Por: Ricardo Angoso
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha sufrido una severa derrota en las últimas elecciones autonómicas andaluzas, dejando en el camino votos y diputados en la cámara andaluza. El que fuera antiguo feudo socialista se ha derrumbado y ahora la derecha campa a sus anchas, teniendo incluso la mayoría absoluta. Con esta humillante derrota, el PSOE suma cuatro varapalos consecutivos en las últimas autonómicas en España: Galicia, Madrid, Castilla y León y Andalucía. ¿Está próximo el final del ciclo político de Pedro Sánchez.
Como señalaban todos los sondeos, el Partido Popular (PP) ha obtenido una rotunda y contundente victoria en las recientes elecciones autonómicas celebradas en Andalucía, consiguiendo la mayoría absoluta en el legislativo andaluz, con 58 escaños, y a una gran distancia de los socialistas, a los que casi dobla en escaños. Ciudadanos, tras una serie de graves errores estratégicos a nivel nacional, desaparece de la escena política andaluza, al no obtener representación parlamentaria, y como mal augurio de cara a las próximas elecciones generales en España.
En lo que respecta a la izquierda, que iba dividida en dos listas -Adelante Andalucía y Por Andalucía-, sufre un severo retroceso y pasa de los 17 escaños obtenidos por Podemos en coalición Izquierda Unida en el 2018 a apenas siete. Izquierda Unida, integrada en Por Andalucía, se queda con un solo representante en la cámara andaluza, un absoluto desastre sin necesidad de utilizar eufemismos maquilladores.
A los socialistas tampoco las urnas les arrojaron un buen resultado, ya que pierden tres escaños, pasando de los 33 que tenían a 30, y ceden el primer puesto en el legislativo andaluz a los populares, que pasan con fuerza la cifra del doble de escaños obtenidos en las elecciones de 2018. Si los resultados se extrapolasen a unas generales, el PSOE perdería su liderazgo en esta región y numerosos diputados de los veinticinco que tiene en la actualidad.
Para Vox, cuyas expectativas pasaban por doblar sus resultados del 2018, en que obtuvo 12 escaños, el resultado no estuvo a la altura de lo esperado y apenas subió dos escaños, convirtiéndose, eso sí, en la tercera fuerza política de Andalucía. El “macarenazo” del que hablaban muchas encuestas, que situaban a Vox en torno a los 26 escaños, ha quedado muy lejos tras el recuento en las urnas. Sin embargo, la suma de votos del PP, Ciudadanos y Vox arroja una mayoría aplastante para el centro y la derecha, que casi obtiene un aplastante 60% de los votos en Andalucía. El antiguo feudo de la izquierda que fue esta región parece ya un escenario superado y tanto el PSOE como Podemos tendrán que hacer un notable esfuerzo para volver a recuperarlo.
DIFICIL CONTEXTO ECONOMICO Y CRISIS INTERNA
A este contexto electoral realmente adverso, que según las encuestas tendrá su reedición en la escena nacional de celebrarse unas elecciones generales en las actuales circunstancias, se le ha venido a sumar la difícil coyuntura económica, agravada por la guerra de Ucrania y un escenario internacional que da algunas señales de una segura recesión a la vuelta de la esquina.
La tormenta perfecta tiene todos los elementos e ingredientes para vaticinar, casi sin ningún género de dudas, que estamos ad portas de una previsible crisis económica: subida de las materias primas, inflación descontrolada, escaso o nulo crecimiento tras una pandemia que ha durado dos años, enfriamiento de la economía norteamericana y un clima internacional enrarecido por la guerra de Ucrania, que se ha extendido mucho más en el tiempo de lo esperado y que no da señales a la vista de que vaya a concluir en el corto plazo, sino más bien lo contrario.
La inflación, con los combustibles disparados, está provocando pérdida de poder adquisitivo, aumento de las desigualdades, malestar creciente y desgaste en términos políticos y sociales para el Gobierno, cada vez más alejado de la realidad y actuando como el ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, es decir, negando la cada vez más evidente percepción de crisis en la sociedad española.
Por otra parte, la política exterior del ejecutivo de Sánchez ha sido un absoluto desastre. Nuestras concesiones a Marruecos en el espinoso asunto del Sahara, contraviniendo la tradicional política exterior española de reconocer el papel de las Naciones Unidas en dicho conflicto y el derecho a autodeterminación del pueblo saharaui, nos han llevado casi a la ruptura de relaciones diplomáticas con Argelia, a una crisis energética, dada nuestra dependencia del gas con respecto a ese país y a un descrédito en la escena internacional por ese inexplicable vaivén, tan poco entendido fuera de España como en el interior, donde fue criticado tanto por la izquierda como por la derecha.
En este contexto, la división dentro del gobierno, sobre todos entre los sectores más radicales capitaneados por Podemos y los socialistas, que se hicieron visibles durante la cumbre de la OTAN en Madrid, tampoco favorecen al presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, que tiene que mantener, como un fino equilibrista, el equilibrio entre el discurso oficial más pegado a la realidad y los exabruptos radicales y fuera de tono de algunos dirigentes de la formación morada.
Mientras tanto, desde dentro del Gobierno una de sus ministras, Yolanda Díaz, impulsa un nuevo proyecto de izquierdas, Sumar, que trata de aglutinar a todas las fuerzas progresistas, tanto las escisiones de Podemos, entre las que destaca Más País, como las que estaban coaligadas con la formación morada, como es el caso de Izquierda Unida y Verdes Equo, un proyecto que concita algunos apoyos pero también genera suspicacias en muchos sectores de la izquierda, tal como ocurrió en Andalucía, donde el alcalde de Cádiz, conocido popularmente como ”Kichi”, y Teresa Rodríguez tomaron partido por la escisión de Podemos, Adelante Andalucía.
¿Se acerca el final de esta legislatura y, por ende, de Pedro Sánchez? Todas las encuestas y sondeos de opinión señalan un claro declive del PSOE y un fuerte ascenso del PP, sobre todo después de la salida de la dirección del partido de Pablo Casado y la llegada de Alberto Núñez Feijóo en su relevo, y que se beneficia de la casi segura desaparición de Ciudadanos, que podría quedar como partido extraparlamentario y al límite de la extremaunción. Además, Vox dejaría las puertas abiertas a un ejecutivo del PP, aunque no formaran parte del gobierno y se mantuvieran en un actitud de “oyente”, tal como hacen en la Comunidad de Madrid.
En cualquier caso, sea cual sea la suerte de Sánchez, la situación es crítica para los socialistas y los cuatro varapalos recibidos en varias comunidades autónomas muy representativas y que antaño estaban en manos de la izquierda, como Andalucía, deberían ser una señal de alarma para el PSOE. No olvidemos que muchos de los grandes partidos socialistas de Europa, por ir contracorriente de su historia y los intereses de sus votantes, han desaparecido de la política continental, como han sido los casos de los franceses, húngaros e italianos, y otros, como el austriaco y el neerlandés, han sido reducidos a la marginalidad política. Veremos qué pasa con el PSOE, pero el escenario es muy volátil y puede depararles sorpresas electorales nada agradables, incluida la pérdida del gobierno