Por: El Expediente
La guerra en curso entre Israel y Palestina tiene un componente histórico y profético inequívoco. Se trata de un conflicto que involucra a dos pueblos con reclamos territoriales, religiosos y políticos sobre una misma tierra. Una de las joyas de la corona de esa batalla es la explanada de las mezquitas, un lugar sagrado para el islam y el judaísmo, donde se espera que se construya el Tercer Templo precedido del sacrificio de una vaca roja y como antesala de la llegada del mesías judío. ¿Qué significado tiene este escenario para el futuro de la humanidad? ¿Estamos ante el principio del fin del mundo?
La explanada de las mezquitas
La explanada de las mezquitas es uno de los lugares sagrados más disputados del mundo. Denominada por los musulmanes Noble Santuario, está considerada el tercer lugar más santo en el islam, después de La Meca y Medina. Según la tradición islámica, desde allí el profeta Mahoma ascendió al cielo en una noche milagrosa. En el centro de la explanada se encuentra la Cúpula de la Roca o el Domo de la Roca, una impresionante construcción octogonal con una cúpula dorada que alberga la roca desde donde se cree que Mahoma partió.
Pero la explanada también es el lugar más sagrado del judaísmo, conocido como el Monte del Templo. Allí se erigieron los dos templos judíos antiguos, el primero construido por el rey Salomón y el segundo por Herodes el Grande. Ambos fueron destruidos por los babilonios y los romanos, respectivamente. El único vestigio que queda de ellos es el Muro de las Lamentaciones, donde los judíos lloran su pérdida y oran por su reconstrucción.
El Tercer Templo de Salomón y el sacrificio ritual la vaca roja
Desde la destrucción del Segundo Templo en el año 70 D.C., los judíos han anhelado que Dios permita la edificación del Tercer Templo. Esta oración ha sido parte de la liturgia judía que se realiza tres veces al día. A pesar de seguir sin construirse, la idea y el deseo de un Tercer Templo es sagrada para el judaísmo, pues se considera que sería el centro espiritual del pueblo judío y el lugar donde residiría la presencia divina.
Sin embargo, para que se pueda levantar el Tercer Templo de Salomón, se requiere cumplir con una serie de condiciones rituales y proféticas. Una de ellas es el sacrificio de una vaca roja, un animal muy especial que debe tener un color rojo intenso y no presentar ningún defecto ni haber llevado yugo.
Según el libro bíblico de los Números, la vaca roja debe ser inmolada fuera del campamento y sus cenizas deben ser usadas para purificar a los israelitas de las impurezas del espíritu de la muerte. Sin esta purificación, los judíos no pueden acceder al Monte del Templo ni al servicio sagrado. Sin el sacrificio de ese animal no se haría realidad la venida de su mesías ‘mesiah’.
La vaca roja es un objeto fundamental para el judaísmo ortodoxo, pues sin su existencia los fieles judíos no pueden alcanzar la vida eterna. Según los antiguos escritos hebreos, solo han existido nueve vacas rojas desde los tiempos bíblicos hasta hoy, y la décima sería la señal definitiva para la construcción del Tercer Templo y la llegada del mesiah judío.
Por eso, cuando en 2018 el Instituto Temple, una organización dedicada a la investigación y preservación de las tradiciones religiosas judías, anunció que había nacido una novilla perfectamente roja en Israel, causó gran impacto entre los seguidores judíos y también entre los cristianos evangélicos, que ven en este hecho un cumplimiento profético.
El Instituto Temple publicó un video en sus cuentas oficiales donde mostró a la cría y afirmó que estaba siendo sometida a exámenes detallados por parte de expertos judíos para determinar si era una vaca roja bíblica.
La guerra en Medio Oriente no solo es una cuestión política y militar, sino también religiosa y escatológica. El destino de la explanada de las mezquitas, el Tercer Templo y la vaca roja está íntimamente ligado al futuro de Israel, Palestina y la humanidad.
Algunos creen que estamos ante el principio del fin del mundo, otros que se trata de una oportunidad para la paz y el diálogo. Lo cierto es que se trata de un tema complejo y sensible que requiere de una mirada mística y respetuosa de ambas culturas, pueblos y religiones.