Por: Julio César Mancera
Tras la primera vuelta de los comicios presidenciales, el dulce sabor de las elecciones, se volvió tan amargo como la hiel, para algunos sectores de la rancia política colombiana.
Pese a todas las expectativas, cábalas y hasta encuestas de gran prestigio, los resultados sorprendieron a todos. El partidor para la segunda vuelta quedó para Gustavo Petro y el Ingeniero Rodolfo Hernández.
Petro pasó, como todos intuíamos, pero con la gran sorpresa, que, a pesar de obtener la mayor votación de los comicios, no logró superar el techo de sus votos proyectados y teniendo que “tragarse el sapo”, de no ser elegido mandatario en primera, como lo decían él y sus socios del Pacto, a voz en cuello.
De otro lado, el “palo del reinado”, fue el representante de todo aquello que no suena a política tradicional, el que habla el lenguaje de todas las personas ninguneadas de esta sociedad. Ese líder venido de una mujer pobre, del campo y que lleva muy poco en lo público: Rodolfo, el viejito, como algunos lo llaman de forma peyorativa (como si la edad, no fuera motivo de orgullo) y como lo ven otros, de manera jovial y hasta con el respeto, que da la experiencia de un hombre de empresa, sin pelos en la lengua y “arrecho”, como buen santandereano.
Al cristal de algunos, los dos representan un cambio y ese fue el mensaje del constituyente primario. Es decir, “queremos algo distinto en la Casa de Nariño”, se puede intuir. Sin embargo, el escenario permite muchos puntos de análisis, en los que el mayor favorecido es definitivamente, el Ingeniero Hernández.
Algunos líderes de opinión, de alta prosapia y muy poca humildad, tildaron los resultados, como un “desastre”, como el claro ejemplo de la poca educación política del electorado. Y ¡no! Desastre sería volver a ignorar lo que la gente de carne y hueso, está diciendo a gritos y hacer la lectura errada de lo que, en verdad, es un mandato de “quietos en primera”, para todos los que representan lo de siempre; coletazo que también le pega de frente al candidato del social-comunismo, al candidato de la izquierda tradicional, que ha participado del poder, alimentándose del Estado los últimos cuarenta años, es decir, a Gustavo Petro.
La intención de voto, durante los días posteriores a la primera vuelta muestra una clara tendencia al alza, para la carrera presidencial del Rodolfo Hernández, mientras que, para Petro, el escenario es el de una pérdida histórica, para un sector que difícilmente volverá a tener una oportunidad, como la que están perdiendo.
Pero ¿cómo se explica esta hecatombe, si para muchos Rodolfo, es poco más que un chiste?
Pues precisamente así. Para la dirigencia tradicional de este país, sea del espectro ideológico que sea, el pueblo se volvió un chiste. Ese chiste que, aunque no lo conozcan, todos lo cuentan y del que al final, muchos se han reído, por décadas.
¡Háganme el favor! El chiste cobró vida y se convirtió en el fenómeno más serio, de la historia reciente de esta Nación.
El pueblo colombiano dijo: “¡No más!” y lo va a volver a hacer el próximo 19 de junio, quizás con mayor contundencia. Y aunque sea incómodo decirlo, al menos para algunos, el voto por Rodolfo, fue un “¡No más!” al Gavirismo, al Uribismo, al Santismo, al Samperismo, al Pastranismo, al izquierdismo, al Petrismo y a todos los “ismos”, que el pueblo identifica como lo mismo de siempre… “los mismos, con las mismas” y ese, queridos compatriotas, hombres y mujeres de nuestra golpeada Colombia, es un mensaje contundente, poderoso y que denota una racionalización muy seria del voto de los electores, en un momento complejo para la realidad global y para la política nacional, de cara a los manoseos del marxismo cultural y político, que ha invadido la región.
El discurso de Rodolfo, como ya lo dije, representa a los ninguneados de Colombia, a esos que hemos visto cómo los impuestos, la riqueza y las propiedades de la Nación se han convertido en la caja menor de los corruptos, tanto del sector económico, como del sector político de nuestro país. Los ninguneados, somos todos esos que vimos, cómo un presidente desconoció en un plebiscito, la voluntad popular y en un claro delito contra el Constituyente Primario, cambió las reglas de juego, después apoyado, incluso por líderes que decían representar a los votantes irrespetados. Los ninguneados, son todos aquellos que han sido las víctimas de los grupos terroristas, del pelambre que sean y que ven como agentes del Estado han negociado el poder, la burla, la justicia y la impunidad con grandes criminales, que luego de violentar niños y ser determinadores de crímenes atroces, hoy están disfrutando a dedo, curules en el Congreso, mientras que, al pueblo raso, por delitos basados en la pobreza, se les carga todo el peso de la ley. Los ninguneados somos también, los que, con más y con menos, hemos visto gobernar mal a la mayoría de representantes de la izquierda, la derecha y el centro, en las alcaldías, las gobernaciones, el Congreso y la Presidencia de le República.
Ahora, se abre un nuevo capítulo, en la narrativa de la política colombiana. Llegará al solio de Bolívar un hombre que representa todo lo contrario a lo que han sido el partido liberal de los últimos veinte años. Un líder, que como mal lo hizo con el concejal de Bucaramanga, le dio una bofetada, esta vez muy bien puesta, al partido Conservador, al Centro Democrático, a Cambio Radical, al Partido de la U, al dividido partido Verde y que el 19 de junio, le volteará el mascadero al partido comunista, al Polo Democrático, al progresismo, a las Farc (hoy partido Comunes) y al Pacto de la Picota, en pleno y que representan, como bien lo dice el Ingeniero, personajes como Gustavo Petro, Roy Barreras, Armando Benedetti, Piedad Córdoba, Iván Cepeda y Ernesto Samper Pizano, entre otros especímenes de la “fauna política” criolla, que vienen sembrando el odio, la incertidumbre, la persecución a los ahorros pensionales y a los pequeños, medianos y grandes empresarios, que dan trabajo a la gente de a pie, a los ninguneados de Colombia.
El Ingeniero Rodolfo Hernández, representa también un aire distinto al que nos deja un gobierno flojo, con grandes deudas de liderazgo y considerado por el grueso de los colombianos, como un pésimo gobierno. Rodolfo no va a ser ese líder difuso, débil, de derecha, pero con la zurda más fuerte que su voluntad, como lo ha sido Iván Duque, que mientras nos deja un cuatrienio que quisiéramos olvidar, piensa, quizás desde el país del “nunca jamás”, que, si se hubiera lanzado de nuevo, los colombianos, lo hubiéramos reelegido… ¡Hágame el favor!, ni pendejos, que fuéramos.
Sin embargo, todos los partidos político nacionales y los dirigentes mencionados y no mencionados, deberían ver en este nuevo episodio, como una oportunidad de oro, para deconstruirse, re aprender, aprehender, renovarse (pero de verdad), hacer un mea culpa con todo lo que han hecho en contra del pueblo y con los pobres resultados que, en materia de gobernanza, han tenido durante los últimos cincuenta años.
Es una oportunidad para la resiliencia, tanto para la dirigencia, como para el pueblo. Una oportunidad que se dará en un gobierno de transición, que permitirá a nuevos liderazgos salir a la luz y por qué no, permitirá también el reencauche de otros, que, si no se ponen las pilas, terminarán tan quemados, como el Pacto Histórico o Pacto de la Picota, terminó quemando a Sergio Fajardo y a Fico Gutiérrez, mi candidato en primera vuelta. Pero a la vez, paradójicamente, como resultará quemado y víctima de su propio invento, Gustavo Petro, el candidato de Roy, de Benedetti, de Piedad, de Samper, de las Farc, del ELN y de todos los que han manifestado su apoyo público a semejante candidatura, que ahora con mentiras y exageraciones, quiere graduar de uribista, al candidato Rodolfo, quien, entre sonrisa y sonrisa, le va haciendo pistola a todo lo que representa continuismo.
Ahora, la batuta está en manos del pueblo y el responsable de seguir inclinando la balanza en su favor, es el propio ingeniero Rodolfo.
En sus manos está aceptar todos los votos que migren a su candidatura, sin hacer concesiones politiqueras. Aceptar el respaldo de cuanto líder se quiera dar champú con su aspiración presidencial, pero sin negociar dádivas, burocracia o principios.
Por eso, la gallardía de Federico Gutiérrez y Rodrigo Lara, al votar e invitar a votar por Rodolfo, sin hacer más solicitudes, que pedirle que gobierne bien, debe ser respetada y calcada por los demás políticos que crean de verdad que debe hacerse lo mejor para el país, sin posturas soberbias o sin atisbos de zalamería o peor aún de oportunismo.
Ingeniero, el apoyo de Fajardo y su coalición, estará bien visto por sus electores, siempre y cuando no se deje poner agenda o exigencias discriminadoras y divisionistas. Ellos que propongan, pero el programa y los votos, son suyos y el poder y el mandato, es del pueblo soberano.
El exministro de Santos Juan Fernando Cristo y el ex senador Enrique Robledo, de quien no conocemos mayores logros en taaaantos años de Congresista, que vayan a hacer exigencias a sus copartidarios. ¡No puede ser que los que perdieron las elecciones, vengan a imponer ideas, a quien las va a ganar el 19 de junio!
Debe ser claro, para Petro y para Rodolfo, que quienes votamos por Fico Gutiérrez, por Enrique Gómez, por John Milton Rodríguez e incluso la mayoría de los votantes de Sergio Fajardo, jamás votaríamos por el candidato de la extrema izquierda, pero que esos votantes, más los indecisos del censo electoral, necesitamos verlo firme en decirle a los de siempre: “¡Cero!”
Finalmente, algunos funcionarios, mandos medios y politiqueros de oficio (de esos que prometen puentes, donde no hay río) están asustados… Deben estar como el del vídeo diciendo: “Tengo miedo”
Y no es para menos, muchos de los que manejan contratos en los diferentes ministerios y empresas del Estado (no todos), son corruptos, jurásicos, parásitos, ladrones y hasta con actitudes criminaloides; son como lapas y ladillas del Estado y deben estar pensando que en lo adelante o trabajan o se van para fuera.
Esos que tienen a su cargo, por ejemplo, los casi Ciento Cincuenta Mil Millones de pesos diarios, del presupuesto del MinDefensa, tendrán que rendir cuentas…imagínense, presupuestos ridículos, en un país en el que la gente que paga impuestos, no tiene casa propia, vive con deudas para poder dar estudio a sus hijos, para tener una mínima atención en salud, porque al ser de clase media, no pueden acceder al Sisben y mientras tanto, siendo víctimas de la guerrilla, de los paras, de los narcotraficantes, de agentes del Estado y de la delincuencia común, que deberían ser derrotados, con la mitad del presupuesto que tienen la policía y las fuerzas armadas, a quienes debemos rodear y acompañar, pero a los que también debemos exigir resultados y depuración de maleantes y corruptos, que manchan el uniforme. Un presidente que busca poner en cintura las finanzas del estado y depurar la institucionalidad, para protegerla y fortalecerla, debe hacer temblar a los corruptos de todas las especies, ¡que tiene harto, al pueblo colombiano!
El 19 de junio, el pueblo hablará en las urnas y si la Registraduría se porta a la altura, los resultados serán prontos y prístinos. Los dinosaurios de la política y los corruptos del Estado, verán cómo los jóvenes; las mujeres que no se dejan meter los dedos a la boca, porque entendiendo el discurso del respeto, la igualdad y la equidad han visto cómo a pesar de su discurso de hombre de 77 años, con taras en el lenguaje de género, Rodolfo gobernó con y para las mujeres en Santander, le entrega las finanzas de sus negocios a su señora esposa y acepta regaños de Doña Cecilia, su mamá, quien le dijo que él no servía para la política; poblaciones de todas las diversidades étnicas, sociales y etarias y especialmente el grueso del pueblo, de los ninguneados de esta Nación, dirán votamos por el cambio que representa el Ingeniero Rodolfo Hernández, mientras que la corruptela, como lo dice Rodolfo, si quiere mermelada, ¡que la compre en un supermercado!