Por: Jorge Cárdenas
Hay quienes sostienen que lo más difícil de estar en el poder es que es un lugar muy solitario. Nunca se sabe si quien está a tu lado quiere tu bienestar y el del pueblo o el suyo propio. No sabes si el que te adula solo te dice lo que quieres oír o si su consejo es el adecuado y, sobretodo, desinteresado. Jamás he estado en una posición de poder o al menos no en una como la de ser el presidente del país.
Mucho se habla por estos días de la supuesta división dentro del uribismo por cuenta del presidente Iván Duque. Se especula que son muchos los que desde dentro del mismo partido le están haciendo oposición y que muchos de los electores sienten que nuevamente se equivocaron al confiar en el candidato que decía defender las ideas de Álvaro Uribe Vélez.
Trataba de ponerme en los zapatos de Ivan Duque y pensar cómo se podía sentir. A lo mejor piensa que está recibiendo ataques de quienes más debían apoyarlo en momentos tan complejos.
El fuego amigo es el más peligroso en un combate porque nadie se lo espera. El que alguien del mismo bando te dispare te deja sin defensa e irremediablemente perdido.
Por otro lado, también es extremadamente peligroso dormir con el enemigo. Vivir junto a alguien que, en teoría te ama, que te adula, que te lleva la idea en todo, cuando en realidad espera apuñalarte por la espalda es más que decepcionante.
¿Donde hay más peleas que en una familia? El amor entre padres e hijos o entre hermanos no es garantía de la ausencia de reclamos y reproches que incluso llegan a la agresión y no por eso las familias se desintegran. Al menos no la mayoría de ellas.
Una cosa es que quienes le dieron al presidente Duque su voto de confianza para dirigir al país, que defendieron sus tesis y las compartieron para que otros ciudadanos indecisos se les unieran y lograran llevarlo a la Casa de Nariño, le exijan que cumpla con lo prometido en campaña y otra cosa es el fuego amigo de haberse unido a la oposición y que ahora le estén deseando lo peor durante su mandato.
Ese no creo que sea el caso de quienes le pedimos al presidente que se ciña a los compromisos de campaña, que corrija unos acuerdos que violaron la misma constitución y que le dieron impunidad, curules y garantías a un grupo narcoterrorista sin que se lograra la paz real que prometía el gobierno anterior porque una gran parte de ese mismo grupo continúo delinquiendo sin que los que ahora están en el congreso hayan ayudado en lo más mínimo para que eso no sucediera.
Por el contrario, se han unido a ellos otros congresistas que desde siempre; incluso antes de los acuerdos cuando aún las FARC asesinaban, secuestraban, violaban y traficaban mientras se barajaban los acuerdos en La Habana; les habían apoyado soterradamente y que ahora les hacen campaña a esos criminales para que puedan eludir a la justicia en el país vecino.
La infame JEP (Justicia Especial para la Paz), que lo único especial que tiene es que no es justa y defiende a los criminales mientras condena a quienes solían perseguirlos, claramente debe ser reformada o, incluso, clausurada por sus constantes desatinos. Se que las cortes conforman el poder judicial y que la separación de poderes impide que sea reformada por el ejecutivo, pero es que esa corte fue creada por unos acuerdos que no fueron avalados por el pueblo y que fueron impuestos de manera ilegitima por nuestro Nobel expresidente, por ende, algo se debería poder cambiar.
El ver en este gobierno a funcionarios que hicieron parte del gobierno de Santos es otro motivo de sorpresa y de reclamos contra el presidente.
La economía, que por su experiencia se sabía que iba a ser su gran fortaleza, la ha mantenido a flote pese a la peor crisis de la que tengamos memoria a nivel global y eso es de aplaudir. Y creo que todos se lo aplaudimos, incluso muchos de sus opositores.
Muchos países del mundo le aplauden su gestión durante la pandemia. Las cifras respaldan lo acertado de muchas de sus decisiones y eso también merece un aplauso. Se lo aplauden los ciudadanos que comparamos cifras con las de países, incluso mas pequeños, con resultados nefastos en términos de muertos e infectados.
Todo lo positivo se los respaldamos y se lo agradecemos, pero no queremos ser del comité de aplausos del gobierno. Aquí estoy dando 3 ejemplos de algunas de las quejas que hay dentro de su electorado y que las hacemos porque aún quedan más de 2 años y hay tiempo para cumplir los compromisos.
Confíe más en quienes hemos creído en usted y que queremos que pase a la historia por algo más que al que le toco la crisis del coronavirus. Sea usted el presidente que logró enderezar los acuerdos y darle a Colombia el consenso que le hace falta para que no siga la división estúpida y acomodada por sus opositores entre amigos y enemigos de la paz. Y es que paz no va a haber mientras no haya verdadera justicia y justicia no va a haber mientras se beneficie a quienes han sido victimarios por encima de las victimas. La frase de Santander “Colombianos las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad” jamás había estado más cuestionada.
Preferiría recibir criticas de quienes creyeron en mi y no estar durmiendo con el enemigo. Eso que le tocó al expresidente Uribe a quien Juan Manuel Santos, su exministro, quien se hizo elegir para continuar con la Seguridad Democrática, el mismo que lo adulaba en público y en privado, el único presidente que durante su posesión le dedicó el discurso a su antecesor mientras lo tenía en la primera fila y lo mira a los ojos para a la semana siguiente estar reunido con el dictador venezolano, que ha encubierto narcoterroristas colombianos desde hace décadas, que lo insultaba como se le daba la gana y a quien desde entonces llamó su nuevo mejor amigo. Eso es traición pura y verdadera. Eso es haber dormido con el enemigo durante años y no haber podido advertirlo.
No sé si este humilde escrito lo llegue a leer el presidente Iván Duque. Espero que encuentre algunas de las inquietudes y quejas de quienes seguimos creyendo en él y en su gobierno. Quisiera que, si lo llega a leer, lo haga con los ojos de quien votó por él en campaña.
Que pueda ponerse en los zapatos de quienes queríamos que la mala paz de Santos se convirtiera en la paz verdadera de todos los colombianos y que, tal como lo repetía en sus discursos, llegue el día en que en Colombia el que la haga, la pague.