Por: Álvaro Ramírez González
El calentamiento global de la tierra ha producido cambios muy drásticos en la agricultura.
El piso térmico (altura sobre el nivel del mar) óptimo para el cultivo del café por ejemplo, era hasta hace unos años de 1.400 msnm.
Ese calentamiento ha cambiado ese indicador y hoy el piso térmico ideal para ese cultivo es de 1.600 metros sobre el nivel del mar.
Es una alteración del 15% en una variable técnica que por más de un siglo era inamovible en ese cultivo.
Una de las consecuencias más drásticas que le deja a la humanidad la Pandemia COVID- 19 es sin lugar a duda un incremento muy fuerte y globalizado en el endeudamiento general de personas naturales, jurídicas y gobiernos.
El crédito es un elemento vital en la economía del mundo; es como la sangre en el cuerpo humano.
Expresado de maneras distintas que ha desarrollado la industria crediticia, todos sin excepción, personas, empresas y gobiernos estamos ligados siempre a una operación crediticia.
El crédito es la manera como el ahorro en el mundo, acude a través de intermediarios financieros a apoyar, resolver o dar viabilidad financiera a muchas iniciativas particulares como la compra de un carro o una casa, desarrollos empresariales y proyectos gubernamentales.
La construcción de autopistas, aeropuertos y proyectos de generación eléctrica por ejemplo no serían posibles si no se apoyarán o financiarán con créditos enormes en su tamaño y muy largos en él tiempo.
Ese largo plazo es el que permite que en muchos años y de manera cómoda, se paguen esos proyectos con los ingresos que generan.
Ese largo plazo es el que le facilita a una familia pagar con sus ingresos su vivienda.
La Pandemia apagó en horas el suiche de la economía del mundo y nos mandó a todos para las casas.
El costo de esa sacudida, de ese tsunami económico es descomunal y puso en graves aprietos a todos los actores económicos, desde los empleados, hasta los encumbrados gobernantes.
Y naturalmente los pagos de todos los créditos del mundo, han sufrido drásticas alteraciones y millones de suspensiones
Eso obligó a todas las empresas e instituciones de crédito de la tierra a diseñar apuradamente unas nuevas líneas crediticias y de alivio, que amortigüen para deudores y acreedores esta intempestiva iliquidez.
Los topes de endeudamiento necesariamente tienen que subir.
Colombia por ejemplo tuvo que adquirir créditos nuevos con fondos de pensiones y bancos por casi US $ 20.000 millones para poder afrontar un fenómeno tan destructor como la parálisis económica que trajo la Pandemia. Un intempestivo aumento del 20% de la deuda pública. En otros tiempos y en condiciones normales esto era impensable, inviable, imposible.
Cosa parecida están haciendo todos los bancos e intermediarios financieros del mundo para refinanciar a todas las empresas que tienen créditos con ellos.
De otra manera la cosecha de quiebras en cadena sería catastrófica.
Y con las personas naturales está ocurriendo lo mismo. La Banca salió de inmediato a hacer prórrogas automáticas de esos créditos para darle un respiro a las personas. Pero eso definitivamente no fue suficiente.
Deberá encontrar caminos y líneas financieras que alivien mucho más a los deudores.
La calidad de todas las carteras financieras del mundo está muy deteriorada y es motivo de preocupación.
Pero al igual que el cambio drástico en el piso térmico del café, las empresas e instituciones de crédito deberán ampliar, abaratar y alargar los topes y plazos de esos créditos.
De no hacerlo quebrarían al tiempo deudores y acreedores.
Es todo un apurado pero obligado replanteamiento al endeudamiento del mundo.
Un sobreendeudamiento globalizado!