Por: Redacción Elarticulo.co
El presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, José Félix Lafaurie, estuvo presente en la sesión ordinaria realizada por la asamblea del Magdalena para hablar sobre el plan de desarrollo que pretende implementar el gobernador Carlos Caicedo.
En desarrollo de la sesión, el Doctor Lafaurie, manifestó su preocupación por las propuestas insertadas en el PDD, en el que se dejan unas ventanas en la que la propiedad privada presenta grandes riesgos y se vislumbra un desafío en contra del sector ganadero que representa un porcentaje significativo de la producción económica del departamento.
“Mientras el empresariado ganadero busca establecer empresas que inviertan más de 50 millones de dólares para hacer procesos de exportación de derivados del ganado, el gobernador del Magdalena se dedica a ofender a un gremio que recoge a mas de 13 mil pequeños y medianos ganaderos”, expresó el presidente de Fedegan.
Bogotá D.C., 2 de junio de 2020
Doctor:
CARLOS EDUARDO CAICEDO OMAR
Gobernador
Departamento del Magdalena
Carrera 1 No. 15 – 16 Palacio Tayrona
despacho@magdalena.gov.co
Santa Marta – Magdalena.
Asunto: Consideraciones al Plan de Desarrollo Departamental 2020 – 2023
“MAGDALENA RENACE”
Señor gobernador:
A partir de una revisión del Plan de Desarrollo Departamental 2020 – 2023: “MAGDALENA RENACE”, que su administración ha presentado a consideración de la Asamblea Departamental, he considerado necesario hacer unas observaciones que, primero: responden a mi responsabilidad gremial como presidente de FEDEGÁN, de defender a la actividad y a sus productores frente a los estereotipos y estigmas que se han creado a su alrededor; segundo: son absolutamente respetuosas pero verticales frente a esa defensa de la ganadería; y tercero: tienen una connotación crítica, por supuesto, pero eminentemente, constructiva y, sobre todo, asertiva, en busca de encontrar espacios comunes que nos ayuden a entender la realidad para poder transformarla, en beneficio del departamento como ente territorial y de sus gobernados; y desde nuestra perspectiva, de la actividad ganadera y de los magdalenenses que a ella se dedican.
Debo iniciar señalando que, en general, en cuanto a la “Revolución de la Productividad” se refiere, principalmente, el tono del Plan de Desarrollo es de una descalificación de la ganadería que no se compadece con la tradición ganadera del departamento, que comparte con sus departamentos vecinos, ni con su aporte a la economía departamental y regional. De hecho, el actual departamento de Magdalena fue la cuna de la ganadería colombiana, cuando Rodrigo de Bastidas regresó a fundar la ciudad de Santa Marta el 29 de julio de 1525, llevando consigo los primeros bovinos que desembarcaron en lo que hoy es territorio colombiano.
GANADERÍA MAGDALENENSE – CARACTERIZACIÓN
Quiero iniciar, señor gobernador, con una breve caracterización de la ganadería del departamento:
– Inventario (cabezas) 1.454.955
– Número de predios 16.086
– Producción anual de leche (litros) 557.180.417
– Producción diaria de leche (litros) 1.547.723
– Participación en la producción nacional leche 7,6%
– Sacrificio anual formal (cabezas) 2019 39.505
– Participación en la producción carne 2019 1,2%
– El octavo lugar en tamaño del hato y segundo
en la Región Caribe
– El sexto departamento en producción nacional de leche
– El —- departamento en sacrificio nacional
Como puede apreciarse, no se trata de un aporte despreciable el de la ganadería a su departamento y al peso específico de la actividad a nivel nacional, lo cual no son apenas cifras vacías, pues la producción anual de más de 7.000 millones de litros y 800.000 toneladas de carne tiene un inmenso valor estratégico, hoy valorado con mayor justicia en medio de la pandemia, no solo para la seguridad alimentaria de los colombianos, sino para la generación de empleo rural y la subsistencia de muchos pequeños productores en todo el país, sin hablar del reconocido potencial exportador de la carne, que podría sumar a la importante canasta exportadora agropecuaria del departamento.
Para el caso de los departamentos de la costa Caribe hay una consideración adicional, pues la homogeneidad de la producción en todos ellos y su tradición ganadera les añade una connotación “regional” -la ganadería costeña- que no solo es, inclusive, una expresión cultural, sino que tiene mucho peso dentro de la comunidad ganadera nacional a nivel de la producción. En efecto, la región alberga el —-% del hato y produce el —-% de la carne y el —-% de la leche.
La ausencia de la ganadería
Por ello extraña ese tono descalificatorio que se percibe en el documento de planeación, que tiende a resaltar y reiterar las dificultades y debilidades de la ganadería -que las tiene-, y a desestimar y, en ocasiones, desconocer totalmente su aporte a la economía y la seguridad alimentaria del departamento.
Desde la Introducción que remata el Capítulo 1 (p. 28) se percibe esa ausencia de la ganadería, cuando se describe que “Magdalena es principalmente productor de café, banano, yuca, maíz, cacao y palma de aceite. Pero su biodiversidad permite producir multiplicidad de alimentos”. Es una omisión evidente, que no se compadece con el reconocimiento -el único en todo el documento-, en el Diagnóstico Integral del Eje Estratégico III: La Revolución de la Productividad, al referirse a las Actividades Agropecuarias (p.142), de que “La estructura del sector evidencia que las actividades que generan el mayor valor agregado son la producción pecuaria (44,1%) y otros productos agrícolas (44%)”. (Este, y todos los subrayados posteriores en las citas del documento, son fuera del texto).
Más adelante, en el Diagnóstico Integral del Eje Estratégico I: La Revolución de la Equidad, en el numeral correspondiente al “Derecho humano a la alimentación adecuada y sostenible” (p.73), el documento hace una relación de esos “alimentos” -raíces y tubérculos, frutas y hasta cereales-, algunos de los cuales “…hacen parte de la cultura alimentaria del departamento”, pero excluye totalmente a los productos de la ganadería, bien sea porque se considera que la leche y, sobre todo carne, no hace parte de la cultura alimentaria, junto con la yuca, el maíz y el plátano, lo cual no se ajusta a la realidad, o más grave aún, porque no se los califica entre los alimentos “adecuados y sostenibles”, como parece desprenderse de la afirmación que el documento hace a renglón seguido: “Es preciso resaltar que hay una subutilización del potencial de producción de alimentos debido a destinaciones inadecuadas del suelo (monocultivos y ganadería extensiva)”.
LOS ESTREOTIPOS
Este tema de la presunta destinación inadecuada del suelo en ganadería, en detrimento de la agricultura, con sus connotaciones en lo social, lo económico y lo ambiental, se convierte en el eje del Plan de Desarrollo en lo que concierne a los temas ambientales y del sector agropecuario, como se reconoce específicamente en relación con este último:
INNOVACIÓN, CONOCIMIENTO Y COMPETITIVIDAD P.146
Así mismo, objeto del Eje Estratégico Revolución Productiva, es el de reconvertir su producción agropecuaria de un uso equivocado de los suelos en ganadería extensiva para convertirlo en su verdadera vocación que es la agrícola.
Este tipo de tajantes afirmaciones que, de entrada, plantean, prácticamente, eliminar la actividad ganadera para reemplazarla por agricultura, no solo no se corresponden con la realidad histórica, económica, social y cultural del departamento, sino que lesionan la noción de un desarrollo agropecuario verdaderamente integral, que permita la convivencia de las diferentes actividades productivas y las diferentes escalas de producción, desde el pequeño y el mediano productor hasta el gran empresario, porque unas y otros son necesarios.
En resumen, y con todo respeto, señor gobernador, usted no puede decirles a los más de 16.000 ganaderos magdalenenses que su actividad productiva, de la que derivan su sustento, la que muchos han heredado por generaciones y con la que han aportado y aportan al desarrollo regional, es, sencillamente, “una equivocación”.
Son afirmaciones -y así lo entendemos- basadas en estereotipos que han perseguido a la ganadería, en medio de la inseguridad y la violencia que azotaron al campo durante décadas, y que aún persisten, como resultado de un modelo de desarrollo que, desde la década de los sesenta del siglo pasado, privilegió el urbanismo intensivo y abandonó al campo a su propia suerte, huérfano de la institucionalidad y los recursos del Estado, víctima del abandono en que se cocinaron la ilegalidad, la violencia y la consumación de la pobreza rural.
La ganadería les quita la tierra a los campesinos
En ese entorno en que le tocó desenvolverse a la ganadería en general, pero muy especialmente a la de la Región Caribe, es desacertado, por decir lo menos, y hasta peligroso para los ganaderos, que la primera autoridad del departamento afirme, como usted lo hace en la presentación del Plan, que en el departamento, “algo parecido a un culto a las reses, a las vacas, al ganado, hace que cada animal tenga más espacio para su vida que el que le corresponde a un campesino para su subsistencia”. En otras palabras: que la ganadería les quita la tierra a los campesinos.
Me disculpo por la insistencia en el profundo respeto de estas reflexiones frente a las posiciones y la autonomía de la administración departamental en la fijación de derroteros y prioridades, pero debo pronunciarme con verticalidad. No se puede sugerir siquiera la comparación de que la “cultura ganadera” de una región es una especie de tradición atávica que se practica a costa de los campesinos sin tierra, porque el problema de la tenencia de la tierra es, además de complejo, ha sido ideologizado y está salpicado de estereotipos en contra de la producción agropecuaria empresarial y, especialmente, de la ganadería.
No podemos estar de acuerdo con que, desde el Estado, se incentiven esas narrativas que van en contra de la tan necesaria reconstrucción del tejido social, y por las cuales ha sido vilipendiada y perseguida la actividad ganadera y los ganaderos individualmente. Por ello, sin pretender agotar un tema tan complejo, voy a tratar de resumir la posición del gremio ganadero frente al debate de “la tenencia de la tierra”, como haré luego con el tema del “uso de la tierra”.
– Sin menoscabo de la función social de la propiedad y de la primacía del interés público o social sobre el privado (Art. 58 C.N.), el mismo artículo garantiza el derecho a la legítima propiedad privada.
– Existe latifundio en Colombia, mas no desde la concepción negativa que la ideologización del debate le ha pretendido dar al término, sugerente de que el latifundista “le ha quitado a alguien la tierra”, sino como el hecho económico de una extensión relativamente grande como propiedad legítima de una sola persona natural o jurídica. En ese hecho económico está soportada, en gran parte, la producción empresarial que hace posible alimentar, a diario, a más de 7.000 mil millones de personas en el planeta.
– Sin embargo, el gran latifundio, herencia de la conquista, base de la actividad agrícola y pecuaria que soportó la economía colonial y decimonónica, y permitió la acumulación originaria de capital que dio paso a la industrialización y a los “sectores modernos”; ese gran latifundio -repito-, que perduró hasta entrado el siglo XX, se fue desintegrando por las necesidades de capital de la naciente industria, el comercio y los servicios; por la redistribución herencial y por la dinámica natural del comercio inmobiliario rural.
– El problema de la inequidad en la distribución de la tierra no es tanto por la existencia de un necesario latifundio, sino por la de un excesivo minifundio, vale decir, porque la extensión unitaria de tierra del pequeño productor, propiciada por el Estado mismo a través de estándares como el de la UAF y la parcelación de las reformas agrarias, es insuficiente para generar algo de acumulación y promover el ascenso social, y parecen estar diseñados, más bien, para mantener al campesino en su pobreza, agravada por la ausencia de la institucionalidad y los recursos del Estado, y por ende, de todo tipo de infraestructura física y social, carencias que conforman lo que se ha dado en llamar “pobreza multidimensional”.
– El aislamiento y abandono rural dio lugar a las diferentes manifestaciones de violencia e ilegalidad que aún azotan al campo, por parte de actores que, efectivamente, han generado procesos de expropiación por la fuerza y desplazamiento, hoy bajo el factor común del narcotráfico. Son, ellos sí, terratenientes ilegales, que deben ser perseguidos por el Estado y la propiedad de sus tierras extinguida y restituida a sus propietarios legítimos.
– La solución a esa problemática, que corresponde a las autoridades y al sistema de justicia, fue uno de los dos ejes de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, la cual, dicho sea de paso, FEDEGÁN apoyo desde un comienzo, no solo como un acto de justicia, sino porque muchos miles de ganaderos fueron desplazados y son demandantes de restitución.
– La preocupación por el excesivo minifundio es también de FEDEGÁN. A nivel nacional, los productores considerados “pequeños” con hasta 50 cabezas de ganado, representan el —-% del total. En Magdalena ese porcentaje es inferior, del 57,4%, con un importante segmento de lo que podría llamarse “clase media” ganadera, más de 6.500 productores entre 51 y 500 animales. Solamente el 2,6% posee más de 500 animales.
Departamento del Magdalena
Caracterización ganadera por tamaño del hato
(Número de cabezas)
Productores/cabezas Productores Participación Acumulado
Con 1 a 50 9.230 57,4% 57,4%
Con 51 a 100 3.240 20,1% 77,5%
Con 101 a 500 3.195 19,9% 97,4%
Con 501 o más 421 2,6% 100,0%
Total 16.086 100,0%
Fuente: ICA Cifras de Vacunación Ciclo II – 2019
Frente a esa caracterización mayoritariamente minifundista de la producción agropecuaria en general y de la ganadería en particular, parte de la solución está cifrada en la Ley de Restitución de Tierras, que avanza con dificultades y distorsiones que han generado no pocas injusticias, y en el Fondo Gratuito de Tierras, que debería ser alimentado, prioritariamente, por la devolución de las tierras de las Farc obtenidas con recursos ilícitos, además de las expropiadas por la fuerza, que deben ir a restitución; por la recuperación de baldíos apropiados ilegalmente o, en ocasiones, entregados por el Estado mismo; y por la extinción de dominio de las tierras adquiridas con dineros ilícitos. Al margen de si el Fondo Gratuito logre cumplir su meta de los tres (3) millones de hectáreas, sería de esperarse que su redistribución no termine profundizando el problema del minifundio.
Así que, además de zanjar la deuda con el campo en todos los frentes de la producción y la vida humana, hay que trabajar para que el pequeño deje de serlo, y gran parte de la solución está en una carta olvidada por del Estado en todos sus niveles. La promoción de LA ASOCIATIVIDAD rural como política de Estado, instrumento que tiene ejemplos realmente maravillosos en otras latitudes, como el caso de Nueva Zelanda en producción de leche.
Culmino este tema con una nueva disculpa, en esta ocasión por autocitarme, en una reciente columna periodística sobre el tema:
Según el IGAC hay 48,5 millones de hectáreas de propietarios privados, y según catastro 4,4 millones de predios rurales, para un promedio de 11 hectáreas por predio. ¡Cuál latifundio! Claro que hay producción empresarial que sobrepasa ese promedio, para fortuna de la seguridad alimentaria, el empleo rural y las posibilidades exportadoras, pero lo que predomina es la producción minifundista, enaltecida con intereses populistas, pero sufrida por el que la sufre.
A ese pequeño productor que no quiere serlo, porque nadie quiere ser pobre, hay que ayudarle a superar la pobreza a través de asociatividad como política de Estado.
La ganadería le quita la tierra a la agricultura: El llamado “conflicto de uso”.
Antes de cualquier consideración, me permito reseñar las principales alusiones al tema en el documento del Plan de Desarrollo 2020 – 2023 “MAGDALENA RENACE”, que se suman a la ya citada, que plantea, para la Revolución Productiva, el objetivo de “reconvertir su producción agropecuaria de un uso equivocado de los suelos en ganadería extensiva para convertirlo en su verdadera vocación que es la agrícola”.
“…el departamento debe ordenar el territorio alrededor de tres elementos estructurantes: El agua, el conflicto de usos del suelo y la restauración y manejo sustentable de la biodiversidad (…) La ganadería extensiva ha suplantado los cultivos en suelos con vocación agrícola” (p. 96).
“Esta subregión es afectada por (…) la contaminación y desecación de las ciénagas, ignorando la capacidad productiva de las mismas, que se acerca a los mil kilos por hectárea de peces, moluscos y crustáceos, mientras que el terreno desecado sólo aporta entre 80 y 100 kilos de carne vacuna” (p. 97).
“Todos los municipios presentan conflictos de uso del suelo por preponderancia absoluta de ganadería extensiva sobre las posibilidades amplias de agricultura (…) porque la agricultura requiere presencia permanente, mientras la ganadería extensiva no”. (p. 98).
“El resultado del ejercicio del IDTS (…) muestra que (…) el conflicto de usos del suelo, con la preponderancia de la cultura de la ganadería extensiva en suelos con vocación agrícola… (p. 99).
Es evidente entonces el reto enorme de cambiar la cultura ganadera de bajo rendimiento, por una cultura agrícola que garantice la nutrición y seguridad alimentaria… (p. 100).
“El principal problema ambiental del departamento (…) es el conflicto de usos del suelo entre la ganadería de carácter extensivo y la agricultura, frente a la vocación agroecológica de los suelos (…) Este conflicto implica deforestación, desecación de ciénagas, uso de pesticidas, apisonamiento de suelos aptos para agricultura, etc. (p.102).
“Es evidente que el principal reto de usos del suelo es lograr modificar el patrón actual de ganadería, que debía usar únicamente el 9,2% del suelo departamental y ocupa hoy el 51,2% del territorio como áreas de pastoreo, mientras que la agricultura, que debería ocupar el 50,8% del territorio, ocupa únicamente el 9,0%, en una proporción exactamente contraria a lo que debería ser” (p. 103).
“… las ciénagas (…) afectadas por el uso inadecuado de los suelos (…) y por la cultura de desecación de las ciénagas, bajo la falsa premisa del aprovechamiento en ganadería como mejor opción” (p. 103).
“La pérdida de la cobertura vegetal es el resultado de la deforestación histórica para convertir en ganadería extensiva los suelos…” (p. 104).
Otra esfera que exige procesos de innovación, emprendimientos y competitividad es el de las actividades agropecuarias. En el departamento esta rama de la economía se caracteriza por desarrollarse en medio de una conflictividad que se expresa de la siguiente manera: conflictos entre ganadería y agricultura (…) Efectivamente, el 50% del territorio está dedicado a un pastoreo extensivo de muy baja productividad, cuando podría ocupar tan sólo el 9% con un desarrollo de buena ganadería (…) Los sistemas de crianza y levante del lote ganadero son muy improductivos y sin tecnología, ni riego. (p. 42).
Sobre este particular hay varias consideraciones que planteo, más convocando a la reflexión que asumiendo una posición confrontacional, a partir de la convicción de compartir intereses comunes por el desarrollo del departamento, del sector rural y de la ganadería.
Las cifras
A pesar de vivir en la “era de la información”, no es fácil encontrarla ni interpretarla, aún más si se trata del sector rural, con mayores dificultades de captura y seguimiento. No se trata, por supuesto, de desvirtuar las cifras oficiales o desconocer los esfuerzos del DANE, entidad en la que FEDEGÁN ha encontrado siempre cooperación y respaldo, sino de señalar constructivamente algunas distorsiones que, seguramente, encontrarán solución con instrumentos depurados como el catastro multipropósito.
Para el sector agropecuario y, específicamente, sobre el tema de la tierra, las dos fuentes principales son el Censo Nacional Agropecuario de 2014 y la Encuesta Nacional Agropecuaria, ENA, que se realiza periódicamente.
El CNA – 2014, a partir del área rural dispersa censada, estableció el área de uso agropecuario del departamento de Magdalena en 1.369.244 hectáreas, mientras que la ENA – 2019 encontró 1.760.281 hectáreas, con una diferencia de 391.037 hectáreas.
El uso en ganadería: una inferencia por defecto
Del total de hectáreas, El CNA encontró efectivamente “sembradas” 205.599, y “con pastos” 537.308 hectáreas en el departamento. Nótese que esta última categoría no es “con ganadería”, sino “con pastos”. Pero ahí no terminan las inferencias, pues a la tierra “con pastos” se le suma la encontrada “con rastrojos”, que para el departamento fue de ¡621.548 hectáreas!, y esa sumatoria es la que “se infiere” como dedicada a ganadería. En otras palabras, estadísticamente, todo aquello que no está sembrado, está dedicado a ganadería.
El asunto es más sorprendente al consultar la definición del mismo DANE sobre “rastrojos”, utilizada para calcular la “Proporción de la superficie bajo uso agrícola”:
Malezas y Rastrojos: “Se trata de tierras que en el momento de la entrevista se encuentran ocupadas por plantas de muy diversos tipos, generalmente asocios de herbáceas y arbustivas, que pueden ser el resultado de un descanso muy prolongado o del abandono de los terrenos por parte del productor agropecuario” (DANE, 2010); este tipo de superficie incluye a la vegetación xerofítica y de páramo (MADR – CCI, 2009).
La vocación
¿Qué es la vocación de los suelos? Esta pregunta se encuentra en la sección de Agrología de la página web del IGAC, y a renglón seguido se responde: “Tierras que por sus características de suelos, permiten el establecimiento de sistemas de producción agrícola, con plantas cultivadas de diferentes ciclos de vida y productos”. Es una respuesta por demás extraña y que, una vez más, excluye a la ganadería. Es decir, la “vocación” solo se predica de la “producción agrícola” y, valga la redundancia, una vez más, al parecer, la tierra de “vocación ganadera” es un resultado por defecto
No hay claridad alguna sobre los parámetros que definen la eventual “vocación ganadera” de la tierra, y si nos atenemos a los del uso, pues, sencillamente, “todo aquello que no usa la agricultura tiene vocación ganadera”. Para nuestro caso, y con respeto por las decisiones que la administración departamental toma con base en una información que es “oficial”, no encuentro bases de ningún tipo que sustenten la afirmación categórica de que la ganadería magdalenense “debía usar únicamente el 9,2% del suelo y ocupa hoy el 51,2% del territorio como áreas de pastoreo, mientras que la agricultura, que debería ocupar el 50,8% del territorio, ocupa únicamente el 9,0%…”.
El ¿conflicto?
Rescato ese “deber ser” subrayado en el párrafo anterior, para plantear un interrogante: ¿Realmente hay un “conflicto”?; ¿realmente “la ganadería extensiva ha suplantado los cultivos en suelos con vocación agrícola”, como se afirma en el documento?; ¿es cierto que la ganadería “le quita” la tierra a la agricultura?
No es sino uno de los estereotipos que han estigmatizado a la ganadería y que se repiten a través de cifras convertidas en “lugares comunes”. Bien sabemos que no es así. Bien sabemos que si la agricultura solo ocupa el 9% de la tierra productiva disponible es porque no hay condiciones de competitividad ni de mercado para que sea de otra manera. Si los ganaderos de la región no se han pasado todos a palma y banano, lo que no es deseable, es porque su implementación en escalas rentables es de muy altos costos, y porque esos productos boyantes de la agricultura departamental también encuentran limitaciones de mercado.
Le aseguro, señor gobernador, que los ganaderos mismos, a pesar del apego a su actividad, si encontraran un renglón agrícola de mayor rentabilidad; si encontraran apoyo en la política pública y condiciones de producción y de mercados favorables, cambiarían de actividad y “le devolverían” tierra a la agricultura, porque, por definición, los agentes económicos toman decisiones racionales, sin importar el esfuerzo de reconversión ni de sostenimiento, pues tampoco podemos compartir que “la preponderancia absoluta de la ganadería extensiva sobre las posibilidades amplias de agricultura se da porque la agricultura requiere presencia permanente, mientras la ganadería extensiva no”. En absoluto. El ganadero no es precisamente un gremio “perezoso”.
Esa falta de condiciones que ha impedido una diversificación agrícola importante, a nivel nacional inclusive, son expresamente reconocidas en su presentación al documento
“Es necesario retomar las conclusiones de la Misión Rural (DNP 2015) sobre la necesidad de que el Estado estimule la producción agropecuaria a través de inversiones (vías, sistemas de riego, crédito…) y la oferta de servicios (acueducto, educación, salud, vivienda…). Estas acciones las debe realizar el departamento en proyectos conjuntos con el gobierno nacional. La infraestructura física y social es imperativa” (p. 16).
Finalmente, dentro de ese contexto, quiero resaltar su convicción sobre la importancia del trabajo conjunto: “El gobierno departamental debe trabajar juntamente con el sector privado (…) Los empresarios deben entender que el esfuerzo conjunto les genera, a la larga, mayores beneficios”, afirma usted en la presentación, y puede tener la certeza de que FEDEGÁN así lo entiende, como lo entienden los gremios regionales, siempre y cuando la premisa no sea la exclusión de la ganadería como objetivo del Plan de Desarrollo.
La ganadería deteriora la naturaleza
Son varias las alusiones al impacto ambiental de la ganadería por el “conflicto entre vocación y uso”, que se pueden resumir en la afirmación de que “Este conflicto implica deforestación, desecación de ciénagas, uso de pesticidas, apisonamiento de suelos aptos para agricultura, etc.” (p.102).
La ganadería, como todas las actividades económicas, impacta el entorno ambiental en que se desenvuelve; es inevitable. Sin embargo, la ganadería hace parte de esa naturaleza afectada; es una actividad “originaria” en la historia de la humanidad y definitiva por su aporte proteínico al desarrollo del ser humano, aunque hoy se pretenda desconocer esa contribución, magnificar su impacto ambiental y descalificar la importancia de la carne y la leche dentro de la dieta humana.
Ganadería sostenible: una respuesta de futuro
No se trata, entonces, de satanizar a la ganadería, sino de apoyar su reconversión con enfoque sostenible, a partir de la Ciencia y la Tecnología para inducir la Innovación. Ese es el enfoque que FEDEGÁN le está dando a su gestión gremial y a los programas del Fondo Nacional del Ganado (FNG).
No es una preocupación nueva. Desde hace más de una década logramos el apoyo del Banco Mundial, a través de su Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), y posteriormente, del gobierno del Reino Unido, para darle vida al programa “Ganadería Colombiana Sostenible” a partir de Sistemas Silvopastoriles Intensivos, SSPi, un proyecto pionero en el país y a nivel continental.
Actualmente, aprovechando el saber y la experiencia adquiridos, creamos el Programa de Ganadería Sostenible, aprobado por la Junta Directiva del FNG, con énfasis en la consolidación de “Municipios Ganaderos Sostenibles”, a partir de alianzas estratégicas con los entes territoriales.
Señor gobernador: al inició del Plan de Desarrollo Departamental se plantea usted la inquietud:
“Necesitamos entender cómo logramos disminuir las extensiones usadas por la ganadería mediante un proceso de negociación con los ganaderos y una búsqueda colaborativa de oportunidades para la adopción de métodos y técnicas de producción más eficientes…”.
Percibo con satisfacción que, en medio del tono de descalificación de la ganadería que parece orientar la visión agropecuaria del departamento, el Plan va encontrando respuestas más acordes con una visión integral del desarrollo y con su tradición ganadera. Cito algunas de ellas:
“El departamento está en mora de adoptar crecientemente los SSPI, Sistemas Silvopastoriles Intensivos, que además ayudan a reconstituir, a restaurar los suelos y los ecosistemas, que albergan los bovinos” (p. 103).
“Se trabajará en campañas y acuerdos de siembra de árboles y de renaturalización, acudiendo al banco de semillas, implementando el pago por servicios ambientales” (p. 122).
“Gestionaremos y promoveremos la agricultura orgánica y la agroecología con sistemas silvopastoriles, agrosilvopastoriles” (p. 122).
“Promoveremos el aprendizaje y desarrollo de eco-tecnologías enfocadas a restablecer el funcionamiento de los ecosistemas y minimizar la “huella humana” (…), incentivando la creación, (…) de programas técnicos o tecnológicos tales como: (…), Tecnología en zootecnia y ganadería sostenible/sistemas agrosilvopastoriles”(p.122).
En ese camino, señor gobernador, FEDEGÁN pone a su disposición su conocimiento y experiencia en sistemas productivos ganaderos sostenibles, para desarrollar proyectos conjuntos para el departamento y su ganadería, bajo la convicción de que la Ganadería Sostenible es el futuro, como proclamamos en el lema del Congreso Nacional de Ganaderos de 2019.
Culmino cursándole una invitación, ya no como presidente de FEDEGÁN, sino como ganadero, para que, cuando las circunstancias lo permitan, usted pueda conocer de primera mano, en un predio de mi propiedad, El Porvenir, en Codazzi, Cesar, que la Ganadería Sostenible no es apenas un discurso, sino una realidad posible para su departamento y para el país.
Cordial saludo,
JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA
Presidente Ejecutivo