T. Coronel Gustavo Roa C.
“El gobierno, no puede combatir la corrupción y la violencia, porque la corrupción y la violencia se gestan en el gobierno”
A raíz de la llegada a la presidencia de Colombia, el pasado 7 de agosto, de uno de los ex guerrillero del movimiento M-19, a la Casa de Nariño y con el fin de realizar un breve recuento, sobre hechos incontrovertibles y cruda realidad de nuestro pasado como país, es necesario hacer una breve sinopsis, de la larga historia delictiva del grupo al margen de la ley, que tuvo dentro de sus filas, al actual mandatario de los colombianos.
Los izquierdistas, hoy autodenominados como “progresistas”, adjetivo utilizado con astucia para engañar, a las nuevas generaciones de colombianos, nacidos con posterioridad a la desmovilización del grupo armado el 9 de Marzo de 1990 en Caloto Cauca, no nos han permitido conocer su verdadero pasado.
Los colombianos, hemos conocido, solo una parte de la historia, esa que narran con dialéctica victimizante, los antiguos integrantes, que, según ellos, solo se trataba de un grupo integrado, por una porción de “rebeldes”; cuando la diferencia no solo etimológica, sino funcional, entre un rebelde y un terrorista, es diametralmente diferente y conceptualmente abismal. Conocemos muy bien la historia, que nos habla de la acción represiva del Estado, donde los medios adeptos a ideologías de izquierda, han desfigurado con gran habilidad la verdad, en procura de idealizar terroristas, como protagonistas de las luchas sociales, para lograr la igualdad y la equidad entre los colombianos.
Esta conducta de falacia y mentira, no nos ha permitido que los niños y jóvenes, conozcan desde los centros de educación, la más reciente historia política y delincuencial del progresismo colombiano, cuyos integrantes, han surgido al escenario político y ante las nuevas generaciones, como un grupo impoluto, de “ mesías rebeldes” con causas altruistas, para lograr un mejor país y no como una secta política, con siniestros planes originados en el “poder blando”, que ejerce el comunismo oriental, en América Latina.
Este es el momento propicio para evocar el dicho popular que dice: «El zorro pierde el pelo, pero nunca las mañas», pues históricamente, la izquierda populista latinoamericana, ha sumido a los países, donde logra llegar al poder, muchas veces de forma fraudulenta, en las más profundas situaciones de depresiones económicas, financieras y sociales, vividas ya por varios países, de este lado del continente.
Veamos:
El surgimiento del grupo terrorista del M-19, provino de una persona como Bateman Cayón, su creador, el cual tenía aparentes fundamentos ideológicos y socialistas, inspirados en doctrinas guevaristas y antiimperialistas. Esta ideología, le permitió crecer rápidamente, a través de impactantes acciones, que con el tiempo causaron terribles actos delincuenciales y criminales, durante más de 16 años. Pero en una Organización criminal, surgen muchos intereses, no solo políticos, sino también económicos y de poder.
Es por esta razón que Bateman Cayón, presuntamente, fue asesinado con la participación intelectual y anuencia de algunos integrantes y colegas de su movimiento guerrillero, a través de un montaje como supuesto accidente aéreo, cuyas razones de tipo mecánico, fueron desvirtuado por expertos forenses aeronáuticos.
Jaime Bateman, Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina y Luis Otero Cifuentes, entre otros cabecillas, fueron perdiendo su poder ideológico dentro de la dirección de la Organización, a causa del crecimiento de intereses generados por el narcotráfico, específicamente del cartel de Medellín a órdenes de Pablo Escobar.
El Centro Nacional de Memoria Histórica, estableció cerca de 560 secuestros realizados por el M-19, algunos con cobardes ejecuciones de colombianos, por parte de este grupo terrorista, entre 1970 y 1989. Entre ellos tenemos el de Hugo Ferreira Neira, exministro de agricultura, Álvaro Gómez Hurtado, prominente político y estadista, secuestrado con el fin de presionar, la realización de una futura constituyente,
Camila Michelsen, secuestrada durante dos años, José Raquel Mercado, sindicalista torturado y ejecutado en condiciones infrahumanas, el secuestro y posterior asesinato de Blanca Nieves Ochoa. Varios de estos secuestros terminaron en sus habituales y sanguinarios “juicios populares”, donde el secuestrado, después de ser sometido a torturas, era finalmente asesinado.
Años después cometieron diversos hechos criminales, como el robo de la espada de Bolívar, que cínicamente Petro, ordenó llevar a la ceremonia de su posesión presidencial, en agosto pasado; el robo de armas del ejército nacional, depositadas en el Cantón Norte y los periódicos secuestros, asesinatos y ejecuciones en las “cárceles del pueblo”, como irónicamente, llamaron los centros clandestinos de tortura, de colombianos y de extranjeros.
El M-19, se convierte en el movimiento más sanguinario, para esa época, incluso, más que las mismas Farc, Epl, Eln , Quintín Lame y otros, adoctrinados por principios de las tres tendencias comunistas de la época (años 60 y 70) la maoísta, la marxista y la de Cuba. Luego aparecen en el ámbito nacional, varios y dolorosos episodios, como el de Tacueyó, aquél sangriento escenario con más de 164 bárbaros asesinatos contra indígenas, muchos de ellos niños y adolescentes, seguidos de otros actos criminales en campos y pueblos de los departamentos del sur del país.
Complementan el prontuario del M-19, las siguientes acciones terroristas, cronológicamente seleccionadas:
Toma de la embajada de la República Dominicana (1980)
Secuestro del Avión Curtis C-46 de Aeropesca (1981)
Hundimiento de El Karina (1981)
Secuestro de Martha Nieves Ochoa (1981)
Ataque a la Casa de Nariño (1982)
Batalla de Yarumales (1984)
Toma del Palacio de Justicia (1985)
Batallón América (1986)
Secuestro de Álvaro Gómez (1988)
Secuestro de políticos, industriales y periodistas, más de
48 sangrientas tomas guerrilleras a poblaciones y medios de comunicación.
Intervenciones terroristas bajo amenazas en Radio y Televisión.
Ataques a Batallones y Embajadas.
Robo de camiones de leche y otros alimentos, como acciones populistas.
Pero la lista no terminó allí, dentro de las más sangrientas y mal recordadas, está la toma del Palacio de Justicia, bajo las instrucciones del cartel de Medellín y su cabecilla Pablo Escobar, donde incineraron y asesinaron, Magistrados, visitantes, empleados, policías, guardas de seguridad y todos los documentos investigativos, que evidenciaban los vínculos y acciones narcoterroristas y del M-19, con el Cartel de Medellín.
Este violento episodio de la historia nacional, enmarca el VERDADERO, TRISTE Y SANGUINARIOS prontuario, aún hoy desconocido por algunos, sobre este supuesto grupo con filosofía «seudonacionalista».
Está misma organización criminal, es la que resultó demostrando años más tarde, ser solo un vulgar grupo de terroristas y narcotraficantes, que luego de la firma de paz con el presidente Virgilio Barco, mediante la ley 77 de 1989, donde se estableció como delitos “políticos”, los innumerables crímenes del M-19, le permitió aparecer y disfrutar de “las mieles” del capitalismo burócrata, a varios de sus integrantes, los cuales han permanecido sentados durante años en el congreso de la república, en los más altos cargos del Estado y ahora en el solio de Bolívar.
Aun así, a pesar de su feroz enfrentamiento con el Estado colombiano, se han beneficiado burocráticamente, del establecimiento y de la oligarquía colombiana, a la cuál tanto criticaron, descalificaron y combatieron a través de dantescos actos sanguinarios y criminales y sin contemplaciones asesinaron miles de colombianos entre campesinos, empresarios, ganaderos, políticos, empleados oficiales, soldados e incluso ciudadanos extranjeros, convirtiéndose irónicamente, en activistas de la nueva «OLIGARQUÍA COMUNISTA».
Hoy de nuevo, pretenden a través de la manipulación histórica, engañar a las nuevas generaciones y a los “ignorantes de la verdad histórica de la Nación”, para convertir, sus pasados actos criminales, en valientes demostraciones de “justicia social”, para las nuevas generaciones.
Los ex integrantes de este grupo terrorista, como ocurre con los otros, no han podido superar eso bajos instintos, perennes en su personalidad, en su conciencia, en su pasado y en su ADN.
Solo le pedimos a Dios, que proteja a Colombia, de los lobos de ayer y las ovejas de hoy, que pretenden, luego de sus oscuros pasados, aparecer como los prohombres y ejemplares próceres de la ética, de la moral, de la honestidad y comportamiento ciudadano, siempre camuflados bajo la boina roja y las máscaras progresistas de trasparencia, igualdad y desarrollo social.