Por: Fernando Torres Mejía
En 2021, Cali vivió uno de sus momentos más oscuros. Bajo el dominio del grupo autodenominado «La Primera Línea», la ciudad fue secuestrada, sus calles bloqueadas, su infraestructura destruida y su población sometida al caos. Las estaciones del MIO, símbolo de movilidad y progreso, en su mayoría, fueron reducidas a escombros.
Hubo enfrentamientos sangrientos, muertes y un clima de zozobra que aún hoy muchos recuerdan con dolor.
Ahora, en 2025, el presidente Gustavo Petro busca volver a Cali, no para reparar lo dañado, no para tender puentes de reconciliación, sino para instrumentalizarla una vez más en su batalla política.
El Contexto de una Decisión Peligrosa
Petro insiste en convocar una consulta popular, una propuesta que ya fue rechazada en el Senado. Ante el fracaso institucional, su respuesta no es el diálogo ni la construcción de consensos, sino la presión en las calles. Y ha elegido a Cali como escenario, no por casualidad, sino porque sabe que aquí puede movilizar a sus bases más radicales y presentar una imagen de apoyo popular que en Bogotá no lograría con la misma fuerza.
Pero Cali no es un escenario pasivo, ni un simple teatro para las ambiciones de un gobierno. Es una ciudad que ha sufrido, que ha visto cómo su tejido social se resquebraja por la polarización y la violencia. Utilizarla como ariete contra las instituciones democráticas no solo es irresponsable, sino un acto de desprecio hacia quienes habitamos este país.
El Rechazo de una Ciudad Cansada
El rector de la Universidad Icesi, lo dijo con contundencia: «Estamos mamados de que instrumentalice nuestra ciudad para sus tropelías y delirios. Convoque su despelote en otro lado o póngase a trabajar». Estas palabras no son solo una crítica aislada; reflejan el hartazgo de una ciudadanía que ya no está dispuesta a ser usada como moneda de cambio en los juegos de poder nacionales.
A este rechazo se han sumado sectores políticos, empresariales y sociales de la región, porque hay un entendimiento claro: Cali no puede volver a ser el epicentro del caos. No, cuando aún hay heridas sin sanar.
El Riesgo de la Polarización y el Populismo
Petro no viene a Cali a escuchar, viene a exacerbar. Su estrategia es clara: enfrentar al pueblo contra las instituciones, presentarse como víctima de una élite que «no lo deja gobernar», y alimentar la narrativa de que solo fuera de los mecanismos democráticos puede lograr sus objetivos.
Es el mismo juego de siempre: el del líder que se cree por encima de las reglas, que desprecia los frenos y contrapesos, que prefiere la presión social antes que el debate razonado.
Pero este camino es peligroso. Cuando un presidente decide saltarse las reglas porque no le favorecen, está enviando un mensaje pésimo a la sociedad: que la democracia solo vale cuando gana su bando. Y eso, en una nación ya fracturada como Colombia, es una receta para el desastre.
Cali merece más, que ser un campo de batalla político.
Esta ciudad no es un polvorín a disposición del que quiera prender la mecha. Es un territorio de gente trabajadora, de empresarios que generan empleo, de jóvenes que sueñan con un futuro mejor, de familias que solo quieren vivir en paz.
Merece que sus problemas se discutan con seriedad, no que se conviertan en el telón de fondo de un espectáculo populista.
Si el gobierno quiere realmente servir a Cali, que empiece por escuchar a quienes la conocen y la aman. Que dialogue con los sectores productivos, que atienda las demandas reales de seguridad, empleo y educación. Que deje de verla como un botín político y la trate como lo que es: una ciudad con dignidad.
Conclusión: Un Llamado a la Cordura
La democracia no se construye ignorando las instituciones ni incendiando las calles. Se construye con diálogo, con respeto, con voluntad de encontrar soluciones que beneficien a todos, no solo a los seguidores de un caudillo.
Cali no quiere más violencia, no quiere más divisiones. Lo que quiere es progreso, estabilidad y líderes que trabajen por ella, no que la usen. El mensaje es claro: Presidente Petro, póngase a trabajar. Deje de buscar batallas donde solo habrá más dolor. ¿Hasta cuándo instrumentaliza a Cali?