Por: Roberto Trobajo
Una de las más cruentas masacres comunistas aconteció hace treinta años en Bakú, Azerbaiyán, ocurrida los días 19 y 20 de enero de 1990, violenta represión donde soldados soviéticos asesinaron a centenares – incluidos niños- cumpliendo órdenes dadas por Mijaíl Gorbachov.
El ruso, exsoviético, Gorbachov, físicamente reconocido por tener en la calva un lunar: mancha rojiza de color del vino de Burdeos (“antojo” o angioma, que son tumores benignos de vasos sanguíneos) merecería quedar para la historia por estar cubierto por una gran mancha roja, pero por la sangre derramada por los tantos azerbaiyanos, azeríes, que murieron a manos de los despiadados militares comunistas mandados por Mijaíl Gorbachov cuando era el Secretario General del Comité Central del Partido Comunista y Jefe de Estado de la Unión Soviética.
Mientras ese “líder” promovía la Perestroika (apertura económica) y el Glasnost (abolición de la censura de prensa y restaurando libertades de expresión) dictatorialmente excluyó a la región de Nagorno-Karabaj de la jurisdicción azería, provocando la ira del pueblo azerbaiyano, lo que devino en manifestaciones pidiendo que Azerbaiyán se independizara de aquella Unión Soviética.
En la noche del 19 de enero de 1990, por órdenes de Gorbachov, la KGB y fuerzas especiales soviéticas, demolieron la estación de televisión de Bakú –capital de Azerbaiyán- emisoras de radio, cortaron líneas telefónicas, para aislarlos del mundo; al mismo tiempo en que las autoridades comunistas soviéticas censuraron todas las noticias provenientes de esa república caucásica limítrofe entre Europa oriental y Asia occidental.
Los soldados soviéticos, mandados por Gorbachov, irrumpieron en Bakú, disparando a mansalva y hasta con tanques de guerra aplastando ambulancias claramente identificadas como tal.
El informe de Human Rights Watch titulado «Black January in Azerbaijan» afirma: «La violencia utilizada por el Ejército soviético en la noche del 19 al 20 de enero estaba tan fuera de proporción a la resistencia ofrecida por los azerbaiyanos que constituye un ejercicio de castigo colectivo, por la mentalidad nacionalista, la oposición anticomunista, el castigo infligido en Bakú por los soldados soviéticos puede ser visto como una advertencia a los nacionalistas, no solo en Azerbaiyán, sino en las todas las Repúblicas de la Unión Soviética».
A pesar de tantos muertos, el pueblo azerbaiyano, millones de personas, enfrentaron a las asesinas huestes militares soviéticas, imponiéndose pacíficamente pero con valor y gallardía, logrando independizarse y salir del comunismo soviético.
¿Y Gorbachov qué? Manipulando a la prensa, impuso cortina de hierro, para quedar como el “pacifista” que se pintó: así engañó al mundo, logrando que le dieran el Premio Nobel de Paz a finales de ese mismo año, 1990, en que mandó a masacrar centenares de azerbaiyanos disidentes del sistema comunista soviético.
El pueblo azerbaiyano sufrió muchísimo dolor, pero se colmó de gloria, en aquel enero negro.