Por: Juan Daniel Giraldo
La mejor estrategia para minar la confianza y la moral militar luego de la victoria armada contra los terroristas de la FARC, fue comenzar un ataque colectivo y sistémico jurídico contra la tropa, de medio y bajo nivel, y finalmente alegando responsabilidad de mando, contra su cuerpo de generales. Bajo el mal llamado título de ‘falsos positivos’, inflaron cifras, fueron a estrados internacionales, armaron un show mediático y de esa forma cercenaron la credibilidad en las FFMM, catalogándolas de violadoras de derechos humanos y otros bejámenes más.
No pudieron con la policía en ese momento, quizás no estaba en su mira por el momento. Y quizás los mandos de su época se confiaron. Cada vez que se tocaba el tema sobre la responsabilidad penal y disciplinaria en el proceso de paz respondían que era un tema más de las FFMM y que no creían que fueran a tocar a la policía. Pero los hechos demostraron otra cosa.
Los hechos recientes de anarquía y desorden ha llevado a la praxis lo aprendido en la derrota moral y judicial de las FFMM: llevarlas al límite de sus capacidades y ante cualquier falla, por mínima que sea, hacerla ver como una crisis sistemática de violaciones a los derechos humanos y presentar ello ante toda autoridad internacional que sirva de oídos atentos a una diplomacia zurda y malintencionada que haga eco de esas mentiras, y así volverlas verdad.
Y la consecuencia de ello no es más que sofocar al aparato judicial del país, para que en aras de mostrar imparcialidad y capacidad de respuesta a esas denuncias, sean malintencionadas, falsas o no, recurran a investigaciones, juicios y medidas privativas de la libertad. Y con ello los nostálgicos del poder comunista logran su cometido: lo que no pueden por las armas, lo hacen por la vía legal, derrotar a su enemigo: el uniformado.
Y lo derrotan anímicamente: al tener temor a una investigación disciplinaria o penal, que trunque sus aspiraciones profesionales y su proyecto de vida, lo mejor es dejar de actuar o pasar de agache, cediendo así a las pretensiones de esa caterva. El mal llamado laissez faire laissez passer (dejar hacer, dejar pasar) de la revolución francesa, comienza a hacer carrera de nuevo. Finalmente, para Coronar su estrategia apelan a la responsabilidad de mando, acosando anímicamente al subalterno para que así evadan responsabilidades y las traspasen al superior, para así completar el círculo vicioso y lograr su cometido: cobrar las cabezas laureadas y de sus generales.
Hago este comentario porque ya la cacería de brujas ha comenzado: en lo corrido de este mes la Procuraduría ha abierto decenas de investigaciones a oficiales y mandos ejecutivos de la policía como responsables de los hechos sucedidos en Cali y otros lugares del país. Ya la Fiscalia ha hecho semejante salvajada en material penal, acusados de homicidio, solo por salvaguardar el orden y la Constitución Nacional. Hago esta denuncia pública en aras que la comunidad y la sociedad reaccione antes que llegue a consecuencias no deseadas, mientras que los verdaderos culpables posan de defensores de derechos humanos y de fuero especial como ‘promotores de paro’ y como ‘primera línea.’
No podemos permitir que la historia vuelva a fallarle a los verdaderos héroes de la patria. Debemos arroparlos y apoyarlos desde todos los frentes. Con algunos amigos especializados en derecho hemos comenzado acciones en defensa de estos héroes, pero debe volverse algo permanente y sistemático, porque en ellos es en quienes nosotros depositamos la fé y la confianza en el Estado.