Por: Bernardo Henao Jaramillo
Pablo Herreros, sociólogo y antropólogo, autor del libro “Yo, mono” expresa que “Ser excluido de manera sistemática provoca una falta de integración que conduce a la búsqueda desesperada de un espacio social en el que seamos aceptados, aunque sea en grupos tóxicos”; el profesor Alejandro Magallaresexplica que ese sentimiento produce el aplanamiento afectivo “que dificulta expresar las propias emociones o empatizar con las de los demás” y otros autores agregan que produce un descenso de rendimiento en tareas complejas de lógica y razonamiento.
Me he referido a ese tema a propósito de que en reciente encuentro de Petro con consejeros de juventud, plataformas de juventud y los Jóvenes en Paz, el que se llevó a cabo en Bogotá el pasado 15 de mayo, el mandatario asumió una extraña posición. Dijo: “El presidente de Colombia es un presidente excluido ¿Por qué me tratan como me tratan? Porque consideran que soy un igualado ¿Qué hace ese señor en ese palacio que solo era para nosotros? ¿Nosotros quiénes son? Los de los apellidos hereditarios que han gobernado Colombia todo el tiempo”. Todos los apellidos son hereditarios.
Comparó su propia situación de presunta discriminación con la de los jóvenes de barrios populares como los de Ciudad Bolívar y con la juventud negra de Cali, víctima de la violencia.Manifestó que la población negra de pocos recursos económicos murió por disparos de los blancos «ricos» y que en su propio caso, al no ser parte de los privilegiados, le han deseado la muerte.
Y se refirió al ataúd que en una lejana población de la costa pacífica llevaron a la marcha del pasado 21 de abril, para señalar que eso significaba el deseo de las personas ricas de matarlo, distorsionando por completo la protesta popular y el mensaje que objetivamente se enviaba: el «entierro» de los sistemas de salud y pensiones en Colombia.
En ese contexto sus expresiones, a no dudarlo, reflejan su estado anímico y el porqué de muchas de sus actuaciones, tales como su relacionamiento con grupos al margen de la ley como el ELN, mientras devasta el sector de la seguridad y la defensa de la Nación; la imposición a toda costa de “sus ideas”, el continúo desconocimiento de la realidad del país y su interés por ser el líder, al menos, de América Latina.
Lo cierto que si de alguien se puede predicar que es un privilegiado es de él.
Vamos a ver un corto resumen. Su padre, Gustavo Petro Sierra, entre otras laboró como maestro y auditor en Zipaquirá. Los hijos de los educadores, desde antaño tienen ventajas respecto a otros estudiantes para el ingreso y pago de su educación en colegios oficiales, y Petro no fue la excepción. Estudió, según él mismo lo informó, en el Instituto Municipal San Juan Bautista de la Salle de Zipaquirá, administrado por los hermanos Lasallistas, que no en una “escuela pública”, para luego adelantar estudios en la Universidad Externado de Colombia y posteriormente en la Universidad de Salamanca – España.
Su experiencia laboral es demostrativa de que ha gozado de una prerrogativa especial en este país, personero, concejal, congresista, diplomático y presidente. Sobra cualquier comentario.
Sí debe anotarse que la carrera política de Gustavo Petro ha estado marcada por episodios muy cuestionables. Uno de ellos es su pasado sangriento como guerrillero del M-19. En 1985 fue arrestado y condenado por porte ilegal de armas, lo cual constituye al tenor de los artículos 179 y 197 de la Constitución Política inhabilidad para su participación en política. Petro sí lo logró. ¿Privilegio? Es de anotar que este proceso tuvo como presidente de la audiencia al destacado militar Jesús Armando Arias Cabrales, quien defendió la vida, honra y bienes de los colombianos y en quien cayó el fuego de la venganza.
En 1990, el M-19 firmó un acuerdo de paz con el gobierno colombiano, lo que llevó a la desmovilización del grupo y la integración de sus miembros en la vida política legal. Muchos exmiembros, incluido Petro, recibieron amnistía como parte de este proceso. Hasta donde se conoce él no suscribió los correspondientes documentos, ni esa amnistía puede cubrir crímenes de lesa humanidad como son el secuestro y la toma a sangre y fuego del Palacio de Justicia.
Pese a ello, la rehabilitación y amnistía concedidas a los exmiembros del M-19 han sido fundamentales para que Petro eluda el ayer y haya construido su carrera política. Esto ha sido un punto de debate y discusión en la política colombiana.
También existen varios episodios por los cuales se ha liberado de responsabilidad, mientras que muchos compatriotas por mucho menos se encuentran condenados, por ejemplo, el recibo de dinero en bolsas, la compra de los camiones de basura en su alcaldía, contrato sin requisitos legales para la adquisición de maquinaria tapa huecos, contratación por la Alcaldía de Petro sin ningún proceso de selección que se calcula llegó a 83.30%, más todos los escándalos que a diario, principalmente, por corrupción, tenemos que soportar los colombianos. ¿Será por la exclusión?
Petro tiene gran habilidad para cambiar las narrativas. Sus discursos populistas y demagógicos, también mentirosos, se dirigen a engañar a ingenuos que todavía los hay.
La sociedad civil colombiana está en constante stress, angustiada por la forma en que Petro está gobernando a este país. No como él lo dice, por ser pobre, pues en verdad Colombia ha tenido presidentes de procedencia modesta como Marco Fidel Suárez, quien aún hoy conserva el respeto del pueblo colombiano; tampoco por su color, porque corresponde al de la mayoría de los nacionales y menos por no pertenecer a la “oligarquía”, pues entendida ésta como grupo selecto de personas que ejercen el poder, se observa que justamente él siempre ha estado en ese círculo.
El rechazo es al total decrecimiento, a su pésima, inepta, y desorganizada gestión lo que motivó al pueblo colombiano a la multitudinaria marcha del 21 de abril. Como respuesta, el indigno presidente se tomó la tradicional manifestación del día del trabajo.
El miedo se vence enfrentándolo y ante la actitud de Petro con respecto a la constituyente es bueno observar que está retrocediendo, mejor dicho reculando. En campaña aseguró que no habría convocatoria a una asamblea nacional constituyente; en su discurso de Puerto Rellena de marzo 15 de 2024, dejo conocer su posibilidad y ahora dice que nunca lo dijo. Es notorio y de público conocimiento que sí lo hizo.
Teme que la iniciativa le salga costosa entre otras razones por la participación de diversos actores y el posible recorte de su período. Por ello no se cree que se le vaya a ocurrir cerrar el Congreso el 20 de julio, como se ha rumorado.
Petro es lo que puede llamarse un colombo-italiano verdaderamente privilegiado. ¿Por qué llora? Por las contundentes y voluntarias manifestaciones del pueblo colombiano a su nefasto gobierno.
Bogotá, D.C. junio 1 de 2024