Por: Laura Pinzón
El papel del presidente es vital para la democracia porque es el líder del gobierno y como tal, tiene la responsabilidad de representar y proteger los intereses del pueblo, de todos, no de algunos pocos. Por tanto, es importante recordar que el presidente es elegido por los ciudadanos y debe rendir cuenta a ellos.
Esto hace cuestionarme acerca de las funciones que actualmente desempeña el presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Y, no lo afirmo a priori, es que es precisamente el pueblo el que ha hablado. En una encuesta recientemente realizada por Datexco, se menciona que la desaprobación del presidente Petro ha subido al 61%, una cifra realmente alta, teniendo en cuenta que lleva menos de un año en sus funciones como mandatario.
Sin embargo, no es de sorprendernos, pues las polémicas en torno a su gestión, las opiniones divididas entre colombianos, la polarización política, el aumento en la inseguridad, el debilitamiento institucional, el descache en sus pronunciamientos, entre otras actuaciones, no dan para menos.
Muchos incluso, están llegando a comparar su Gobierno, más que como una figura de liderazgo en una democracia, como una tiranía ¿Por qué? En primer lugar, un tirano concentra el poder en una sola persona; basta escuchar afirmaciones como las hechas por el Presidente como, “el fiscal olvida una cosa, que la constitución le ordena. Yo soy el jefe de Estado, por tanto, el jefe de él”.
Presidente Petro, usted desconoce definitivamente el artículo 219 de nuestra constitución. En segundo lugar, existe ausencia de libertades civiles, pues es el gobierno quien controla los medios de comunicación y reprime cualquier pensamiento crítico. Mejor dicho, quien no piensa como él, está en su contra… Más o menos así viene funcionando su “política del amor”.
Por otro lado, características como control de la economía y abuso de poder, hacen parte de esta forma ominosa de gobierno. Estas, las hemos visto reflejadas por ejemplo, en las reformas que ha buscado hacer dentro del país a como dé lugar.
En definitiva, el presidente Petro que presume muchas veces de “sus conocimientos académicos”, ha olvidado planteamientos como lo de Montesquieu y “la necesidad de separar los poderes del Estado para garantizar el equilibrio y la limitación del poder” o, al filósofo John Locke, quien argumentaba que la democracia debe garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos, incluyendo la libertad de expresión y la protección de los derechos de propiedad.
Así pues, invito al señor presidente Gustavo Petro para que recuerde que él representa a todo el país, no solamente a quienes votaron por él; a que sea consciente que es garante de la estabilidad política colombiana, pues su liderazgo ético permitirá (o no) mantener la cohesión y unidad nacional, para evitar el caos y la violencia en la sociedad; a que reflexione sobre sus pronunciamientos, los cuales están cargados de ideología y no de sensatez; a que consulte a su gabinete (el cual debe estar altamente preparado y no como lo han demostrado hasta ahora algunos ministros) sobre sus decisiones, de lo contrario seguiremos en crisis económicas, fallas de seguridad nacional o debilitamiento de relaciones diplomáticas, entre otras; y finalmente, a que comprenda la importancia que un presidente tiene dentro de una nación