Por: José Miguel Santamaría Uribe
Aunque todavía no sabemos quién hizo el mandado para tumbar las revocatorias, en el caso de Bogotá logró su cometido. Los números y las fechas son claras. La viabilidad de lograr en buen tiempo la revocatoria de Claudia López no es posible y aquí está el porqué:
Se deben conseguir unas 800.000 firmas para recolectar las 335.000 válidas necesarias para citar a la votación. Si empezáramos después de Semana Santa y duráramos los seis meses de ley, la segunda semana de octubre estaríamos radicándolas en la Registraduría, entidad que se demora alrededor de dos meses en la verificación por lo que nos deja ya a mediados de diciembre de este año la culminación de esta primera etapa.
De ahí esperaríamos a que se fije fecha para la votación, proceso que la Registraduría puede demorar nuevamente y que estando cerca a las elecciones parlamentarias y la primera vuelta presidencial, probablemente decidirían hacerlas en conjunto.
Lograron apretar los tiempos de las revocatorias lo suficiente para que estas no se logren. Revocar un alcalde cuando ya ha gobernado casi tres cuartas partes de su mandato no tiene sentido. Es por esto que eran tan importantes los tiempos y fundamental tener la votación de la revocatoria este año; algo que ya es imposible.
Lo más grave es que cuando empezamos este proceso muy pocos nos habíamos dado cuenta de la pésima gestión de la actual administración. Con nuestras denuncias y las de otras veedurías, hemos logrado que los bogotanos tengamos claridad de nuestra realidad: es tal vez la peor administración de los últimos tiempos, existe un clientelismo rampante, no hay planeación y el derroche de recursos en pro de una imagen cosmética es evidente.
Los invito a seguir haciendo denuncias, a vigilar esta caótica administración de manera que podamos lograr que hagan lo que deben hacer; que le cumplan a la ciudadanía y que nuestra ciudad deje de ser un escalón más para mejorar la imagen de figurones que verdaderamente no les interesa nuestra ciudad.