciones sobre todo en lo relativo a las causas de la implementación de tales medidas de limitación, inicialmente en España pero luego aplicadas también por Francia.
Las causas son de diversa índole. Si bien los datos epidemiológicos en Colombia siguen siendo altos, los niveles de incidencia han frenado su ascenso y el ritmo de vacunación es bastante bueno. Oficialmente las autoridades sanitarias y migratorias españolas han argumentado dichas razones, pero extraoficialmente parece que esa imposición se debe más a cuestiones de orden público, motivadas, entre otras, por las decenas de falsificaciones de certificados de pruebas PCR negativas.
Si a ello unimos, el fuerte incremento de las actividades delictivas asociadas a colombianos en España, en los últimos tiempos,donde al abrigo de los beneficios de la supresión del visado Schengen y la libertad de ingreso como turistas de ciudadanos colombianos de todo tipo, han aumentado en la tierra de Cervantes, los casos de sicariato, ajustes de cuentas, narcotráfico, delitos de suma violencia física como la execrable agresión en un ojo que hubo de ser extirpado, ocasionado por un delincuente de dicho país a un sanitario quien le recriminó su falta de tapabocas en pleno metro de Madrid, delitos contra la propiedad, etc,, todo ello en clara actitud mimética de lo que ocurre en Colombia con su falta de seguridad tras el Proceso de Paz, a lo que hay que unir la mala imagen internacional producida por el asesinato del Presidente de Haiti, al parecer a manos de exmilitares del país cafetero según aparece en prensa, etc.,
Todo ello, constituye un aderezo que ha convencido a las autoridades de los citados países europeos a imponer unas severas restricciones a los ciudadanos del país cafetero.
Víctimas de esa minoría delictiva colombiana que parece que ha hecho reverdecer los viejos estigmas del pasado, son la muy mayoritaria gente de bien colombiana, que de momento, tiene impedido el visitar a sus seres queridos, pasar con ellos unas vacaciones, etc., con lo que todo ello vuelve a poner encima de la mesa.
En concreto, hasta qué punto la violencia, la inseguridad y la ilegalidad, sigue siendo mercancía exportable colombiana y no se han puesto los medios suficientes, posiblemente con el mal ejemplo de la impunidad del Proceso de Paz, para su erradicación.
La eliminación de la exigibilidad del Visado Schengen ha sido uno de los objetivos a alcanzar por Colombia en estos últimos años en materia migratoria. Como español de origen y colombiano de adopción, desde mi atalaya de Abogado experto en extranjería e inmigración y como Secretario Ejecutivo de Justicia del Partido Popular en Asturias (Norte de España), función política que desempeñé en su día, siempre he estimado dicha aspiración como justa para el pueblo colombiano, el cual ha vivido durante muchos años con el estigma de un cierto rechazo, principalmente de Europa, ante los conocidos episodios de narcotráfico claramente vinculados a las mafias del narcoterrorismo que vive el país iberoamericano desde hace más de cincuenta años.
En su día, he tenido el privilegio de estar al tanto del citado proceso de supresión de visado durante estos años, cuyo inicio de gestiones para su consecución con la UE se remonta a finales del segundo mandato del presidente Álvaro Uribe, como luego expondré.
Como jurista he participado en diferentes foros, abogando por lo que calificaba una clara discriminación para la inmensísima mayoría de ciudadanos que integran el pueblo colombiano, pues “cachacos” y “costeños”, “rolos” y “paisas”, los de la Sabana hasta los del Amazonas así un largo etcétera, en nada son diferentes a los ciudadanos de otros países iberoamericanos aceptados en Europa. Son gente honesta, trabajadora y responsable que ha tenido que llevar la carga de los malhechores que han hecho del narcotráfico y la violencia en todas sus expresiones, su seña de identidad y que, por extensión, han perjudicado y sigue perjudicando a lo largo de los años a los hombres y mujeres del querido país iberoamericano, con una imagen que no se corresponde con la realidad de esa
Colombia a quien tanto quiero y a la que estoy vinculado para siempre, compartiendo con todos ellos esta maravillosa nacionalidad colombiana que ostento, de la que me siento profundamente orgulloso.
El momento culminante para empezar a discutirse la realidad de la citada supresión de visado Schengen, lo supuso la firma del acuerdo de Colombia con la UE en materia económica y comercial en la VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la UE y CELAC celebrada en Madrid entre los días 16 y 19 de Mayo del 2010, al final del mandato del expresidente Álvaro Uribe.
A instancia del presidente Uribe, junto con la decisiva participación del aquel momento Embajador de Colombia en España, el atlanticense Carlos Rodado Noriega, posiblemente uno de los jefes de delegación diplomática colombiana en España mas eficientes de la historia, quienes estuvieron presentes en esa Cumbre de Madrid del 2010, uno de los puntos acordados por los representantes de la UE y de Colombia en la misma, fué que la libertad de circulación de mercancías, productos y servicios no sería una realidad efectiva si no viniese acompañada con un levantamiento de la supresión de las tradicionales restricciones migratorias a los ciudadanos colombianos. Con el acuerdo del Gobierno Uribe y de los altos funcionarios de la UE se pusieron las bases de lo que tiempo después iba a ser una auténtica realidad.
Pero si hay alguien que tiene un grandísimo mérito en la consecución de la citada supresión migratoria para Colombia es el presidente español Mariano Rajoy, centro derecha, quien le ha dado el empujón necesario a la supresión de la visa expuesta entre la UE constituyendo ese impulso en su apuesta sin ambages por el apoyo de España y de su Gobierno a los países iberoamericanos y a sus reivindicaciones más prácticas.
Hoy esos avances producidos con la libertad de movimientos en territorio Schengen para los ciudadanos colombianos, pueden verse alterados por los incumplimientos en una materia tan sensible como es la autenticidad de los certificados covid y el aumento de la inseguridad ciudadana en diversos países europeos por las malas prácticas de esa minoría de insolidarios colombianos que se han empeñado a que el país de García Márquez o de Mutis, siga siendo
conocido por sus estigmas y no por sus grandes creaciones y atributos que atesora.
La grandísima mayoría de colombianos quienes sin lugar a duda alguna, son cumplidores de sus obligaciones, no se merecen ser los grandes perjudicados y que una conquista como la de la supresión del visado en territorio Schengen, pueda revisarse a por la actitud de una minoría.
Tal injusticia no se la merecerían ni Colombia ni los colombianos.
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Néstor Laso, es Abogado. Ostenta las nacionalidades española y colombiana. Fué Coordinador en España del Centro Democrático (Colombia)