Por: Fernando Torres Mejía
No estuve el pasado domingo 9 de julio de 2023, pero igual no creo que me haya perdido de mucho y aunque me hubieran invitado con todo pago no me hubiera tomado la molestia de ir, es que de verdad esa frase famosa de que “el pueblo se merece los gobernantes que tiene” quedo demostrada una vez más por cuenta de lo que sucedió en el humilde municipio de Sahagún, es que no hay derecho a que los Sahagunenses, le hayan dado un recibimiento con bombos y platillos, como si se tratara de un héroe, o de una gran personalidad, a un delincuente condenado por corrupción como lo es el exsenador Bernardo Elías, mejor conocido como El Ñoño Elías, quien fue dejado en liberta después de una condena irrisoria por tráfico de influencias, concierto para delinquir y lavado de activos por recibir $1.600 millones de la multinacional Odebrecht, así como también de un sinnúmero de actos de corrupción en la educación y la salud.
En la cabeza de quien puede caber semejante despropósito, está bien que al elegir a un mandatario por elección popular nos equivoquemos, porque sus promesas llenas de mentiras nos pueden convencer, enredar, engañar, pero después de saber que es un delincuente de la peor calaña, quien fue condenado y purgo cárcel, salgan a hacerle semejante recibimiento no tiene ninguna lógica ni explicación.
Aunque claro recuerdo cuando dieron de baja al narcotraficante que tanto daño le hizo al país, los ríos de gente que lo acompañaron hasta su última morada fue impresionante, hasta incluso en Medellín existía un atractivo turístico o narco tours como se conocía que lleva su nombre, aunque aclaro que la “casa museo” que se utilizaba para este propósito, fue demolida esta semana, la orden de demolición fue impuesta por la Inspección de Policía 9B debido a que el predio tenía una construcción de dos plantas que no contaba con los permisos necesarios para su funcionamiento.
Volviendo al caso, lo más grave, es saber que el delincuente Ñoño Elías, haya salido de su confortable recinto de reclusión, porque aunque permaneció inicialmente en la Picota, allí estuvo en un patio donde no había hacinamiento, de las 56 celdas, solo estaban ocupadas 34, sin barrotes con ventanas, vidrios y cortinas, en un pabellón con cocina privada con un par de cocineras para prepararle sus comidas favoritas, e incluso cuando algún producto no estaba en los listados del INPEC, “por arte de magia aparecía”, lo mandaban comprar, igual le mantenían licor de diferentes marcas tanto de la industria nacional como importados, comodidades, electrodomésticos y variedad en comidas, gozaba de celulares, internet, televisión por cable y televisores de alta gama, habitaciones cómodas, gimnasio, etc.
Algo chistoso, mientras Andrés Felipe Arias, sigue condenado purgando una pena de 17 años, y ahora no es que vayan a decir que estoy a favor de unos y en contra de otros, lo que quiero dejar claro es que este cáncer de la corrupción es peor que la misma cocaína, la fentanilo y que la misma guerrilla, pues recordemos que estos grupos nacieron precisamente como un movimiento de protesta por ese fenómeno, aunque hoy sabemos que sus ideales se perdieron y se convirtieron en asesinos a sueldo, terroristas y narcotraficantes, por lo que nunca me cansaré de reclamar por una justicia que en Colombia tristemente ya no existe.
Mientras no la ataquemos con contundencia y sigamos aceptándola como parte de nuestra de nuestro ADN, o nuestro cordón umbilical, jamás ningún presidente o gobierno podrá lograr la tal Paz, ni mucho menos la Paz Total o llámenla como la quieran llamar.
Dejarse contagiar daña y destruye al más honorable, porque la ambición por el poder a demostrado que personas correctas, honorables y destacadas en el ámbito social y empresarial como Óscar Iván Zuluaga y Daniel García, hoy viven tragedias personales y familiares que jamás pensaron ni midieron sus consecuencias, lo que se les vendría más adelante, y así hay otros casos, como el actual alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina quien le vendió el “alma a los diablos” a pesar de que había gente que creyó en él, y no podemos dejar de reconocer que en su primera alcaldía fue quien en parte revolucionó a Cali y logro ejecutar algunas de las 21 mega obras que le dieron un impulso a la ciudad, aunque fue mucha la plata que se les perdió a los caleños.
Así sucede con destacadas personalidades que recuerdo cuando era joven, (muchos años atrás), cuando nos encontrábamos de frente con un senador o un magistrado, casi que les hacíamos la venia y solo faltaba que nos arrodilláramos, pues eran considerados sus “excelencias” en cambio, hoy cuando se habla de los que ostentaron la dignidad de presidentes de la Corte Suprema de Justicia como, Leónidas Bustos, Francisco Javier Ricaurte Presidente y Camilo Tarquino entre otros, toma mucha fuerza la afirmación que en este país no existe justicia, sino que, por el contrario, quien tenga el poder y el “billete” vive sabroso, compra lo que quiera y para que no crean que estoy siendo exagerado, que tal la última «jugadita» de Comisión de Disciplina Judicial que dejó prescribir la investigación contra Luis Gustavo Moreno; con lo cual este exfiscal podrá seguir litigando como cualquier abogado prestante y limpio de toda culpa.
Vivimos en el país del Espíritu Santo donde no sabemos en quién creer ni en quién confiar y por eso es bueno recordar que todos tenemos algo que ocultar o callar, y no debemos criticar a los demás por algo que quizá también nosotros hemos hecho, y entonces vale la pena recordar ese pasaje de la biblia que nos menciona el momento en que una muchedumbre iba a apedrear a María Magdalena y Jesús en su sabiduría les reprocho y les recordó “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.